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Don Faustino Arellano contaba que la vela de Corral había sido muy friste. Los granadinos con las puerlas cerradas rezaban por el alma del tristemente ejecutado. Al día siguiente por la tarde fue el enfie– rro: el" Padre Vijil con sus ornamentos sagrados, lo fue cantando por todo el trayecio. Le temblaba en la mano el hisopo del agua bendifa con que rociaba el féretro. Con voz emocionada cantaba: Miserere mei, Deus, secundurn magnarn misericordiam tuarn. El secundurn mulfitudinern rniserafionurn tuarum dele inquitatern meam. Amplius lava me ab iniquitate mearn: et a peccato meo rnunda me.
y entonaba lo siguiente: "Lávame todavía más de mi iniquidad y límpiame de mi pecado¡ porque yo reconozco mi maldad, y delante de tus ojos a fin de qUe perdonándome, aparezca justo en cuanto hables, quede viciorioso en los juicios que de Tí se formen. Rociarasrne, Señor, con el hisopo y será purificado, rne lavarás, y quedaré más blanco que la nieve". Estos salmos cantados por el Rey David después de haber pecado con la mujer de Urías, que se ento– nan en las honras fúnebres, impresionantemente eran cantados por el Padre Vijil.
Murió como un valiellle
Después del enterramiento, el Padre Viji! al re– gresar a su casa enconfró a su hijo Miguel, con el alma acicateada por el desgraciado final de su amigo, el Gral. Corral y le dijo:
"Le asistí hasta el último momento. Murió corno un esparlano. Me encargó que te saludara. Princi– pia para tu Parlido una era de sufrimiento. Ahí en esa cómoda hay mil pesosl tómalos, y andá a buscar a los tuyos. Cumple con tu deber".
Olvido hasta de su lumba
Así terminó sus días el malogrado Corral. No se sabe ni dónde reposa el polvo, resto de lo que fue aquél ser excepcional tan discutido. Hace unos cuan– tos años cuando todavía vivía el jurisconsulfo docior Barberena Rojas, nieto de Corral, su bufete de abo– gado que 10 tenía en su misma casa de habifación contigua al aciual Supermercado Mejía, un incendio consumió su biblioteca y entre las llamas desapare– cieron también, los pocos papeles que habían del Gral. Corral, carlas, grados militares, honrosos docu– mentos. Quedan sí agradables relaciones de fradi– ción, que ofrecen el perfume para saturar su memo– ria, para refrescar su nombre con el entretenimiento deleifable de una gloria que brilló en el cielo de Ni– caragua con rutilante inquietud, con tonalidades re– lampagueantes, con ambiciones y aspiraciones, con acierlos y errores, que se entretejieron. en la trama de imporlantes capítulos de la vida nacional, llenan– do de sangre y epopeya las páginas de la Historia Patria.
Granada sintió en carne viva esta variabilidad de situaciones ernocionales y confradictorias. Se hon– ró con el hijo adopfivo que en temprana edad vino a convivir con nuesfros antepasados. Gozó con sus éxitos, la ciudad se encariñó con sus hechos de valor y sintió también el peso de sus grandes equivoca– ciones.
Estos juicios emifidos a la ligera necesitan com– plementarse con los reflexivos y serios planteados con estimativa lógica de lo que pudo ser la vida de Corral si el desfino lo hubiera llevado por otros caminos. ¿Qué hubiera sido de Nicaragua y de Granada, si los Legitimistas lo hubieran elecio Presidente a la muerle de don Fruio? ..
¿Qué hubiera sido si Corral ataca a Walker en Rivas impidiéndole llegar a La Virgen, lugar desde donde pudo sorprender a Granada la mañana del 13 de Ociubre de 1855? ..
¿Qué suerle hubiera tenido el país si Corral ataca a Granada cuando cayó en las garras de Walker? .. ¿Qué habría resulfado de haber llegado a su des– tino las carias de Corral? ..
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El tono de las oraciones fúnebres pronunciadas Por la mayor ,parte de importantes hombres públicos norte. americanos es eminentemente estadounidense. Sus ecos no pretenden resonar más allá de las fronteras su dolor es familiar y su visión es nacional. Su preo: cupación es limitada.
Hace veintiocho días apenas que el plomo preten. dió destruir la fuente inagotable del pensamiento ha. ciendo estallar una cabeza con visiones infinitas de ac. ción y de bondad. Y el cerebro estalló como un pla. neta en sucesión violenta de relámpagos que estreme. ció el corazón mismo de la tierra e iluminó el pensa. miento de la humanidad. entera llenándolo de ilusiones de fraternidad, de sueños de paz, y un inmenso anhelo de nobleza.
Tenía este ilustre amigo de los hombres, este que– rido ciudadano del mundo: "el coraje, que es la elo. cuencia del carácler"; un insaciable y urgente afán de superación que es, la elocuencia del espíritu; y la ca. pacidad, a través de la claridad de su intención y lo propio de sus conceptos de trasmitir a los demás su esperanza de realizaciones, gracias a la fé que la ani. maba, y que es la que dá esa irresistible elocuenc·ia que Dios ha 'puesto en el alma de aquellos que tienen la dicha de encontrarla.
Por eso, en veintiocho días, ya no lloramos al co, nocido de todos, buen hijo, leal amigo, amante dichoso y padre afortunad.o; ya es tarde para honrarlo dando su nombre a distintos pedazos de la tierra; ya el in. menso vacío se ha colmado de agradecimiento por su meteórica carrera en servicio de la fraternidad humana, y se ha ensanchado de esperanza en el triunfo del cris· tianismo y en la salvación de la dignidad del hombre a través de la libertad de condencia, de la libertad de pensamiento y de la libre elección. la Sangre de Cris· to mantendrá la fuerza de su doctrina hasta la consu· mación de los siglos, la sangre de César multiplicó su nombre y extendió afianzándolo al imperio del dere– cho, la sangre de Kennedy ha hecho vislumbrar ferti· lizándolo el triunfo de la democracia internacional. Ya no lloramos al hombre, ya no honramos al hé– roe, ya no admiramos al estadista norteamericano. Abrazamos la causa de este gran paladín que su– po arrendar con mano fiirme el carro de la vidoria de la paz universal y señalarnos el camino, adelantándose al pensamiento pontico de su propio pueblo y de otros pueblos de la tierra, que debe conducirnos, empeñosa Ipero seguramente, al: "Amaos los unos a los otros".
Palabras del Dr. Enrique Porras G., Vice-Presidente ~e
la Comisión Nacional de la Alianza para el Progreso, en la Velada Fúnebre organizada por esta Comisión
el día 20 de Diciembre de 1963.
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