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« Previous Page Table of Contents Next Page »dos por este pueblo con todas las mues– 1ra3 de amor y veneración. Es±amos segu–
rO:3 de que hallaréis hermanos en nues– ¡.ros sacerdoies, protectores en nuestros dignos funcionarios, amigos en nuestros conciudadanos, e hijos muy sumisos corno
c:ris1.i.anos, en fados los habitantes del país. No os, creáis, pues, desterrados, ni perse– guidos, el Señor está con vosotros y ha–
bé.t8 llegado a León que os recibe con sa– J-isiacción, y que cuenta con vuestras 1u–
C'3S y cuidados, para ser alabado y bende– cido por el Señor en los senderos del bien
y de -la virtud".
tril le6R'il.
Ernpi.eza el desfile; la piedad cristia– na; la caridad de los buenos corazones; el n1.a.nc1al0 nazareno de dar posada al pere– grino, van ±o:mando eco y :mayores pro– porciones en aquella muchedumbre que aconl.pafla con alegría inusitada la en±ra– da a León de los Jesuitas. Iban a pie, nos dicen viejos relaios y a su paso por entre el cáljdo vienio, se acodaba y se reducía el panorama de las calles; y C01UO una apoteosis de iriunfo: a la llegada de los
PP. J esuiías a la plaza central de Ca±e–
dral, la ciudad revestida de siglos irradió el esplendor de la epopeya de San Igna– cio de Loyola.
La im.ponen±e y majestuosa Basílica abre sus puedas a los PP. exilados y una dignidad catedralicia los saluda desde la cátedra del Espíritu Santo.
Se les aloja en la casa de Don Ram.ón
J. Sarria, pero por no ser suficiente los conduce el Señor Obispo al Palacio Epis– copal. El calor propio de la ciudad los en– ier.ma, aunque muy ligeramente; y de ±o– clas las casas de la ciudad reciben los ali– ¡'nenios que necesitan, y la medicación ne– cesarja. Incansables en su labor espiri– tual, organizan una MISION en la Iglesia Ca±eclral, en la que la oraioria sagrada es– iaba a cargo de los elocuentes padres Ta– boada y Posada, y la instrucción ca±equís– iica a los profesores de Teología moral los
PP. Cardella y Crispolfi. La misión en los niños estaba a cargo de los PP. Azurmendi y Gmuero que la hacían en la Iglesia de la Mel'ced, haciéndola concluír con una im.ponen±e procesión de la Virgen de Mer– cedes.
Después los pueblos vecinos o aleda–
ños a la ciudad corno los de San Felipe y Sub±iava, saniamen±e envidiosos de la fe– cunda obra de los Padres Jesuitas en el cenlro de la ciudad pidieron por medio de su.S respectivas luunicipalidades se diera en ellos también aIra rrtisión.
l¡;;;¡ Casci en León.
Concluídas las misiones organizaron
las clases para los jóvenes que estaban en el Magis±erio; de Teología dogmática 'Y
moral, Sagrada Escri±ura y Cánones, para lo cual el Señor Obispo les cedió el anti_ guo Convento de Frailes Recoletos, que lo formaba la Iglesia de la Recolección Con tres casas pequeñas, algunas piezas más y un espacioso solar.
Los PP. tenían en León luucho en qué ocuparse, "porque reanimado el espíritu religioso por medio de las misiones, la fre– cuencia de sacramentos aumentaba por cada día en cada clase de personas lo mísmo en el centro que en los barrios".
En la Casa de León residían diez 'Y
seis sacerdotes ocupados parte en los mi– nis±erios, parte en la enseñanza, "de los diez y seis jóvenes entre teólogos, filóso– fos y humanistas, a los cuales se añadían nueve jovencitos, parte de Gua±emala y
parte de Nicaragua, que enamorados de la vida que llevaban los Jesui±as, desea– ban imitarles. El :padre Superior no tuvo hingún reparo en admitirles, puesto que nadie podía con derecho coartar aquella loable resolución de los jóvenes, cuando no la coartaban sus propios padres; sin embargo, no fardó en verse a los liberales empeñados en violar la libertad de padres e hijos, corno lo tienen de costumbre, siem– pre que se trata de dirigirla hacia el bien. Sesenta y dos sujetos mantenía Dios de los tesoros de su providencia, sin renta de nin– guna clase, sólo con el estipendio dé los ministerios y las limosnas espontáneas de los fieles, y esto no por pocos meses, sino por diez largos años, sin que jamás haya falfado nada, sin al±erar el trato ordinario según la. costumbre de la misión, sin oon– ±raer deudas, sin ser gravoso a nadie. El que da alimenI0 a las avecillas y viste de riquísimas galas los lirios de los campos, ¿,cómo desamparará a los que se sacrifican por la propagación de su gloria?".
Ya en el año de 1874, es decir, en tres años de labor en 16 que hace a la Casa de León, ocho teólogos recibieron las sagra– das órdenes, esperando presto, engrosar las filas de los misioneros. Los novicios se. aumentaron y fue ampliado el edificio. En ausencia del P. Superior quedó encar– gado de su educación el P. Tornero.
En la misma Casa residencia de León, establecieron también los PP. Jesuitas un Colegio independiente de ella, que lo diri– gía el P. Vice-Rector León Tornero, que ±e– nía bajo su jurisdicción ires PP. Profeso– res de Humanidades y Gramática que en– señaban a 21 jóvenes.
Rubén Darío niño, con los Jesuitas en la Recolección.
"Por influencia de mi fía Rita, comen-
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