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« Previous Page Table of Contents Next Page »la civilización, los indígenas se retiraron al fondo de sus montañas; mas el Gobier– no sabedor de la noticia dispuso enviar fl,J.erzas para debelar por completo la in– surrección y con ellas al señor Ministro de la. Guerra para que informándose allá bien de los acontecimientos y sus causas, diciara las providencias convenientes al 'restablecimiento de la tranquilidad en aquel departamento.
A los pocos días, la insurrección pare– cía terminada.
Casi todos los indígenas se habían presentado a la autoridad, manifestando sus sentimientos e implorando la clemen– cia del Gobierno.
Este en vista de los informes recibi– dos, juzgó sin embargo, indispensable pa– ra asegurar de un modo permanente la tranquilidad de Matagalpa, hacer salir de allí a los Padres J esuifas que no parecían ajenos al movimiento insurreccional, y re– concentrarlos a Granada.
.' Pero a la sola noticia de esta provi– dencia, se forma en León, en la noche del 8 de Mayo una asonada; y a pesar de las repetidas amonestaciones y súplicas de la autoridad a los revoliosos para que se re– tirasen a sus casas, se acantonan en el atrio del Convento c:le la Recolección, don.. de residían los mismos Padres Jesuitas, al– zan espantosa vOc::éría de mUeras contra el Gobierno y contra algunos particulares, pretenden incendiar el Instiiuto de Occi– dente, Colegio fundado por el Gobierno, y llegan hasta cometer el criinen de atacar a la fuerza pública.
Al día siguiente la asonada había ter– minado.
Mas no obstante de haber enviado el Gobierno fuerzas para asegurar el órden, 'se continuó en los días subsiguientes in– tranquilizando al vecindario con reunio– nes iumuliuarias so pretexto de la cues– iión de los J esuiías.
Corno creernos haberlo demostrado ya en este periódico, estos sucesos pusieron al Gobierno en el imprescindible deber de ordenar la expulsión de los dichos Padres, alejando así una causa consciente o in– consciente de trastorno, si no quería ver rebajada su dignidad y su autoridad nuli– ficada, dejándose imponer la voluntad y el capricho de turbas sediciosas y sentán– dose así un triste y funesto precedente pa– ra el porvenir.
Verificada la expulsión de los Padres, l¡¡i prensa revolucionaria continuó lanzan– do publicaciones subversivas, preparando de todos modos los ánimos para la rebe– lión, tocando en una palabra, a somatén contra el Gobierno; en tanto que a la som– bra se afilaba el puñal y se preparaba el
fusil para herir traidoramente a los defen– sores de la autoridad.
Los sucesos de Telica y de Subtiava que oportunamente hemos relacionado: demostraron de un modo evidente el serio intento de lanzar al país a los horrores de una guerra injustificable a todas luces, enarbolando impíamente sus autores la bandera de la religión para engañar a las masas y así satisfacer sus deseos de ven– ganza, derrocar a la autoridad constituida
y alzarse en medio de la sangre, ruinas y
escombros que deja en pos el furor de un pueblo fanatizado, árbitros y señores de los destinos de la nación.
Ahogada en su cuna la rebelión, no, desgraciadamente, sin que hubiese costa– do lágrimas y sangre y dejado viudas, huérfanas y madres desoladas, el Gobier– no ha hecho seguir por la autoridad com– petente informaciones sobre los culpables de esos sucesos, y en vista de las pruebas recibidas, ha dici~do el decreto de expul– sión y confinamiento que registra la sec– ción correspondiente de este número, so– metiendo a los demás culpables al proce– dimiento criminal ordinario.
Figura entre los expulsos un dignata– rio de la Iglesia nicaragüense, el señor Ca– nónigo don Apolonio Orozco.
El Gobierno con tal motivo y querien– do dar una prueba más al Señor Obispo de la Diócesis, de su propósito de guardar la mejor armonía con la autoridad ecle– !3iástié:a, le ha explicado en comunicación
que publicamos en este número, las pode– rosas. razones que tuvo para comprender al señor Canónigo en el decreto mencio-hado. .
Como se ve de dicha comunicación, el señor Orozco fUe el primero en hacer gue– rra abierta y tenaz al Instiiuto de Occiden– fe, acusándolo de impío y exiiando así, naturalmente el odio de las masas contra el Gobierno que lo fundó y sostiene.
El mismo día de la inauguración del Instituto, por las palabras que en aquel pronunció uno de los Profesores, se pre– sen±a ante la Curia eclesiástica pidiendo se proceda contra el establecimiento. Va en seguida de casa en casa, deSacreditan– do la obra del Gobierno, y no contento con esto, publica folletos en el mismo sentido exacerbando el sentimiento religioso del pueblo. Más tarde insiste nuevamente ante la Curia para que se de curso a su so– licitud, y por fin ¡coincidencia singularl, el mismo día que en Telica se atacaba la fuerza del Gobierno se presenta ante la misma Curia una soliciiud suscriía tam– bién por el mismo señor Orozco, según nuestros informes, para que se ponga en entre dicho el Instituto de Occidente, co– mo foco de corrupción y de impiedad.
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