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io mismo que Corral y los granadinos, y a:mbos por separado llevaron para su propio pecho las a:margu– ras nacidas de tan terribles observaciones.

Las famosas carlas de COD'al

Al día siguiente 1 0 de Novie:mbre, Corral, antes de ir a su despacho, escribió en su casa, fres carfas de su puño y letra que labraron su propia ruina. Al Gral. Tomás Marfínez que estaba en Managua, le de– cía que alistara el ejército. Que todo estaba perdido y que viera cómo podía salvar al país. En el :mis:mo sobre agregó las otras dos, una a don Pedro Xatruch, residente en Tegucigalpa. La otra a doña Ana Arbizú, también de Tegucigalpa, amiga de confianza del Gral. Santos Guardiola. Tenía el sobre la palabra "Reser– vada". El soldado Benito Lagos encargado por Marfí– nez para llevar la correspondencia de Corral, se la enfregó al Presbítero Manuel Loredo y éste, amigo de Walker, la puso en sus manos. Redobló el filibustero la vigilancia y n1.uy te:mprano del cinco de Noviembre, cuando Corral llegó a su oficina en co:mpañía de Don Faustino Arellano y de José Luis Osorno, Walker bajó la escalera del segundo piso y sin decirle una sola palabra se le acercó por detrás. Le mostró las carfas y en perfecfo español le dijo: "Son suyas éstas fir– mas"? Corral, que era moreno, instantáneamente se puso pálido. No dijo una sola palabra, pero con la cabeza repentinamen.l:e hizo varios gestos en demos– .l:ración afirmativa.

Se había descorrido el velo. El filibustero fiero inmediatamente mandó a traer con una escalfa, a Ma– nuel Cerda, Narciso Espinosa, Dionisia Ra:mírez, Libe– rato Cisne, Juan Francisco Silva, Agustín Benard, Do– lores Munguía, Domingo Murillo, José Bonilla, Fer– nando Chamarra y José Ubau. Ante todos estos se– ñores, con palabras subidas de tono, calificó de frai– dar a Corral. Y poniendo las carfas en :manos de los detenidos, les dijo: "Aquí tienen el cuerpo del de– lito".

~1udos de ason1.bro fueron pasando las famosas carlas de mano en mano. Nadie hablaba.

En medio de aquel silencio~ Corral, con voz pau– sada, dijo: "No soy fraidor, pues trato de salvar a mi patria. Que no se culpe a ninguno de estos seño– res. Yo soy el único responsable".

Esta escena fue relatada por el anciano José Luis Osorno a su ahijado Salvador Bravo, padre del Profe– sor Carlos A. Bravo, hace muchos años.

Los principales granadinos fueron :metidos en ca– labozos de la casa cabildo. A corral le tocó la celda donde acfualmente está la Gerencia de la Co:mpañía Aguadora, junto con don Narciso Espinosa.

MONSTRUOSO PROCESO

FaUlas legales y hUlmanas

La Cons±i±ución Política del 12 de Noviembre de 1838, prescribía enfre las faculfade exclusivas de la Cá:mara del Senado, la Declaración con lugar a for– mación de causa contra los Secretarios de Estado en toda clase de delitos, y la de 1854, llamada Constitu– ción de don Fruto, establecía enfre los deberes del Congreso la declaratoria por dos tercios de votos de la formación de causa, cuando delinquieren los Minis– ±ros de Despacho. De consiguiente, para poder pro– cesar al Ministro de la Guerra, Gral. Ponciano Corral, había que convocar al Congreso. Contrariando las Le– yes Funda:mentales de la República, Walker, so pre– texto de que el país estaba bajo condiciones extraor– dinarias, por sí y ante sí, mandó a formar un Consejo de Guerra que juzgara a Corral: "Granada, Noviembre 5 de 1855. Un Consejo de Guerra se formará a las 11 del día de :mañana con el objeto de juzgar al Ge– neral don Ponciano Corral sobre los cargos y especifi– caciones anexas. El Consejo será formado del Coro– nel C. C. Hornby, Presidente; Teniente Coronel C. T. Gilman, Mayor E. J. Sander; Capitán Jorge R. Savidon; Capitán S. A. Astin; Capitán C. J. Turnbull y Teniente Jorge R. Caston. Considerando que el asunto es de i:mporfancia pública, el Coronel B. D. Fry obrará co-

mo Juez consejero. El Coronel don Carlos Thomas il

virá de intérprete para el Consejo. William Walkee~.

