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apelar a los antecedentes que ligaban a Barrios

con el ex~presidenfe Mora, de Costa Rica, derro~

cado por el s~ñ.~r Monfealegre en 1859 El Gral Barrios se rebno a esfos antecedentes en el Ma~

nifiesio a los pueblos, en que !rata de justificarse de los auxilios que tanto él, como el Presidente Carrera, le había oflecido a Mora para restautar su autoridad en Costa Rica. "Se deja ver, dice, que al ofrecer yo al señor Mora los auxilios, no podía movenne un sentimiento de mezquina as– piración, porque la posición de El SalvadOl y

Corda Rica, separa sus intereses casi de una ma_

nera absoluta Me movía, pues, la conservación del principio de autoridad, vejado por una fac–

ción en Costa Rica, V cuyo ejemplo podía ser per–

nicioso aun a estos pueblos. Pero mieniras ha· cía sus arreglos el señor Mora por aquí habían cambiado las cosas en Cos:ta Rica, en donde ya ejercía el Poder Supremo el designado por los pueblos. Ningún poder exiraño podía interve– nir: era el pueblo cos:tarricense debidamente re– presentado, quien debía decidir, sobre su propia suerte En consecuencia el General Carrera y yo retiramos nuesJros ofrecimientos al señor Mora, el cual fijó su residencia en esta República lo mismo que 1nuchos de S\.1S partidarios"

A pesar de tan categóricas y al parecer sin– cel as explicaciones de su acfitud con Mora. pa– ralela a la del mismo Can era en ese caso, debi. do sin duda a SUB anfecedenfes morazánicos, el Gobierno de Montealegre, sucesor de Mm s, se manienía receloso de cuanto hiciese Barrios, es–

peciBlmen~e en ~icaragua, posición en que, sal· vada la dIstancIa que separa a sus respec.tivos

paíse~, dejaba de distanciar sus intereses casi de una manera absolufa, acercándolos acaso para la Unión al estilo aconsejado por Jerez para los pue· blos infantes, incomprensivos de los altos ideales De allí la preventiva que inesperadamente hizo ante el Gobierno de Barrios el señor enviado ex· trG'.ordinario Lic Eusebio Figueroa

Pero el Gobierno de Barrios evadió la res~

puesta, amparándose en el derecho internacional privado El Minis1ro de Relaciones Irungaray, le oonte51a así con la nUsma fecha:

"Impuesto de lo relacionado el Plesiciente de la República, se ha servido autorizarme para que contesfe a. V .E • como fengo la honra de efec–

h~atlo: que acreditado V E en concepto de me– diador, para cortar la mala inteligencia que des– pl"aciadamente hoy existen entre El Salvador y Guatemala y para cortar el Religro eniredi. cl;to en que se hallan ambas republicB.s, fue reci– bIdo V: E con ese único carácfer conciliador por el GobIerno de esta repúblics¡ y que para que se 1!3 reconozca en airo concepto será preciso, se expIdan

Q V E por el Gobierno de Costa Rica nuevas credenciales" -

~l Ministro tieo no aceptó esta inierpretación [de unplicaba limitación excesiva de sus facul~

M

s es de plenipotenciario, y confestó ellO de arzo:

t "Debo asegurar a Us que me ha sido en ex· remo penoso ver que se me consideIe en otro concepto que el de conciliador. al representar los compromisos de mi Gobierno con el de Nicara~

~ua, empeñándome para que no haya agresión e parte c:le El Salvador Mi Gobierno es amigo

~e l~ c~an.dad y la franqueza, y yo he debido ser u hel Interprete: así es que. al presentarme aquí dOh

una misió1?' pacífica y. conciliadora, después ioe abar ob~enIdo d~l Goblen;o de Ud. una amis– d

St

y C?ordlal l:lcogIda que Interesa la grat.itud e gobIerno que represento y la mía personal,

me ha parecido que debía empezar por poner en claro la posición respectiva de mi Gobierno, pa– ra evüar después siniestras interpretaciones, sin que esto paso de franqueza, dado en la conf.ianza de que sería recibido con agrado en conSIdera– ción a los buel'ios oficios de Costa Rica hacia El Salvador, pudiese alferar en modo alguno el ca– ráciel de mi znisión"

"Es verdad que no he sido acredüado espe– cialmente a fin de impedir que se rompan las hostilidades entre El Salvador y Nicaragua, pero creo que no puede asegurarse que el evüar ésto no contribuirá en manera alguna a la paz enfre El Salvador y Guatemala, y d~ consiguiente debe ésio considerarse como uno de los medios cuya consecusión me es dado procurar, siquiera no se le ahibuya gran eficacia"

El Ministro pone en duda, acaso con sobra de razón, la interpretación de El Salvador res– pecto de la exfensión diplomática de sus creden– dales, pero corno esíe punto, qua no cal ece sin embargo de inferés en el orden del derecho inter– nacional, se sale del marco de nuestro estudio dejamos en la balanza de lo qpinable los dos pa– receres; el restrictivo de El Salvador, y el amplia– tivo de Costa Rica, que consideraba que "la carfa autógrafa no sirve en la práctica sino para hacer coniar el carácter del Ministro", siendo los po– deres oforgados por el Jefe del Estado "los que determinan la extensión de las facultades que el lvnnisiro recibe"

El Minisiro Irungaray en contestación a esa persistencia del señor Figueroa en mantener den– tro de sus faculfade5 de enviado extraordinario, en carácter de n\ediador, el paso que había dado preguntando la ac1i!ud de El Salvador con rela– ción a Nicaragua, con quien Costa Rica fenía li– gas especiales, después de algunas explicaciones cl,)nceInienfes a las razones :tenidas por El Salva– dor para haber aceptado su misi6n, le dice para tenninar:

"Por lo expuesto, señor Ministro, el Presiden–

le de El Salvador, no se aparla de su resolución de no reconocer a V E en otro carácter que el de conciliador Si a esta noble misión se le quiere

Inoozc1ar oh'a am.enazanJe que la abaje de su nI·

~ura, es preciso siempre que así lo exprese el Go– bierno de Costa Ri~a, en otra carfa autógrafa. o en nuevas credenciales"

Después de esa tan categórica manifestación, el señor Figueroa ha de haber dado por fracasa· da su noble misión, si es que realmente tenía por fin la conciliación entre GuaJernala y El Salvador lo que hay derecho a poner en duda después d~

h~ber leído el interesante relato en la participa– Clan, en los sucesos de esa época. del entonces Ministro de Relaciones e msrrucción Pública de Costa Rica, Lic Francisco M Iglesias, que n\ás bien animó a Carrera a llevarle la guerra a El Sal_ vador, contra el parecer moroso de los conseje– ros y minisiros del autócrata chapín, doble juego

q':le, presentido o descubierto sin duda por Ba–

rr.1OS, ha de haber conhibuido, más que la prác– tica de derecho internacional que planteara el caso del señor Figueroa, en su decisión de no admitir ni.nguna gestión fuera de la conciliación

y aunque el señor Figueroa pennaneció has– fa a mediados de Abril en San Salvador, desde aqut;lla d.e,?~aI ación de .Irungaray y la subsiguien~

te. dlSposlcIon del Gob1erno salvadoreño de asu– rnJr 'uJ;la actitud imponenfe y decisiva", para poner fIn al esfado de cosas existente enfre Gua– temala y El Salvador, declaración hecha en cír-

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