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n'ollo industrial de los países capitalistas se

Bl d~sa ió también sobre la eslruciuración social de c0I1S1rUses. los ricos industriales y los obreros explota– dos e a 1 iornadas intensivas y salarios de hambre. dos co~ los aTIlOS y los esclavos. Como también el Siertlpr 110 en el Estado socialista de hoyes a base de

des~~~do e:ltplotador Y de una clase proletaria explc–

1111 ¡;oS porque dentro del ~a'pitalismo ha exi:otido el :li– lada. que señalaba el ,MInIstro de Comermo espanol le¡tlaberio Ullastres en la X Reunión del Centro Euro–

l)·1'J

de Documentación e .Información de 1961, entre peo d

cción Y distribución: "Si se distribuye mejor no pro u orra y entonces no se capitaliza y no se pro– se ah y ~i no se distribuye se capitaliza, pero la ri–

gr esa

a; se concentra en dErl:errninados grupos y crece

""eZ . 1 lü'" "-descontento SOCIa y po lCO.

el Ahora se ha puesto de moda la tCi!sis de que para r a los pueblos del subdesarrollo debe distribuirse sa c8;qu eza y aurnentar las clases medias económicas. la n esta tesis es contraria a la dialéciica del desa– peho capitalista. y no resuelve el dilema entre p,roc;luc–

rt.~ y distribuclon, a menos que se busque ehmlnar

clo~lase rica de los países subdesarrollados para sus–

I~ irIa con capitalis±as extranjeros que se encarguen

~urealizar el desarrollo induslrial de esos países sub– desarrollados.

Es evidente que el atraso económico aciual que I Profesor Hoselitz ve en Hispanoamérica no se debe e su esiruciuración social original en la época del do– ::Unio español en las. dos clases señala~?s de aristó– cratas ricos y proletarIOS pobres. Tamblen en los Es– lados Unidos existió una estructuración semejante. El propio Washington era un rico terratenien±e dueño de esclavoS, y antes de la Guerra de Secesión así estaba estructurado el Sur de los Estados Unidos con sus gran– des plantaciones de algodón trabajadas pO,r esclavos en beneficio de arist~c~a~as de horca y cuchJ~o. Pero después de 1840 se InICIa en los Estados UnIdos una lransición económica de la agriculiura al comercio y a las manufaciuras, se inicia una revolución industrial. Para esa misma época nuestras naciones hispanoarcte– ricanas ya independientes permanecen en su estado de sociedades agrícolas, y no es sino hasta muy entra– do el siglo XX que algunas de esias naciones inician dicha iransición, mienlras la mayor parle de ellas 10–

davía no han comenzado a desarrollar 10 que el cono– cido historiador de la Economía Profesor W. W. Ros±ow del Instituio Tecnológico de Massachusetis, llama las "condiciones previas para el impulso inicial" corno se– gunda etapa del crecimiento económico. (3)

~Por qué la transición operada a parlir de 1840

en los Estados Unidos no se operó en las naciones his– panoamericanas'? No es esta la oporlunidad para di– lucidar esia compleja cueslión, pero indudablemente en ella intervienen faefores de toda índole, sociales, políticos, económicos, culturales, étnicos, religiosos, geográficos, demográficos, etc. Estos factores inter– vienen para determinar una diferente realidad y de– ben servir de base no sólo para un diagnóstico del pasado sino para una teoría o planificación del fu– luro. La teoría del desarrollo no debe basarse tanto en la semejanza de las metas a conseguir cuanto en las diferencias fundamentales que existen entre los factores determinantes del desarrollo de unos países

y los faefores determinantes de 10 que ahora llamarnos

subdesall'll'oUo de otros países.

Aunque no es posible eludir las comparaciones entre unos países y otros, entre unos pueblos y oiros;

X aunque no es posible olvidar la creciente universa– lidad y universalización de la Economía, de la Técnica

y de los problemas sociales ni negar la posibilidad de experiencias semejantes y de soluciones comunes en muchos aspectos, esto no quiere decir que sea forzoso, como se ha hecho hasta ahora, concebir un tipo 'ónico

y paradigmático de desarrollo. Por el contrario, es preciso y conveniente aceptar la posibilidad de di-

~

(2) Las manías del mundo contemporáneo - por Comado Gini – Revista de Estudios Políticos - No. 122 - Madrid 1962.

