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EL JESUITA

aQué es el Jesuita? -Bolívar preguntó una vez a OlInedo– Es el crimen, el enredo; es el que da al pueblo acíbar envuelto en sabroso alIníbar. El inxnorlal Andrés Bello estaba poniendo un sello a una carla a San Martín, y dijo con retintín:

-El J esuifa? .. Lo dice ello. Bien: ahora hablaré yo. Juzga después, lector, tú: el Jesuita es Belcebú, que del avemosalió.

aVencerá al Progreso? ¡No! ¿Su poder caerá? ¡Oh, sí! Odieme el que quiera a mí;

pero nunca tendrá vida la sotana carcomida de estos end.riagos aquí".

cias. Tiene que ser aufodidádico, nene que basfarse a si mismo para hacerse úna cultura. Dichosamente está do±ado! de Una mem.oria asom~rosa y de una capaci– dad de asimilación rápida. La lectura es el único método qu~ adopta para el co– nocimiento de autores¡, escuelas y siste– znas. Lo demás lo ,hflrá la experiencia.

"En su breve temporada de escolari– dad, hace la revelación de otro don artís– tico: es un dibujante que capta rápida– xnen±a los rasgos dE! las personas y obje– tos. ¿Qué será en el porvenir, po.eta, mú– sico, pintor? Para fado eso revela apti– tud sobresaliente; :p~ro no para iodo ~n­

cuentra medios y esthnulos en el ambien-te leonés. .

"En uno de 'e.~os días de agifaci6n, algunos aInigos 'dél libre pensBmien:to y de pasatiempos intelectuales ponen a prueba su capaciqád para compon~r ver– sos. Le dan las palabras .finales ele dos décimas que deberá construir, haciendo que cada verso concluya precisamente con las palabras correspondientes que se le da. Las, palabras son las siguientes: Bolivar, Olmedo, enredo, acíbar, almíbar, Bello, sello, San Marlín, retintín, ello; yo,

tú, Belcebú, salió, no, sí, InÍ, vida, carco– mida, aquí.

"Los versos deben ser una invectiva contra los Jesuitas. Rubén se concentra

y poco. después las décimas fóbicas son leídas a los compañeros::

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"Como discípulo del doctor Leonard, el pQeta niño no es por cierto muy aplica–

dQ~" .El binomio de New±on no ha logrado "El doctor José Leonard aprovecha su

colars~ en su cerebro, y; por este y otros perm.anencia en· Nicaragua para difundir puntos del programa de estudios su afi- la literatura :masónica. Su discípulo la bión acadéznica desaparece. Los exáme- lee mucho y con interés, por la afingen– nes han, probado su incapacidad para las cia que tiene el ritual masónico. cort el matemáticas y en general para las cien- mundo oculto, y porque los grandes libe-

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Rubén Darío en el Instituto de Occidente.

"RUBEN es aluInno del Instituto, ad– Inira en LEONARD, el encanto de su ver– bosidad, y es un lector voraz de Montalvo, del Lamartine de la Historia de los Giron– dinos y del Michelet de la, Historia de la Revolución Francesa: torna-partido en fa– V'or de su director. Escribe en verso y en prosa con ardor jacobino. Vie;te a ,~:m­

peo.rar el estado de los ánimos la s'Ubleva–

ció~ de los indígenas -ta:mbién excitados por los· Jesuitas- de Subtiava¡ ba;rrio de Lec?n, los de Telica, un pueblo 'VecinQ, y

especia,lmente los de Matagalpa" donde

aq~ellos religiosos se habían arraigado pr9fundamente. Se produce una conmo– ción nacional y el Presidente Zavala opta por expulsar a los Jesuitas, como en ef~c­

fa lo hace. La musa airada del po~ta ni– ño metido a jacobino increpa ae;í al Papa.

"No vayas al. Altar, Santo Tiré;lno, que profanas de Dios la eierná idea. Aun la sangre caliente roja humea en 'fu ~áliz, en tu estola y en tu mano".

Junfa de Padres de Familia y Direcior in– terino del Instituto Lcdo. don Buenaven.. tura Selva.

Fue así pues, el prim.er año de vida del Institufo, lleno de lucha y de angustio– sas inquietudes, en el que, si la láxnpara de la civilización y la cultura tambaleó y

escapó de romperse y extinguirse, quedó asida a las alturas COInO un péndulo de luz, en la bóveda obscura que fonnaban, la intransigencia del Canónigo y ef error del Profesor. .

Pero, taInbién ese año, bien puede decirse de él, que hizo del Instituto nido de águila, porque llevó a su seno, al que lanzó al Inundo sobre cauces de oro, sus versos inInortales: a RUBEN DARlO.

El sobresaliente y Inagnífico escritor daríano don Edelberlo Torres, en su infe– resante Libro "La draInática vida de Ru– bén Da:río", has relata con lenguaje de sa– brosa lectura, el paso de éste Genio de la literatura, por el Instituto de Occidente.

Ese relato que intitulo "Rubén Daría en el Instituto de Occidente" dice así: