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« Previous Page Table of Contents Next Page »tado secreto ajustado por el Ledo. Samayoa en representación del General Marlínez con el Go~
biemo de Guatemala para hosfilizar a El Salva– dor de modo que, o mancha el nombre del Go~
bie~o de Nicaragua faliando a lo esfipulado, o sacrifica indignam.enie los más caros intereses de esa República".
Existió realmente ese tratado secreto? La es– pecie ha corrido, más o menos públicamente, CO~
mo un cargo de dealealiad contra Marlínez fren– te a los comisionados unionistas Jerez y Chc:l.I!~o
rra a quienes a la par que los manda en mlSlan
pública de reorganización nacional a Guatema_ la comisiona por lo bajo al Ledo. Juan José Sa–
m~yoa para negociar por separado un tratado opuesto que desvirluaba por completo la noble misión unionista a cargo de los Generales Cha– morro y Jerez.
El historiador Gámez ha sido, ya que no el inventor de esa especie, pues la vemos enuncia– da desde 1862 por el propio Barrios, al menos su propagador en la Biogl'afía de Ge!'iU'do Barrios, donde leemos:
"A fin de qua no quedara ni duda a la pos– teridad, de la doblez con que procedía el Go~
bierno de Nicaragua en aquella ocasión, se va– lió, a mediados del mes de Agosto, de los emi– grados salvadoreños don Francisco Dueñas y don Juan José Samayoa, enemigos acérrimos de Ge~
rardo Barrios para que fuesen agentes suyos a Guatemala, llevando instrucciones privadas en todo contrarias a las que había dado a los seño– res Jerez y Chamarra. Esos agentes se embar– caron en Corinto con dirección a Guatemala el
20 de Agosto de 1862, fecha en que aún no ha– bían llegado a Guatemala los comisionados na~
cionalistas.
"Samayoa, además, llevaba poderes o ple– nipotencia para celebrar un tratado, de alianza ofensiva y defensiva enfre Nicaragua y Gua±e~
mala, en previsión de una guerra contra el Gó– bierno de El Salvador.
"Los nuevos comisionados llegaron a Oua w temala, y doce días después de la parlida de Je w rez y Chamorro, firmaba Samayoa con el Gobier w no de Guatemala el tratado solicifado por Mar– iínez y sugerido a éste por el Obispo Piñal Sus cláusulas principales no pueden ser más clalas".
El tratado que firmó Samayoa en Guatemala el 20 de Septiembre de 1862 no puede llamarse tratado secreto, pues fue sometido, como todo convenio ordinario y público, a la aprobación
~egislativa que lo sancionó el 21 de Enero de
1863, antes de estallar la guerra de ese año en– ire Guatemala y El Salvador. Es cierlo, como dice Gámez, que era un tratado de alianza ofen.. siva y defensiva. Barrios cometió el error de ca.. labrar antes un tratado con Honduras, en iguales ténninos a los criticados en el de Nicaragua y
Guatemala, el cual, salvo en la inoportunidad de su celebración tan desdorosa para el Gobier w no de Mariínez, se puede considerar de parte 'de Carrera una respuesta a Barrios, oponiéndole alianza contra alianza. En ese tratado recono–
cen ambos gobiemos muluameme la indepen.
dencia de ambas repúblicas, tan contraria al es.. pírifu de la reorganización de la nacionalidad que pocos días antes discutían ambos países, a instancias de Nicaragua Acaso con previsión posl..sucesum, puso el historiador su comenta.rio de que se celebraba en previsi6n de una guerra contra el Gobierno de El Salvador, porque ese
,¡'le el hecho q'le res'lUó a la poslre en que Nica·
ragua se vió enrolado por el tratado, que lo obliw gaba a coadyuvar con Guatemala en la guerra contra El Salvador, o mejor dicho contra Barrios, sin ventaJa alguna para Nicaragua, que, frescas <fiun sus heridas recibidas en la Guerra Nacional, no debía haber fenido más política que· de paz, en que se cifraba por entonces sus más caros inw tereses. Bien lo preveía Barrios en su carla, que la consecuencia de ese tratado, llamado por él secreto, si es que no existía al margen otro de ese carácter, sería sacrificar indignamente los más caros intereses de esa República
El i!atado finnado por Samayoa a nombre del Goblerno de Nicaragua y por el Ministro de Relaciones don Pedro Aycinena por el de Guate– rl)-ala, no es esencialmente político ni tiene ca– racter secreto. Es un tratado de amistad Paz Comercio y mutuo reconocimiento, con clá{¡sula~
tan claras y corrientes que leídas, sin las sospe~
chas con que lo hace Gámez, están lejos de jus~
titicar los temores que suscitaron aún en el pro–
~i<? Barrios Contiene natural:r;nente arlículos pOw líhc;:os, que se prestaban a una peligrosa interpre– taCIón, pero no eran para infundir recelos de una inmediata guerra.
Este compromiso no obligaba a Nicaragua a apoyar a Carrel a en su guerra contra Barrios, porque no estaba comprometida en ella la inde~
pendencia e integridad de Guatemala, y así es que Marlínez, si no estaba realmente ligado por un pacto secreto, cuya existencia no nos atreve– rnos a negar por la. afirmación de Barrios que pudo haber estado bien infonnado, la interven.. ción de Marlínez en la guerra con El Salvador fue gratuita, personal y voluntaria Lo único trascendente en ese arlículo es la declaración de reconocel'se su mulua independencia, que se ha– ce como para cerrar de una vez para sielnpre la puerfa a toda nueva intención de reconstrucción de la Gran Patria Centroamericana, que acabaw ría con esa mutua independencia.
El Ario 5 se refiere también al orden polí~
tico. Reza así: "Si algunos emigrados por cau– sas políticas se acogieren al territorio de una u otra' República, gozarán del asilo que el Gobier– no respectivo quiera concederles, pero en este caso, se cuidará de que esta gracia no se conw vierla en perjuicio del país de donde procedan"
Aparece aquí la ete!'na preocupación de los Gobiernos personalistas, respecfo de los emigra– dos, causa de perlurbaciones constantes en esios países, especialmente si son limítrofes. Pero no siéndolo Guatemala y Nicaragua, la gl'acia de asilo, como se llama a lo que se debería recono~
cer como derecho de iodo centroamericano en su propio suelo, no podría ser nunca motivo jus– tificado de preocupaciones, para temer que se conv.irliera en perjuicio material de sus resI?ecti
M vos países Y a dicha que no se haya conslg11,a– do en ese tratado lo que contenía el de Amistad celebrado en 1854 entre Aycinena y Zeled6n, en
q'le se compr"melen a reprimir los exceDOS de la prenDa contra gobiemos de paises amigos,
que hahria sido cláusula peligrosa, no por lo CI,ue al exceso se refiere, sino \,or la interpreta– c16n de exceso que a las más slmples crifica,s de la prensa le suelen dar los gobiernos con ten.. dencias despóticas, tiránicas o abusivas.
Al Arlo. 11, no sabemos qué interpretaci6n darle, ni comprendernos cómo lo aceptó Nicara– gua, dentro del reconocimiento de su mutua in· dependencia, pues casi se puede decir que afee... taba sólo a Nicaragua, por cuyo territorio se pro.. yec±aba y se sigue proyectando la construcción
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