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rnofivado de prisión con±ra algunos de los que aparecen culpables.

"El Gobierno por su parle, ha recibido copja de esas i.nformaciones, y se ocupa ele

ec:±udiarlas a fin de conocer a fondo los

~chos a que se refieren y los móviles y tendencias de, la asonada".

Estado de sitio en León.

"El 6 de Junio, el Departarnen:lo de León fue declarado en estado de sitio es– tando ya de antemano reforzada la guar– nición con 500 hOlLlbres venidos de Mana.

gua, fuera de los que, un meS antes ha– bían llegado con el Ministro Navas". Anies de seguir adelan ±e en el curso de los hechos, conviene hacer saber que la descomposición política del país, se había venido sintiendo con más rigor en León y

,en Ma±agalpa¡ pero en Mayo por los mo~

fivos que hemos dicho habían tomado ma~

yares proporciones.

"En la segunda mifad del mes de Ma~

yo habían ido reuniéndose en León la ma– yor parte de los jóvenes que el G6bier.-no dispersara, enviándolos a sus respeC±ivas familias y este fUe uno de los cúidados de los PP. en aquellos días azarosos. Dis±ri– buyéronlos entre ellos m ls.mos los profe– sores; reunieron en una casa los nO\l icios sirviéndoles de manuduC±or uno de los HH. Filósofos; los organizaron al fin de la m.e– jor manera posjble en tan excepcionales circunstancias, no sin dejarles como parti– cular protector, con quien debían enten– derse, al Sr. Don l>/Ianuel Ignac.io Terán, y quien había de quedar corno apoderado de todo lo perteneciente a la Compañía.

E}(pU!~s¡6n de 10$ Jesuitcs.

"A:maneció el día 7 de Junio de 1881; la ciudadanía leonesa exi±ada y nerviosa sale a las calles apenas apunta el alba, y cual andaban en sus trajes mañaneros como se acosj-umbraba en esos tie:mpos, se dirigieron todos a la Recolección. Allí es– tán los PP. Jesuitas, celebrando el santo sacrificio de la Misa, y muchos de ellos en el tribunal de la penitencia, sin que se les viera ni aflicción anÍe la desgracia ni mie– do ante el ultraje.

"Un cuerpo de infantería de 200 hon1.– bres rodeaba la manzana de la Casa y otro no menos nu:meroso cerraba el frenie de la Iglesia y las :bocas calles que condu– cían a ella. "El Gobernador militar de la plaza Gral. Xatruch y el Gral. Talavera que había llegado con las fuerzas de Managua, penetran por la iglesia por estar cerrada la portería y conducidos por los PP. que es– taban en los confesionarios a la sala de recibo, llaman al P. Superior y lo intíman verbalmente, la órden de marchar en el término de dos horas.

"En aquel cario Hempo se hizo la en·· 1'1'ega de la casa al Sr. Don Fernando Icaza, y de los muebles, biblioteca y demás en– seres al Sr. Don Manuel Ignacio Terán, y

a las doce d,el día se emprendió la mar– cha. Precedla un cuerpo de cien hombres

d~ infantería, s.eg~ía~ los catorce jesuitas, dlez de ellos dlstnbuldos en dos coches y cuatro a caballo proporcionado iodo por personas amigas. Cerraban la marcha oiros cien hombres y todos caminaban en medio de la guardia cívica tendida en dos alas a uno y otro lado de la calle. Reina– ba un profundo silencio, sólo interrumpi– do por los sollozos de la gente de todas las clases de aquella sociedad, que agrupa– das a las puertas y ventanas lloraban amárgamen±e. Muy bien cuadrada a la escena aquel silencio de consternación y €unargura, pero al cabo de un ra±of'l.le in– terrumpido por cierto personaje de aUa posición que mandaba uno de los cuerpos de la guarda cívica, y rompió en vHores al Gobierno por herir a sus víctimas con cruel sarcasmo. Poco eco hizo, si no fuá entre algunos soldados a quienes el jefe obligaba a corresponder; pero en carnbio Un grupo de señoras distinguidas, como para resarcir la injuria, vitoreaban a la Religión y a la Compañía de Jesús con io– das sus fuerzas, lo cual visto por aquel hombre, disparó contra ellas un tiro que por suerte a nadie hirió. Bellísimo rásgo de delicadeza y caballerosidad, en una persona que acababa de ocupar un alto puesto en el Gobierno de la República.

GIro incidente entre iemeroso y ridículo tuvo lugar más adelante. De repenie se suspende la marcha, una gruesa escoHa se destaca, corren los jefes, hay grifos, órde– nes. .. qué causaba tanta turbación? El temor les hizo ver un grupo de hom.bres armados, en dos o tres que pasaban a bas– tante distancia. Así salieron de la ciudad de León que quedaba sumida en verdade– ra desolación, y hasta aquí llegaron tarn– bién los fidelísimos am.igos, el Señor Canó· nigo D. Apolonio Orozco y el Sr. Presbí– fero Don Fernando Icaza, Párroco de la Catedral, quienes con el sol abrasador del l"'nedio día, y en medio de la turba de sol– dados, no se separaron del lado de los re– ligiosos desterrados, honrándoles con su presencia en medio de la ignominia.

"Al llegar a Corinto, ya tarde de la noche, el Capitán de la escolta presentó al Comandante un oficio que decía: "De órden suprema, el Capitán Don Hipólito Saballos hijo, al mando de una escoHa de cincuenta hombres, conduce para que sean expulsados de la República en el- próximo vapor que sa~ga de ese puerto, qon desti– no a Panamá a los PP. Jesuitas y HH. con– tenidos en la lista adjunta ..... ".

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