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« Previous Page Table of Contents Next Page »Mamnez en Nicaragua, reinaron el orden, la paz
y el progreso, sellados con nafas de sobresaliente que le acreditan enire las mejores administra– ciones nicaragüenses; pero vino el demonio de la reelección, y logró que las energías antes em– pleadas en promover el progreso nacional. se desperdiciaran tristemente en mantener a la fuer– za la paz, perlurbada por los opositores con plau– sibles pretextos, entre los cuales aparece en pri– mera línea el General Máximo Jerez, quien. con el apoyo de Barrjos, invadió Nicaragua el 20 de Abril de 1863, fecha de su manifiesto en Saioca, al anunciar su marcha triunfal y pedir el con– curso de todos los nicaragüenses para terminar pronto la guerra y "Traer el triunfo de los prin–
cipios y derechos que con jusio dolor Se habían visto conculcados".
Jerez venia apoyado decididameni& por Ba–
rrios, y vencedor en San Jacinio, llegó hasta el propio León, donde, esiando ya Mariínez en dis– posición de abandonar la plaza, según lo hemos recogido de la viva voz, de la tradición, vieron sus soldados pasar desprevenidos a los invasores en una de las calles del barrio de San Felipe, y
trabada una escaramuza, las fuerzas de Jerez se desbandaron. Marlínez recuperó en un momen– to su compromeiida posición, y Jerez, como si su
misión fuera 110 salir nunca del campo idealisia,
se apuntó un nuevo fracaso polüico y mUiiar.
Barrios vio muy claro en la situación de Ni~
carague, al discutir el problema de la reelección de MarHnez en caria al General Chamarra, frente a la politica salvadoreña "Ya no es un misie.. rio, le dice, el Jratado secreto ajusJado _por el Licdo. SS1l1ayoa en representación del General Marlínez con el Gobierno de Guaiemala para hos_ tilizar a El Salvsdor; de modo que, o mancha el nombre del Gobierno de Nicaragua, faltando a 10
estipulado, o sacrifica indignamente los más ca–
ros intereses de esa República. Bajo iales aus–
picios, será el General Mariínez el llamado a me~
jorar la situación de Nicaragua y encaminarla a
su prosperidad? Claro que 110 Me falian ires años para cumplir mi período, y en ese lapso de
tiempo jamás tendré confien.za en un jefe débil, sin capacidad y con el instinio de la iraici6n y naturalmente hipócrita y será pequeño mal pa· re esa república que el Gobienlo da El Salvador mire en ese Jefe un hombre sin fé, en quien no pueda tener confianza? Es un. mal grave, pues cada vez que las secciones de Centro América se separan unas de airas, van por mal camino¡ por– que siendo unos los iniereses y las tendencias, sólo la unión, la fraiernidad y concordia pueden servir bien los referidos intereses
"La paz de Nicaragua, y el interés de Centro América demandan al General Mariínez descien– da a la vida privada, prescindiendo de BU ambi– ción y procurando que otro ciudadano vaya a la silla del Poder".
Corneniario cruento de esas ideas ian clara– meme expresadas por Barrios fue sin duda el apoyo que, reelecto Marlínez, y desatada la gue– rra con Guatemala, le dio el gobenlante cusca– fleco a Jerez El General Fernando Chamorro, aparentemenie, respondió al llamado de Satoca, pues al saber que el caudillo unionisia había invadido la República y venía victorioso al inte– rior, se tomó los vapores del Lago V las forialo–
2as del Río San Juan, secundando el movimiento en Oriente con ofros amagos de sublevación.
¿A qué obedecían esos movimientos? ¿Eran promovidos para cooperar con Jerez en la obra del derrocamiento de Mariínez, o se proponia
simplemenie confrapesar las fuerzas invasoras, en caso da que friuniaran contra Marlíne2;? El General Fernando Chamarra, por sus !ratos con el General Barrios conocía los propósüos finnes del mandatario salvadoreño conira el General Marlínez, y por consiguiente, debía creer que la fuerza que traía Jerez era suficiente para alcan– zar BU objeto, con poco que los ayudara la suerie. Jerez no ofreeia mucha confianza al parlido gra– nadino, como lo llamaba Barrios en la carla en que llega a ofrecerles dinero para inlpedir el pe– ligro de la reelección, y naiurahnente, viendo perdido a Marlínez, resolvieron armarse, para conseguir al menos el respe!o de las fuerzas inva~
soras, en caso de triunfo, con tanto mayor 1l1ofi– vo cuanto que sin duda el General Chamorro con~
taba con su amisiad con Banios, para imponer
un buen arreglo con Jerez Ese fue el objeto de esa cooperación aparenie a la invasión enviada por Barrios con Jerez a la cabeza, no tanto en conira de Marlínez, cuanto por robustecerse fren– ie a Jerez, que tendría que considerarlos, al ver– los fuerles y respeiables
Así se explica este hecho, en nuesiras tradi_ ciones de familia, y se sclara también por qué,
derrohido Jerez en San Felipe, el General Cha~
morro no cominuó la guerra por su cuenta, sino que abandonó inmediatamente el Río y las for~
1alezas, capturadas, corno parapeto de defensa polillcs conira los evenios del porvenir J eróni~
mo Pérez reconoce que el mismo Mariínez tenía la creencia de que Chamorro no estaba con ardor en la campaña, y tenia razón, con todo y que, esiando emigrado en Costa Rica, partió a Hondu~
ras y apareció de nuevo con una pequeña fuerza en Cholufeca, donde encontrara la rouerle fraido~
ramenie asesiada, atacado por fuerzas del Go~
biemo, después de haber eniablado pláticas de paz con las tropas de Marlínez, que iban a El Sal· vador conira Barrios, en la segunda etapa de la guerra. No nos explicamos el viaje del General Chamorro a Cholu±eca, inesperado para sus mis~
mos correligionarios. ¿Qué le llevo a Choluteca,
después de haber abandonado voluntariamente San Carlos y el Río. donde se hallaba en mejor posición eSiratégica para continuar la guerra? Siempre tiene que haber, en los pasos de la his~
toria, algún punto obscuro
Al poner nuestra consideración en esios trá–
gicos sucesos del año 63, no podemos menos de pensar que la arnisfad de Jerez le fue fatal al General Barrios, pues, halagado sin duda este Gobernante con la idea de Nacionalidad, después de su triunfo sobre Guatemala, se entregó de lle– no en manos de Jerez, para hacerle la guerra a Marlínez, cuando la prudencia política le debía haber indicado orro camino para su propia con.. veniencia: el carnino de la paz, que le habrla facilitado el propio triunfo de armas, dándole derecho y oporlunidad para establecerla
Generalmente olvidan los Gobernantes que el fin de la guerra, para que se mantenga dentro de la iurisdic.~ión de lo Justo, debe Ber y es la paz Vencidas las fuerzas guafeunaliecas en las acciones de COMepeque, que han de haber teni– do grande resonancia en Cenfro Axnérica, Barrios debi6 haber aprovechado esa propicia coywliura, para evitar la continuación de la guerra. Pudo haberle escrilo al General Chamorro, por ejem~
plo, sus intenciones pacíficas con Mariínez, que habría amainado sus hostilidades conira El Sal– vador, y esiamos seguros, basados en el cálculo de las probabilidades humanas, que habría con~
seguido, por medio de Martínez, arreglar la paz victoriosa con Carrera Pero Barrios siguió la pendiente bélica, se dejó influir acaso por la ie-
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