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lidad unionista, han sido guerras de enemistad entre sus gobiemos, o por cuestiones de fronteras qt.1e no deberían existir entre pueblos llamados algún día a fonnar una sola entidad nacional.

Después del fracaso de la República l'Aayor

de Centro América, que fue acaso el mayor apro– xirnamiento fenido de realizar el ideal de Jerez, Chamarra Y Barrios, concebido en 1863, entre las tres repúblicas: El Salvador, Honduras y Nica– ragua, nuestros países se aislan más y más cada dia, sin airo movil que los intereses, p~ramen.í:e

políticos, levantando murallas economlcas con sus aduanas proteccionislas, que no ha sido po– sible derru:mbar consignando en tratados múiuos

de paz Y amistad y comercio la libre iniroduc– ción de los productos nacionales centroam81ica– nOS, frafados como exiranjeros en cada país

De esia situación nos dimos cuenta en 1934,

cuando asisiimos en Guatemala a la Primera Con– ferencia Ceniroarnericana, en que se palpó el es–

pírilu de aislamiento que domina en la acfuali– dad a Centro América Cada uno de nuestros cinco Estados recela de la influencia de los afros Ninguno quiere ni siquiera establecer el libre cambio comercial que salvaría los inconvenien– tes de la no inle1Vcnción, elevado a principia in– ternacional en América, con el acercamiento que

ese intercambio produciría como precursor. en proceso lento pero seguro, de la Nacionalidad fu_ tura En nuestra realidad viviente actual, El Sal– vador rechaza toda influencia de Guaten'lala¡ Honduras la recela de Nicaragua, y Cosía Rica, orgullosa de su buena fama, hasta se resiente de ser menfada como parie integrante de Cenfro América Hasta allí ha llegado el espíritu de se– paratismo que el Gobierno de Carrera infundió

en nuestros países, al forrrl.Ularlo en docirina in– terestatal, en las conferencias celebradas en 1862

con los delegados unionistas Jerez y Chamarra: Su triunfo ha sido redondo

Qué lejos esfamos del año de 1856, cuando presa Nicaragua de la invasión filibustera, todo Centro América se conmueve, presentá.ndose en Nicaragua con las armas en la Inano, para de– fender con su sangre generosa al pueblo henna– no, vejado en su terrilorio por el invasor De Guatemala vino el General Victor Zavala; de El Salvador, Barrios y BeBoso; de Costa Rica, Mora

y Cañas; de Honduras, Cabañas; y unidos y fra– ternales todos, con los héroes de la guerra nacio– nal, se pudo decir por un momento, en ráfaga lu– minosa, que si Centro América no estaba unida políticamente en un solo Estado, seguía siendo en realidad una sola nación, solidaria en ~en±i~

mientos de mutua y franca cooperación hasta el sacrificio. De esta fragua dolorosa debía haber surgido entonces la Unidad Nacional, pero se des– perdició la ocasión, que suele ser calva, como reza un dicho vulgar, y Centro América quedó disgregada en los cinco estados independientes

y soberanos hasta el día de hoy, sin que se vea positiva esperanza de reconstrucción de la unia dad colonial perdida, acaso pala siempre.

Todo eso es historia de ayer, cosas del pa~

sado que se añoran en el desconsuelo del pre a sente, que nos grita que no sólo hemos peldido la unidad, sino hasía. la misma solidaridad de nuestros sentin1ientos y PIOPÓSitos, unitarios ¿Qué oira cosa se puede pensar, después de con– solidada la paz en los iratados de Washington, con el principio de la no-intervención por nor– ma? Nicaragua ha vuelto a ser teatro de con– tiendas internacionales; la Intervención ameriM cana sentó en nuestro suelo sus reales~ y qué

hizo Centro AméricaV Denostar y hacer befa de los nicaragüenses, únicamente, sin una palabra de consoladora comprensión del verdadero fon~

do del problema que se había planteado, acaso corno una consecuencia remota de los tratados de Washington vigentes, en una grave compleji_ dad de situación polilica que no era para ser tra– tado con la superficialidad con que se le conside~

ró en Centro América, como si sólo se fratara de la voluntad Iraidol'a de un parlido, o de unos hombres, en cuyas manos estuviese el sí o el no, cuando en realidad se hataba de un grave pro– blema de envergadura inlen1.acional, que forzo– samente se tenía que resolver de algún modo con la coopel ación inevifable del propio gobier– no americano, caso histórico en que Nicaragua asumió, por decirlo así, el cal áC±er de prccursor,

de la actitud que muchos años después asumía toda la América Latina, frente a la hegemonía nodeamericana, irresistible e imponente, con el nombre de Solidaridad conlinelllal, que no fue aira la conducta de Nical agua en la época de

la referencia.

Pero Aqué se puede deducir de esta caída del Ideal Centroamericano que anotamos a con– tar de la época en que lo elevaron a su cúspide Barrios, Jerez y Chamarra, en el esfuerzo de 1862,

fecha de las carlas que damos a conocer hoy'? ¿,Debemos dar por perdido este ideal para sient– pre'? En ninguna manera. Debemos tener con– fianza en que algún día, no por obra de los po~

líticos que toman esta bandera de ordinario para fines ajenos a la misma idealidad, para fodalea cerse en el poder o para aprovecharlo corno anna

de guerra para determinada situación, como su– cedió en Guatemala en el movimiento unionista que denocó a Esfrada Cabrera, sino por obla y gracia de las circunstancias político-sociales crea– das .en e~tos países, surja potente y consistente la NaClonahdad que buscaron con entusiasmo en

1862, Barrios, Jerez y Chamarra, obstaculizada entonces por Carrera, con la complicidad débil de Marfínez

Estas circunstancias creadoras de la Unidad Nacional de Centro América pueden consolidarse en dos formas. Una, consistente en el creci– miento político-social de uno de los Estados Cen– troamericanos, con tal prestancia comprensiva que, converfido en verdadera potencia en su pro: pia jurisdicción de dominio, los otros Esfados sientan la necesidad de formar parle infegrante de su fuerza adhesiva, y se la unan para fonnar una sola entidad social Tal pasó en Alemania con la hegemonía de Prusia que se hizo centro de la _unificación germánica Así fue Casfilla cC?n respecto de los reinos de España, y así hu.. blera pasado con Guatemala, por el caso, si hu_ biera sabido mantener con justicia y fuerza su

categoría de Metrópoli, que heredara del Gobier– no Colonial, como cabeza del reino de Guatemaa la, que abarcaba en su jurisdicción desde el ist~

mo de Tehuantepeque hasla Panamá. Pero no supo mantener esa posición, y concentrándose en sí misma, en aislamiento egoísta que llegó al sumun con Carrera, perdió iodo su prestigio y

con su prestigio, los lazos que mantenían unidos

a los demás estados con la Metrópoli gustemal... teca. Resfos de ese prestigio fue sin duda la oferla hecha en la propuesta de Jerez y Chamo~

rro de hacer de Guaiemala la capüal de la nueva. República y a Carrera su Presidente, pero la pro– puesta fue sólo como un fuego fatuo, la últim.a florescencia de un recuerdo vivo de un pasado muerlo

La aira forma con que se puede crear las circunstancias unificantes de estos E5iados~ se

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