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« Previous Page Table of Contents Next Page »para dar vivienda a los nuevos latinoamericanos que l1ualmente aparecen, habría que construir, anualmente, a edio millón de viviendas. Con ese medio millón anual
m., d .. d t' d d ues tra construcclon e VIVlen as es ana e acuer o con
11 d 'f' P d' . ues tro crecer emogra ICO. ero, ¿vamos a elar sm :asa a los muchos latinoamericanos que, de antes, no tie· en vivienda? Para darles casa a todos ellos, en un pla. n ~ db' . 1 o
de 30 anos¡ e ena construirse, anua mente, otro me·
~io millón. Por consiguiente, América Latina necesita un ritmo de construcci6n de más de un millón de viviendas por año.
¿Las construímos? Construímos solamente 165.000
viviendas anuales (5). Cada año se nos van quedando sin construir 850.000 viviendas. A las 850.000 que no
se construyeron en el 60 debemos sumar las 850.000 que no se construyeron en :el 61, Y luego las del 62 y las 63
y las del 64 ... No sé si pronto va a llegar el día -si antes nO ponemos un remedio vigoroso- en que los sin casa invadan las casas de los que las tienen, e invadan las igle· sias, los teatros, los edificios púplicos, en busca de techo donde refugiarse.
Habría mucho aún que añadir al problema de la vi· vienda. Se nos quedan los detalles de la calidad. y de la sanidad de las casas, de las pocas casas, existentes. Por· que no todas tier,Jen grandes ventanas de vidrio, elegan· tes cortinas, espacio en abundancia. En Honduras, por ejemplo, tienen piso de tierra el 90% de las casas rurales existentes; en El Salvador no tiene baño el 89% de las casas .urbanas I:!xistentes. Pero vayamos ya a otro pro· blema.
La alimentación
El Instituto de Nutrición de Centro América y Pana·
má (INCAP), ha realizado unos estudios muy interesantes sobre las cantidades mínimas necesarias de calorías, pro· telnas, vitaminas, etc. para los centroamericanos. Si como paramos esas cantidades mínimas necesarias con las canti· dades que realmente se ingieren, éstas se quedan siempre por lo bajo. Dos .ejemplos, Ilada más.
Los técnicos en alimen·taci6n consideran necesario pa· ra el hombre el que ingiera 30 gr. diarios de ,proteínas animales. Muchos de lós que me oyen es muy probable que llenen y sobrepasel1 ese mínimo; son gente que come bien; péro su alimentación es una excepci6n dentro de la alimentaci6n nicaragüense. En Nicaragua se ingieren dia· riamente 17.05 gr. en el campo, y 27 gr. en las ciuda· des. (6)
La cantidad mínima necesaria de Vitamina A es, para los centroamericanos, 3.900 Unidades Internacionales. Pero la alimentaci6n del campo nica'ragüense de sólo
t337 U.1. (le faltan 2.563). (7) ,
Deficiencias semejantes hay en las demás estadísticas
de las sustancias nutrientes. América Latina y Nicaragua entre ella, es subaliml:!ntada. A las llamas de la no vi· vienda Se agregan las llamas del hambre. Los hombres latinoamericanos y nicaragüenses están en un problema
muy serio.
La educación
Tal vez la educación sea nuestro consuelo: ya que no tenemos viviendas suficientes, ya que nuestros hombres padecen hambre y son hombres físicamente débiles y des. nul,rldos, tal v~z, -Isería c:onsoladorl- seamos pueblos tu le$,
De cada 100 nicaragüenses mayores de 15 años, sao ben leer s610 38. De cada 100 nicarC!güenses mayores de
15 años, 62 no saben leer, no entienden lo que dicen los grandes r6tulos de los cines y de los almacenes, si en· cuentran una tablita con la inscripci6n "no pise el césped", es muy probable que sigan sobre el céspe~, con la misma despreocupación con que siguen 105 perros, porque no en· tendieron nada de la· tablita. Saber leer es la primera grada de la cultura y la mayoría de los nicaragüenses no la han subido. En cambio, en Estados Unidos sabe leer el 97.5% de la población; en Alemania Occidental el 990/0'.
Incluso nos superan en alfabetismo naciones que tal vez nosotros, ligeramente, hubiéramos considerado inferiores: en el Congo Belga y en Corea del Sur la tasa de alfabetos es de 40%. (8)
Saltamos, ahora, al e;xtremo opuesto de la escala oro dinaria de la cultura. Saltemos del alfabetismo al nivel universitario. Tal vez aquí nos espere el consuelo, tal vez encontremos que casi todos los nicaragüenses que sao ben leer han seguido culturizándose hasta inscribirse en la universidad. El porcentaje de matriculados en la uni· versidad (1958) con la relaci6n al número de nicaragüen. ses de 19 a 22 años (edad uniersitaria) es de 0.9. (9) En el realista y duro mundo de los números, de cada 100
nicaragüenses en edad universitaria, ni siquiera uno se matricula, sino nueve décimas de uno. Ante esta reali· dad, es incomprensible cierta oposición que existió y exis· te con respecto a la fundaci6n de la Universidad Centro· americana: el qu~ exista una no es razón para que no exista otra, cuando es tan miserable el nivel numérico de nuestros universitarios.
Nos queman, pues, las llamas de la no vivienda, las llamas del hambre, las llamas de la deseducación, y aún habría que añadir las llamas de las enferme· dades, del mal repartimiento de las tierras, de la poca productividad de la agricultura, de la escasísima industria, del poco rendimiento del trabajo de cada hombre porque está mal alimentado, enfermo y deseducado; las llamas de la menti'ra en los negocios y en la ,política, etc. Y a este estado nuestro, tan distinto del que c1ebía ser, entran cada año millones y más millones de hombres nuevos. Entran a padecer, a sufrir, a no vivir como hombres. Esto no puede seguir así. No podemos seguir así. El modo de vida de nuestras naciones es criminal. Esta· mos cometiendo crímenes masivos. Nos escandalizan las matanzas en masa realizadas por los nazis. ¿Por qué no nos escandalizan nuestras estructuras de vida social, eco– nómica y política, c()n las que estamo~ matando a miles de nuestros hermanos, o con las ql,le estamos obligándoles a vivir como animales?
Desgraciadamente muchos no experimentan la neo. cesidad de solucionar estos problemas porque no llegan hasta ellos las llamas. Están bien amurallados en sus comodidades. Hay una frase de León Bloy¡ dura, hirien. te, pero veraz: "Nos olvidamos de los pobres porque es· tamos cebados, porque no sabemos lo que es el hambre ni la sed". Estos, los de la vida cómoda, están especial. mente obligados a reaccionar contra su burguesía, contra esa asqueante inconsciencia social. Todos estamos obli· gados a actuar, seamos ricos o seamos pobres, estemos bien o estemos mal. Todos.
Pero ¿qué hacer? Hay mucho que hacer. Hay mu"
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