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nido el alcance que se ha querido darles.

Suponiendo sin embargo, cier±a la eSe pecie, no podía con justicia haberse he– cho responsable de ella a todo el Colegio tanto m.ás que el Profesor habló en su propio nombre y no en el de la Jun±a Di– rectiva de Padres de Familia fundadora del establecimiento. Las opiniones, la conducta particular de miembros de una asociación de adeptos a un sistema, no hacen responsable al sistem.a ni a la aso– ciación. ~Por ventura puede condenarse a una Asamblea porque algunos de sus individuos emiten opiniones contrarias a los principios que ella profesa? ~Es aca– so vituperable la religión católica porque algunos de sus Minis±ros no desernpeñan HelInen±e su elevada misión? No, absolu– tamente. Los hombres pasan, desapare– cen, y las ideas, las instituciones subsis– ten no dependiendo su bondad del carác– ter de sus defensores, corno no depende la verdad de los caprichos de la pasión humana.

En vez de dirigirse, pues, contra la vi– da del Colegio, podían los descontentos del discurso del Profesor, haber ocurrido a la prensa, analizándolo, criticándolo, fulminando si querían a su autor, del mo–

do que lo creyeran conveniente.

Por otra parte, si realtnen±e esos des– contentos hubieran ±énido en mira cozno han dicho, prevenir el peligro de las doc– trinas enupciadas por el Profesor, habrían ocurrido al Directorio de la Junta de Pa– dres de familia, pidiendo el rernedio con– veniente, sea para que aquel no hiciera propaganda de sus ideas con los alumnos, o para que en la materia de religión se diese a éstos un maestro de la confianza de los padres de fam.ilia.

¿Por qué, pues, en vez de seguir esta conducta, han eInprendido una especie de carnpaña contra la existencia del Colegio, desacreditándolo, condenándolo ante las familias, inclusive al Director, Profesores y Padres de Fam.ilia que sostienen el es– ±ablecimiento.

Lo ignorarnos. Pero desde luego ha– remos notar que desde que se proyectó la r:reación en León del Colegio mencionado,

f ~ notó en ciertas gentes una oposición sorda a la idea, y así, en vista de lo que hem.os dicho an±eriorrnenfe, debernos creer que el discurso del enunciado Pro– fesor ha sido solarnen±e un pretexto, un : motivo aparente para atacar esa obra re– dentora de luz y progreso.

En presencia de tan injustificable hos– tilidad, el Gobierno no puede, no debe mostrarse indiferente; pues se trata nada :menos que de destruir un plantel de en– señanza, .parl3. cuyo establechniento ha invertido' fuertes sumas del tesoro nacio-

nal, posponiendo la safisfacci6n de ofras necesidades del país en consideración. a que iba a 'sen±arse una base segura de adelanto y de saludable transformación social. Su silencio, su indiferencia auto– rizaría hasta 'cierto punto esos trabajos an– tipatrióficos que, corno hemos visto, no re– conocen rnóvil justificado.

Curnplimos, pues, el deber de m.ani– festar el profundo disgusto con que el Go– bierno ha visto la conducta seguida con– ira un establecimiento que puede llam.ar– se nacional, y de enviar a los Padres de Familia, sostenedores del Colegio, una pa– labra de aliento para que no desmayen en su patriótica labor.

Las obras de luz y de bien, nunca de– jan en el presente siglo de salir triunfante aún de las más rudas pruebas. Tes±ígo el C9~egio de Granada. El sufrió atáque sem.e]antes a los que ahora hacen' ál de León. A pesar de las doctrinas ortodoxas de su Director, un Sacerdote católico, fue tachado de irreligiosidad y por ende se trató de desprestigiarlo, de destruirlo 1 pe– ro el Colegio triunfó; y hoy es consid~l:"éldo

com.o un eleInento de mejora n.acional y

prospera cada día ayudado por los Padres de Familia de aquella ciudad.

Así esperarnos que sucederá en León. El C9legio probará con los adelantos de sus alumnos, su grande utilidad para el país. Mtichos de los padres de familia que, hoy tal vez duden, vacilen, temen, es– tarán entonces satisfechos de que su's hi– jos hayan concurrido a ese planfel y se convertirán en los m.ás enérgicos defenso– res de éste; y el error a preocupaciones y las pasiones que am.enazando apagar la luz, apenas se resolverán en el oscuro le– cho de su impotencia.

(Editorial de La Gaceta Oficial N9. 18 del Sábado 30 de Abril de 1881).

El Ilmo. Señor Obispo Don Francisco Ulloa y Larios.

"En el Consistorio de 19 de Ocfubre de 1880 fue preconizado Obispo de Nica– ragua el cura de NandaiIne, .Pbro. don Francisco Dlloa. Deseando éste recibir la consagración episcopal en su catedral de León, invitó con este fin al Ilmo. Sr. Telés– foro Paul, Obispo de Panamá; pero este deseo no 10 pudo realizar por haber pro– hibido el Gobierno la entrada al país del IlI'tJ.o. Sr. Paul. Era Jesuita, y había para con él, un antecedente, que, sin duda, se aprovecharía para hacerle ruidosa ova– ción en los momentos en que se :f;ra~aba

en las esferas gubernativas la expulsión de la Cornpañía de Jesús.

"El 9 de Junio de 1872 ancló en Co– rinto el vapor "Salvador" frayendQ a los

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