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En la existencia subterránea, los licores variados aturden Y entorpecen el vuelo de la vida, mientras en el frógil soco carnal, queda metida el olmo escurridiza

y vaporosa

Par eso San Francisco canta al "hermano Cuer-

" po

El hombre, prisionero entre los cuatro humores, en vez de ser únicamente un delta de humedades negras y ardientes, tratará de explicarse y expresarse

Pero mientras se ha andada escudriñando la geografía corporal, un español del siglo XVI ha regis– trado el cerebro en busca de los humores

El filósofo y médico español Juan Huarte, oriundo de San Juan Pié del Puerto, en Navarra, publica el

"Examen de Ingenios para las Ciencias", Menéndez y Pelayo toma y monta como un diamante, en adjetivos

y condeptos, el "Examen", para asegurar que ese li–

bro "no ha sido igualado en la filosofía espa–

ñolo"

Para mis propósitos en busca de la luz del ingenio, son atrayentes las páginas en que el Dr Huorte agarra el cerebro, le dá vueltas, lo palpa, lo sacude, no lo ve

como a un cristal frágil, sino como a un conejo muerto

La materia gris, para Huarte, es apenas un charco

que produce ideas y conceptos cuando lo satura el humor

Cita a Platán, cuando dice

"Cosa leve, volátil y sagrada es el poeta no can–

ta sino fuera de si mismo, enajenada su mente

"Las cosas admirables que relata Homero, no las

canta por otra orte li

ilEso es ingenio superior acompañado de demen-

cia

y Huarte concluye

"Al bañar el cerebro con los humores, en cantidad que le inflamen se ven "Diferencias de locuras y

disparates

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y recuerda que, Aristóteles, afirmaba

tl

es preciso comprender por imágenes"

Es pues en la mirada sagaz del intelecto, donde

nacen, se desbaraton, se transformon y se exageran

las figuras

Esto es} como si el pensamiento tuviera ojos

El "Examen/, a los hombres encerrados en la con–

templación los comparo o la oveja, la cual no se atreve

l/a caminar por lug~res desiertos y sin carril, sino por

veredas muy hollados y que alguno vaya adelante" Dice que la lengua toscano, 01 ingenio lo llamo

"capricho", l/por lo semejanza que tiene con el andar

de la cabro que anda sola, en alturas"

Debemos creer que la imaginativa es como la cabra que, en S!JS andares de capricho, busca figuras

nuevas, ideas puntiagudas

Vaya nuestro entusiasmo a los caprichosos¡ a los

exagerados, a los extravagantes, a los doloridos, a los sensibles, a las descuartizadores de lo lógica en fin a los que llevan el alma en un hilo, a las 'lue

no pueden retener su afán de encaramarse a los vérti–

ces, descender a los pozos hondos de pensamiento y' de a'te, donde la imaginativa, casi va desprendida de la lágica, corriendo par laberintos inéditos ...

"Caprichos" IIamá Gaya a sus aguafuertes negras de bilis melancólica Mientras su mente grabadora subía a los picos del dibujo y bajaba a los precipicios enlut.ados de la tinta del aguafuerte

Cabra, según la expresión del doctor Huarte, cabra inmortal es este don Francisco de Gaya y Lucien– tes.

IICop,;chos¡¡ con incendio en lo mente y en el

fondo del alma, disparatador exagerado, amigo de la bilis dibujada, contra la injusticia de los homb, es y la estupidez de la Guerra, contra el dolor de las muertos por lo estulticia de su época, todo iluminado por un Sol de Tinta, exhibidor de lo trágica espléndido y de lo magníficamente miserable

Inclinóndonos sobre la sonora y caprichosa gracia de lo inagotable literario español, de "la agudeza de

ingenio ll

,; dirí'a Gracian -abriendo algunas¡ los mejo–

res ventanas para nuestro propósito, veremos el fulgor de las diversos disfraces que ha dado a la poesía ia pasión artística y oiremos los gritos de la verdad exa– gerada

El hilo que nos conduce en esta floración ton atra– yenle será la exageración, la extravagancia desde el Arcipreste, la Celestina, la Picarezca y "un pla–

cer de morir" inacabable, un diálogo disparatado de

belleza con la l/muerte perezosa y /arga ll ¡ que así lla–

maba Lope a la vida

La metáfora es máscara, teatra del pensamiento, y, el "todopoderoso" de un estilo delirante que se en–

rollo/ se e.stiro¡ se enredo¡ se extiende y florece, es don

Luis de GÓngora·y Argote

Con gracia humaní·stica Alfonso Reyes, nuestra

cfásico mexicano-americano, escribe

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por un con–

junto de causas sobreyiene la gran crisis estética,

(a doble epidemia divina del culteranismo y de concep-

tismo "

El ~u!tismo eS la fantasía verbal, el concepti,mo es el deleite de un desbo, damierito de las ideas Don Luis de Góngóra vendró volando por los re– torcidos caminos del Barraca Don Luis es el más eh–

fermo de la IIdivina epidemia" del culteranismo La

luz de Góngora encegueció a los retóricos durante dos siglos'

Fue la generación de Garcia Larca y de Rafael Alberti, quien retiró las nubes que velaban esa poesía para hacerla destellar, definitivamente, en su soledad de belleza Esos dioscuras andaluces de lo más alta poesía española, trajeron en sus hombras el sol de Góngora . Góngora es el acuñador de metáforas, todo lo altera con belleza, el plomo lo vuelve oro, idealiza lo real y lo estilizq en forma extravagante Su metáfora es fruta de un procesa hacia lo irreal, que viene de la verdad escondida, transparentada y vestida de nuevo

ornamento

Su belleza ve, bol, su cristal fonético, su encanto malabarista fascina

La metáfora Gongorina tiene la misma dilatación que el dibujo para expresarse, tiene una tensión mate– mático -un punto más- en afán de intensidad, y, se caerá en la tontería O en lo grotesco.

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