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la en la mano, la ocasi6n más bella para con

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verlirse en el Pacificador de Centro América, y optó por ser uno de los beligeranfes, en una guerra en que no le iocaba jugar ningún papel directo ni :indirecto. Sería esía inexplicable con– d ucia friste consecuencia de los falsos temores que le inspiraba la amistad de Jerez con Ba– rrios? Pudiera suceder; pero habría enionces que reconocer que para un verdadero Esiadista, no son esos motivos jusfificafivos de tamañas responsabilidades históricas Las carlas que pu– blicamos, ponen de manifiesto las buenas dispo– siciones del Capitán General Balrios para la paz,

y por fanIo las responsabilidades del rompimien– to le tocan a Carrera y a MarHnez, quienes por sustifuto de la Unión anhelada, nos propinaron la guerra, destino de Centro América al lanzarse por los despeñaderos de la disgregación del fran– co de la Federación, su DESTINO NATURAL, co– rno lo declararon Jerez y Chsn\orro en la sesión de clausura el 4 de Septiembre de 1862, con la docirina jus:l:a que debía haber adoptado Nica– ragua en sus relaciones con las demás secciones de Centro América, política de amistad y concor– dia, no sólo de buena vecindad, sino de verda– dera Fraternidad.

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EL DILEMA DEL GRAL. FERNANDO C!-IAMORRO

Es curioso el coniraste que nos ofrece el epi– sodio diplomático unionista, con respecto al jui– cio de Carrera y de Barrios, ante el caudillo con– servador de Nicaragua, General Fernando Cha– marra, como una especie de juez político Los dos antagónicos Presidentes del 62 le hablan, his– tóricamente casi al misrno :1ien:\po, uno del oiro como de un enemigo común. ¿Cuál de ellos ien– dría la razón: Carrera, al emañar que Chama– rra se uniera con Barrios y Jerez, por sus prin– cipios opuesios al suyo o Barrios al considerar a Carrera enemigo de Nicaragua y El Salvador, del que debía procurar Chamarra librarse'?

El Presidente Ca.rrel a es fenido en Centro América como el prototipo más caracterizado del Par.l:ido Conservador, ulirarnontano, veldadero parlido dericaB, reaccionario Y puede creerse, según ya 10 adelantamos, que una de las cau– sas, sino la principal, que originó la. enemistad in econciliable del Presidente Carrera contra Ge– rardo Barrios, fue el ó:1ü!l:1icReR'icaJiSnto del último, que se manifestó fuerfe con su exigencia de que el clero salvadoreño debía o tenía que jurar la Constitución dietada y promulgada bajo su Go– bierno El clero se negó rotundamente, capita– neado por el Obispo, a jurarla, prefiriendo el des– fierro con el propio Obispo Zaldaña, lo cual le dio motivos a Carrera para cohonestar su con– ciencia, al emprender una guerra injustificada con El Salvador, para poner en la República ve– cina un gobieTIlo amigo que defendiese sus fron– feras, dispuesfo siempre a seguir su política, con una copia mal hecha de su clericalismo.

Pero en Nicaragua, el Conservafismo no ha sido nunca c!edcal, en sentido estricto, InUY de– semejante por eSo al de Guatemala bajo Carrera, y aunque no ha dejado de inclinarse alguna vez, más de la cuenta, al liberalismo docfrinarío, to– mando ma1ices libero_conservadores, se ha rnan– :l:enido siempre equidistante de los dos exirelnos, del clericalismo uliramontano y del jacobinismo radical Se pudiera decir que el acierto del Par– tido Conservador, debido sin duda al gran cho– que histórico de la Guerra Nacional, que lo hizo transaccional en espírifu, no ha dependido de otra cosa que de su ecuanimidad en el traía de la cuesfión religiosa, en que manteniendo aleja~

do de la política activa al clero, merecedor sin embargo de iodo respeto, le ha guardado todas las consideraciones que se merece, por su mora– lizadora misión religiosa, a la que se le ha dado la más completa. libertad de acción en su salu– dable y benéfico ejercicio espiritual y dochina– rio. Nicaragua como El Salvador, tuvo, como ya dijimos, su conflicto constitucional con el clero,

acaso con circunstancias más agravantes La Constifución del 58, obra de la transacción de los dos partidos, el Liberal y el Conservador, re– sulló, en la práctica de las mutuas concesiones, como la llama Pérez, de dos maSices, que natu– ralmenfe no fue del agrado del Clero que se ne– gó a jurarla, como en El Salvador, pero con dis– fintas resullados en ambos países: en El Salva– dor, el Presidente Barrios, de espiriiu radical en sus procedimientos autoritarios, se in\puso, y no logrando dominar la oposición del clero, lo lan– zó al destierro, lo que al cabo fue su ruina, pues le enfregó al enemigo una bandera limpia con qUé cohonesfara sus propósitos bélicos nada sa– nos En cambio, Martínez le buscó componen~

das al conflicto, ható de arreglarlo pacífica y amisÍosamente y todo pasó como nube de vera

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no, sin amago siquiera de tempesfad

En capítulo aparle frafamos más a fondo de la imporlante cuestión que se cristaliza en la ideología de Barrios, reivindicadora a nuestro pa– lecer para su nombre Barrios, aunque venció al clero en jusfa lid con sus propias annas, so– metiéndolo no 10 ganó a su causa y le fue siem– pre hostil creándole mal ambiente para su hiunfo

Esto nos da idea de la situación espirifual de los fres principales países que jugaban en– tonces preponderante papel histórico en la for– mación de los desiinos centroamericanos En Guatemala, in1.peraba absolufamente el clerica. Iismo, impuesto por 1á férrea mano de la presi

w dencia viialicia del General Rafael Carrera, con– fundidos para mal del país hasta cierto punto los dos poderes, el espiritual y el temporal, que deben andar separados, pero concordesl en El Salvador, empezaba a levantar cabeza el radi– calismo liberal, azuzado más bien por los que pretendían extirparlo por motivos tan sólo polí– ficos, que resultan siempre contraproducentes; y en Nicaragua, el conservafismo temperado o li–

bero-conservansmo, impuesto por las circunstan– cias históricas de la guerra nacional recién pa– sada, sin tendencias clericales ni radicales, de que era exponente en el campo político-ideoló– gico la Constüución del 58, por su espíritu tran– saccional, y en el campo de la polífic.8 militante de partido, la ex!l'aña Unión de Jerez y Chamo– 1'1'0, en el tenaz propósi:!:o de realiz81 el supremo anhelo de la nacionalidad y de la paz interna de la República

Esla verdad explica por qué no pesaba en el ánimo del Gral Fernando Chamarra, a pesar de su noiorio cdnservadorismo.. la opinión del

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