Tremenda fue la ansiedad de Granada, anfe \ . prisión de Corral. Era queridísimo del pueblo Loa. soldados en general lo seguían con fé ciega 'en s co:mbafe y todos civiles y militares, eran grandernel\~l

correspondidos por su ídolo. e Si alguien gemía en su vecindad, Corral se hae' presente; si había alegría, Corral reía. El sOldada. rendido arrasfraba el rifle, y Corral le ayudaba a 11

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varlo; el de más allá se agotaba por lo recio de i–

jornada a pie, Corral se apeaba de su caballo y se la.

c~día_ Era la :medida del verdadero caudillo en l~

guerra y en la paz.

Declaración de culpabilidad

Corral pidió que lo juzgaran militares extranje ros y éstos le insinuaron la idea de que se declarar~

culpable y pidiera clemencia al ~ribunal: Hay pre. sunciones que hacen creer que as}. haya SIdo. La re. solución expedida en el mismo día fue la siguiente. "La Corf~ Marcial, en la ciud~d. <:le Granada, el día 6 de Novlembre de 1855 en el JUIC10 de don Ponciano Corral, General y Ministro de la Guerra de la Repú. blica de Nicaragua.

"El Consejo declara al prisionero culpable de los cargos y especificaciones referidas y lo sentencia a ser fusilado". .

B. D. FRY, Coronel y Juez Abogado. C. C. HORNS. BY, Coronel y Presidente.

Dos delitos imputados: Tl'aición y Sedición

Desde el punto de vista legal esta resolución era más que escandalosa. Arbitraria por la flagrante vio– lación a las leyes del país. Un verdadero asesinafo. Walker fue la autoridad convocadora, testigo principal en el proceso y al mis:mo tiempo, alfo juez que con. firmó la sentencia en segunda insiancia. Además en un proceso contra un General de División del Ejército de Nicaragua, el Consejo de Guerra debía de esiar integrado por :militares de la misma graduación de Corral.

Aún a la ligera que se haga reflexión alguna so· bre los delitos imputados, jurídica:mente resulfan irri·

sorios por no decir bochornosos. Los delitos se dis– tinguen y califican por sus respectivas características. El engaño, la astucia en unos, la violencia en ofros, efc. De esta manera la traición se distingue por la inducción, concerfamiento, o en provocar, persuadir. promover o procurar que una nación to:me las armas contra la nuestra. Pero cambia de aspecto radical· :mente desde el momento que lo que se persigue es una intervención armada de un país hermano en los asuntos internos de nuestra nación, en las discordias intestinas como fuerza aliada de uno de los bandos políticos en pugna por el Poder Público. La fraición envuelve la guerra de un país contra afro. En cambio tratar de derrocar por la fuerza a un gobierno que no ha sido electo por el pueblo, con el auxilio de una nación hermana, nunca puede ser iraición, aunque sí pudiera calificarse de falfa de lealtad a ese gobierno. Se requiere un acto :material y esto lo constituye, auxiliando o asistiendo en manera alguna al enemigo, para que to:me por la fuerza un cuarfel de nuestro país, o una posición imprescindible para que pueda penetrar por allí el ene:migo extranjero. Con esas car– tas de Corral, no se estaba persiguiendo más que un

requeri:miento de auxilio de Honduras, para que inier· viniera no solo por el restablecimiento de la paz de Nicaragua, sino también para que el fuego que había en nuesiro país, no se pasara a los otros países de

Cenfroamérica..

Por lo que hace al delito de Sedición, ésia se ca– racteriza por el alzamienio público tu:mul±uoso, tra' tándose de conseguir por la fuerza y no por los me' dios legales, determinadas medidas o providencias de parfe de las autoridades locales o deparfamental esi De manera que ese delito estaba muy lejos de haberlo co:metido Corral. Qué deliio pues, comefió Corral? .

¡ Ninguno.

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