(3) Las etapas del crecimiento económico - por W. W. Rostow . Fondo de 'Cultura Económica.

versos tipos de desarrollo, 10 que nos lleva a hablar no de una teoría mundial del desarrollo sino de teo– rías regionales y aun nacionales de desarrollo. Esto es así porque aun realizando experiencias semajantes y negando a soluciones com:unes en muchos aspectos. para estudiar el desarrollo y el subdesarrollo de los di.versos pueblos padimos de realidades y presupues– ios no sólo diversos sino en muchos casos fundamen– talmente diferentes. No es posible elaborar panaceas comunes y universales para aplicarlas a realidades constitutivamente distintas, sacando tales panaceas de las experiencias históricas de otros pueblos, vividas también en otras épocas diferen.tes.

La inlPosibilidad o ineficacia de una teoría uni– forme del d.esarrollo, de una teoría aplicable a todos los pueblos, la pone en evidencia el mismo Profesor Rostow en su obra citada, /lILas e!apas del cl'ecimienlo

económico", cuando al traiar de la segunda etapa, o sea de las condiciones previas para el impulso inicial del desarrollo, se ve precisado a distinguir dos casos: el de un pequeño grupo de naciones, entre las que pone a Es±ados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Ze– lendia, que según Rosiow no se vieron envuelias por las. es1ruefuras políticas y valores de la sociedad tra– dicional y que por 10 mismo tuvieron un proceso de transición hacia el desarrollo de índole técnica y eco– nómica solamente, y el caso de la mayor parle de las naciones que para esa transición tuvieron necesidad de modificaciones fundamentales en la estructura so– cial de una sociedad tradicional bien establecida. Y aún estos dos casos le resulian al Profesor Rostow no bastante definidos, "sus fronteras -dice- no pare– cen ser muy precisas", pues dentro de los Estados Uni– dos encuentra que el proceso de crecimienio de los Estados sureños es diferente del de los oiros Estados, un proceso más lema y prolongado y originado en una sociedad de ±ipo tradicional. Igual sucede con Ouebec en el Canadá. Para los países la±inoamerica– nos encuentra Rosiow que "los casos varían entre sí", Anotemos nosotros que esta complejidad y dife– rencias las encuentra un economista como Ros±ow den_ tro de una concepción económica del desarrollo. Si enlendemos que el desarrollo no es un fenómeno pu– ramenie económico con orígenes y consecuencias so– ciales sino un fenómeno social general del cual 10

económico no es sino uno de sus aspectos, la com– plejidad y las diferencias se acentúan y muliiplican al extremo. Entonces encontraremos pueblos subde– sarrollados en su economía que muestran sin embargo un aUo nivel de cuUura, y viceversa, pueblos con un alto desarrollo económico y un bajo nivel culiural de sus masas, o con un alto nivel culiural y un grave desnivel moral y político.

Es tesis aceplada por los más serios economistas de hoy que el cambio económico es resuliado de fuer– zas políticas, sociales y económicas y no de fuerzas puramenie económicas corno sostiene Marx. En otras palabras, que el desarrollo económico en un país de– pende del estado de las ciencias y de las aties. Desde un punío de visia económico el problema del creci– miento se resuelve haciendo que la tasa de inversión suba a un punto en que el aumento de producción sea mayor que el aumento de población. Pero esta elevación de la tasa de inversión no puede darse sin el elemento humano capacitado para manejar el me– canismo científico y técnico de la economía, sin los directores políticos e industriales, y sin una población preparada para desear, aceptar y hacer funcionar los cambios económicos y sociales necesarios. El desa– rrollo viene a ser así el producto de un cambio de mentalidad y de acfi±ud sociales frente a la ciencia y su aplicación.

"El tamaño y aumenlo de la producción per cápita no dependen sólo de factores colocados dentro del plano esirictamente económico -señala el econoInisia Paul A. M. van Philips-. También y en gran medi– da, los fadores no económicos de±enninan la calidad de los agentes productivos, el grado de eficiencia de su empleo y la forma en que se distribuyen entre las diversas ramas de la actividad". Herberl Frankel ob– serva que la porlentosa capitalización europea du– rante los siglos XVIII y XIX "no se debió a fuerzas

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