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PROBLEMAS SOCIO..ECONOMICOS

y

XAVlER ZAVALA, S.J,

EL ESPIRITU DE LA SOLUCION

Los grandes poetas presienten lo que todavía apenas es o lo que, siendo ya, aún no es sentido por los hombres corrientes. Rubén Darío se conmovió con el gran pro-' blema mundial y, sobre todo, latinoamericano. Dice en su "Salutación del optimista":

"Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo, la inminencia de algo fatal hoy conmueve a la tierra ... y algo se inicia como vasto social cataclismo".

Es muy probable que los latinoamericanos contem– poráneos de Rubén no entendieran esos solemnes versos,

como los entendemos los latinoamericanos de hoy. Hoy,

por poco que nos asomemos a la plaza de los hechos lati, noamericanos y a la plaza de las ideas lat~noamericilnas

y por poco que reflexionemos sobre ello, sentimos "so,: dos ímpetus en las entrañas del mundo", fIla inminencia de un vasto social cataclismo".

América Latina y Nicaragua entre ella, está mal. Es. tá muy mal. La vida económica, social y polltica de Amé. rica Latina son edificios en llamas. Este rato, mientras hablo a Uds., América Latina y Nicaragua entre. ella, se está quemando. No exagero. Un breve análisis de la realidad me dará la razón.

I. LOS PROBLEMAS SOCIO-ECONOMICOS

Las circunstancias demográficas

Según cálculos de las Naciones Unidas la población de América Latina en el año 1900 era de 63 millones. En

1950 fuimos 163 millones. En sólo cincuenta años Amé– rica Latin~ aumentó en 100 millones.

y lo que es más interesante, nuestro aumento de po·': blación ha sido una carrera en la que hemos acelerado cada vez más. Si en 1900, por cada 100 latinoamerica· nos, aumentábamos anualmente en razón de 1.8, en 1935

aumentábamos en razón de 2, y en 1950 nuestra ,tasa de crecimiento alcanzaba ya los 2.4%.

Esta carrera pobladora en que aceleramos más cuan· do más corremos, no ha terminado. Se calcula que, de los años que ahora vivimos al 1970, aumentaremos anual· mente en ra~ón de 2.6%. Ningún continente crece en el mundo como el nuestro. Así, para 1975, seremos 293

millones de habitantes.

Si nos admiró ver que en cincuenta años crecimos en 100 millones, asustémonos ahora al calcular que, en veinticinco años (del 50 al 75), aumentaremos 94 millo· nes. (1)

Nicaragua participa de esta explosión demográfica. Bástenos saber que nuestra velocidad de crecimiento es mayor que la velocidad media de América Latina. Esta está llegando ai'lora a una tasa de crecimiento de 2.6%, en cambio Nicaragua, ya en los años 51-60, había alcanzado la tasa de, 3.3%. Crecemos, ,pues, vertiginosamente. Tan·to que a; partir de 1961, duplicaremos nuestra pobla. ción en el reducido tiempo de 23 años. (2)

Tal crecimiento d~ población es un gozó y una espe· ranza para. el futuro. Pero para el presente, -dadas nuestras circunstancias, nuestros problemas, las llamas en ;que nos que"lamos-, es más una tragedia. No hay ca· sas para lo~ que existen y cada año vienen millones más; . no hay a'imentación suficiente para '05 que existen y ca· da año vie"en millones más; no hay escuelas y maestros suficientes pará los que existen y cada año vienen mi· 1I0nesmás.

Tal v,ez algunos de Uds. estén pensando que los hom· bres nuevos que nos vienen no son únicamente bocas que

alimentar, cuerpos que vestir, espíritus que educar; sino también brazos y entendimientos para trabajar y produ. cir más. Tienen razón. Pero la :tienen en ¡parte, nada más. Porque, si el ritmo de crecimiento es cada vez ma. yor, también se va haciendo cada vez mayor el número de los habitantes (niños y jóvenes) que no producen y si reciben. Además, nuestras malas organizaciones sociales

y económicas no dan trabajo para ,todos ni el trabajo de los que producen es suficientemente productivo, no rinde lo que debería 'rendir. No tengo tiempo para examina, despacio estas tristes realidades y me ciñeré solamente a

algún detalle del caso nicaragüense.

En 1950 había en Nicaragua 1,060.000 habitantes. De todos ellos, sólo 330.000 estaban activos económica· mente. Es decir, nuestra población económicamente ac· tiva es el 31.1 % de la población total. (3)

Hay aún otro problema de importancia, nacido del rápido crecimiento demográfico. Nuestra población es predominantemente joven. Utilizaré como ejemplo el ca· so da Guatemala: la edad media de la población guate· malteca es 22 años 2 meses (4). Somos, pues, pueblos de gente joven, lo que tiene mucho de bueno, ,pero tamo bién mucho de malo. Nuestra historia y nuestro presen· te nos señalan como pueblos difíciles de disciplinar, pue– blos que viven de la imprevisión, pueblos con tendencia anarquizante en la conducta pública; ¿no será la causa de este proceder inmaduro nuestra edad media nacional veinteañera?

La vivienda

¿Hay viviendas suficientes para todos los latinoam e· ricanos? ¿Construimos viviendas a un ritmo correspon· diente a nuestro rápido crecer de población?

No. En el mundo entero no hay viviendas suficien' tes para todos los hombres. En Amrica Latina, en Nica· ragua, no hay casas suficientes para todos. La pregunta es mucho menos exigente. Pregunto si hay viviendas, que más o menos mere:a:can el nombre de viviendas hu' mal1as, sean ricas o pobres. .

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