This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »El pintor sabía, que, par.o él, el delirio era maneja– ble y que la exageración puede florecer en disparate. .
como en el Greco, como en Picasso de pincel innume– rable
Quevedo le mostró con el carbón de su pensa– miento el diseño senequista del esqueleto, "los huesos sobre I~s que se labra el cuerpo del hombre "
y Gaya dibujó y escribió
"El precio de la razón engendra monstruos " No debe olvidarse que, Felipe 11, colgó en los muros de España, la pintura flamenca del Basca y de Brueghel, príncipes del disparate y orfebres del esque– leto. . Se piensa que Quevedo era contemplador de esta pintura.
La muerte, en "la eternidad de lo mudable", se– gún Shelley, ha sufrido reveses Con buen humor ne– gro, grotesco, el gran disparatadero que era Ramón Gómez de la Serna --el de la GREGUERIA- definió una muerte que da cierta nostalgia del antiguo túmulo suntuoso la define así
HLo muerte, es como un estado
en que na se pueden fumar puros " En fin, el español se embriaga de Tauromaquia, sublime disparate.
Arte matemótico de muerte y vida, arte de extre–
mos.
Con traje de insecto fascinante y luminoso ~el
torero- vestidos el alma y el cuerpo, lleva la más bella mortaja
En la historia del TQrero muchos disparates este– lares quedaron en los cuernos matadores de una exa– geración mortal
•
Debe hacerse un alto ante la montaña de aspa– vientos eternos que es Don Francisco de Quevedo y Vilfegas, conceptista del disparate, de la intensidad, -es decir- de la Caricatura cargada de esp;ritu Don Francisco de Quevedo y Villegas, fúnebre, asceta y gracioso, está también enfermo de la "divina
epidemia 'l del "conceptismo".
Nos quedaremos con el Quevedo que se emboza en la exageracián Si antes creíamos que la Vida es sueño, Don Francisco nos grita que la vida es muerte,
y si Shakespeare nos dijo divinamente que estamos hechos de la vaguedad de los sueños, Quevedo insiste que somos sangre ardiente y hueso fugaz
Don Francisco, como caricaturista, sobe que el
Diablo y la Muerte son los grandes mamotretos del mie– do, y entabla amistad con ellos, visita el infierno como moralista, mientras sus ojos gruesos, miran la Muertel
Quevedo se descuelga del siglo XVII español
E~te hombre dramático y genial en el dolor de vivir, le d.ce a lo muerte irreveren~ias gracejas, que todavía deben dar vueltos en el cráneo mortal, como el rumOr marino en la espiral del caracol. .
En su rostro de máscara -sus ojos encerrados en las ventanas de las anteojos "de botella",- está clavada la media luna negra de sus bigotes y gatea el chorrete de pelos de su barbilla
h Capilar cortina, lluvia peluda, le cae de la cabeza asta los hombros, como cosmético de peluqueríb
Da miedo que le desate la sangre porque se la ve subir y bajar en cordaje fuerte y agitado, confundida la hemorragia del pe[1samiento ton la tinta nocturna del escritor
Quevedo es la risa de los hUl1sos El mismo se llamó "Cofrade de la Carcajada " pero estuvo siempre vestido de luto, carbonizado en vida por su coloquio con la Muerte. .
As~ se desbarranca en su existencia este escribi· dar, este gritador de verdades prohibidqs, este hablador elocuente ,
Ante el espectáculo del mundo exclama "Perdi los ojos.
y tropiezo en lo que no veo, más era peor cuando
vera, caer en lo que miraba.
11
Anduvo en la Corte y en el mundo con aspecto tenebroso,' con paso de tiniebla, co.mo siguiendo su propio cadáver su alma vivió entre las llamas y se incendió para no apagarse más en el tiempo.
Por un agujero celeste, entre las mubes, mira el JUICIO FINAL, dice.
"(Arriba el Tribunal fulgurante)
"El trono era obra donde trabajaran la omnipo– tencia y el milagro Dios estaba vestido de sí mismo, hermoso para los santos y enojado para los perdidos; el sol y las estrellas, colgando de su boca el viento, tullido y mudo, el agua recos– tada en sus orillas, suspensa le¡ tierra, temerosa en sus hijas, de las hombres "
El, temeroso también de los hombres, navegó en un mar de hiel y reflejó en su espel!? de ceniza, el es– pectáculo de la injusticia humana y en "La Política de Dios" y en "La Hora de Todos", eséribió
"La pretensión que todos tenemos es la libertad de todos, procurando que nuestrá sujeción sea a lo justo y no a lo violento. ; seamos cuidado de los príncipes, no mercancía Compañeros, no escla-vos, cuerpo y no sombra Qu~ el rico no estor-be al pobre La igualdad es arm<)nía, en qué está
sonora la páz, turbándola en particular exceso, disuena
y se oye rumOr 16 que fue músico. "
En su desazón, Don Francisco, regala a la Muerte
esta triste cotona
"Cámo de entre mis rlianos te resbalas! Oh!, cómo te deslizas, vida rlito! Que mudos pasos traes, oh Muerte fría, PUj'!s con callado pie tódo lo iQualas!"
En fin, Quevedo se deleita en ~I aspecto de la Muerte sabiendo que la gran Caricatura medioeval y
de todos los tiempos, es el dibujo del Esqueleto
•
En los siglos las voces de los poetas siguen reso– nando, el gran caracol del tiempo guarda ese rumor poético
Siguiendo los caminos literarios de la exageración española, quemando centurias, llegamos al siglo XX, para encontrar dos mundos poéticos, dos gritos de ex" tremada expresión Don Miguql de Unamuno y don Ramón Moda del Valle Inclán y Montenegro
•
-63-
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »