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« Previous Page Table of Contents Next Page »cé a frecuentar la casa de los Padres Je– suitas, ~m la Iglesia de ~~ Recolecci.ó~. D?~
ba deCIr que desde nlno se me lnIundIo una gran religiosidad que llegaba ha.sia la superstición ...
"Los Jesuitas me halagaron; pero nunca me sugestionaron para entrar en ]a Co:rnpañía, seguramente, viendo que yo no tenía vocación para ello. Había eníre ellos hombres eminentes, un padre Roe– nig, austriaco, famoso como astrónomo; un padre Arubla, bello e insinuante ora– dor; un padre Valenzuela, célebre en Co– lo:rnbia con,o poeta y oiros cuantos. En– tré en 10 que se llamaba la Congregación de Jesús, y usé en las cerern.onias la cinla– azul y la medalla de los congrega.ntes. por aquel entonces hubo un grave escán– dalo. Los Jesuitas ponían en el altar ma– yor de la Iglesia, en la fiesía de San Luis Gonzaga, un buzón, en el cual podían echar sus carias iodos los que quisieran pe– dir algo o fener correspondencia con San Luís y con la Virgen Santísin.a. Sacaban las carias y las quemaban delante del pú– blíco; pero se decía que no sin haberlas visto antes. Así eran dueños de muchos secretos de familia, y aumentaban sn in– flujo por estas y otras razones. El Gobier– no decretó su expulsión, no sin que antes hubiese yo asistido con ellos a los ejerci– cios de San Ignacio de Loyola, ejercicios que me encantaban y que por mí hubie– ran podido prolongarse indefinidamente por las sabrosas vituallas y el exquisito chocolate que los reverendos nos daban ".
(De la "Vida de Rubén Darío", escri– ta por él mismo) .
El Dr. Don Aduro Aguilar nos dice: "Nosotros los católicos nicaragüenses no podemos olvidar a los Padres Junguito que fue después Obispo de Panamá: Aru– bla, Pérez, Manzano, Candela, Valenzue– la, Parronda; quienes con potentes y gran– des dotes oratorias, atraían inmensos pú– blicos a las iglesias donde ellos predica– ban, y el Padre Domingo Tor±olini, aquel sublime y paciente viejecito que se dedi– caba a confesar a los niños. A todos ellos les somos acreedores de agradecimiento y respeto, pues ellos sin duda alguna, han contribuido de manera eficaz, para afian– zar más en nuestra alma la religión de nuestros mayores".
la Amenaza de expulsión de los PP. Je– suitas de Nicaragua.
Diez años justos y cabales: 1871 la entrada triunfal a León de los PP. Jesui– tas; 1881, su expulsión de Nicaragua de órden del Gobierno de la República. La obra religiosa, cultural e ins±ruc– tiva de los PP. Jesuitas era bien aceptada
con gratitud y entusia.smo en iodo Nicara– gua, en donde ejercían su obTa rrrisional.
Bien sabido es, que contra ·Ia sacucU
da y conmoción que produjo en los PU8"
hlos de Europa la apostasía proiestan18, proclam.ando la libertad el pensamieTlio, la independencia del sentirnienfo privado, degenerada en la negación de toda fé, fue– ron las órdenes religiosas de los Capuchi– nos y .Tesuiías, las que provocaron la 1'n138 viva reacción y el xesurgirnienl0 del esp5.– ri±u católico. De aquí, que cuando esta Compañía, "vigorosaluenie organizada, con su disciplina severa y su flexibilidad de adaptación, se presenta con aITlpl1±ud de miras y universalidad de espíritu, eil
toda obra que se dirige a Dios, se leva.n: él.
en su contra siernpre, la persecución".
Los efectos que causan en león, t~
expulsión de los JesuHas.
Den±ro de la obra general que lúa PP. J"esui±as estaban haciendo en toda Nicara– gua, se contaba como de mucha impo:r-– iancia de cultura espiritual la que venían desarrollando en Ma±agalpa. En esía ciu– dad tenían esiablecido un TItagnífico Cole– gió llamado "San Ignacio", y además, atendían a los indios de las cañadas, con sus lecciones de alfabetización y de ense– ñanza r~ligiosa, :l.an necesarias para aque– llos hijos de la montaña. Sin 0nubargo, "inesperadam.en±e se presenia el Minis±ro de la Guerra Don Joaquín Elizondo con alguna tropa bien equipada, en la ciudad;
y el 4 de Mayo a las nueve y media de la mañana, una compañía de 40 soJdados ro– dea la casa de los PP. con mucho lujo de luaniobras. Preguntando a ellos qué no– vedad era aquello, se les coniesló, que un grupo de indígenas llegaban a la CIudad y que estaban allí para guardar el órden. A poco rato un ayudante del Minis±ro pre– senta .al Superior de la Casa, un pliego, que dIce:
"Al R.P.S. de la Compañía de Jesús. "Por disposición del Supremo Gobier– no cumplo con el deber de notificar a V.R. que los individuos de la Compañía de Je– sús, residentes en esíe depar±alUe11.ío, de– ben evacuarlo deníro del término perenlo– río de cuatro ;horas yéndose direC±an'1en±e a Granada.
"En cuanto a los Nicaragüenses aso– ciados a los RR. PP. Jesuiías en calidad de Novicios, Hermanos, e±c., pennanece· rán en esía ciudad, mientras se les comu– nican nuevas órdenes por esta autoridad.
"No omito manifesiar a V.R. que este mando se halla d:ispues±o a proporcionar– les todos los medios de conducción y de– más auxilios que por el momento necesj-
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