This is a SEO version of RC_1963_11_N38. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »pruebas. Esta declaraci6n no substi-tuye a un tratado solemne, pero confío que nos ayudará a llegar a él. Tampoco ese tratado substituirá al desarme, pel'o
confío que nos ayudará a llegar a él,
Por último, conciudadanos, volvamos a examinar nuestra aditud frente a la paz y la libertad en nuestro país. Las virtudes y espíritu de nuestra sociedad debe justificar y secundar nuestros esfuerzos en el extranjero. Debemos demostrarlos con la abnegaci6n de nuestra ,pro– pia vida, como muchos de vosotros, que asistís a este acto de entrega de diplomas, tendréis ocasi6n de hacer, pres– tando servicio gratuitamente en el extranjero, en el cuerpo de -paz, o bien, dentro del país, en el proyectado cuerpo de Servicio Nacional.
Sin embargo, dondequiera que estemos, debemos todos, en nuestra vida diaria, honrar el antiguo principio de que la paz y la libertad van una junto a la otra. Hoy, en demasiadas de nuestras ciudildes, la paz no está ase– gurada porque la libertad es incompleta. Es deber del Poder Ejecutivo de los gobiernos, en todos sus niveles, facilitar y proteger esa libertad pa¡'a todos 105 ciudadanos por todos los medios que estén dent'ro de sus facultades. Es deber del Poder Legislativo, en todos sus niveles, don– dequiera que la autoridad no sea adecuada, hacer que lo sea. y es deber de todos los ciudadanos, de todos los sectores, respetar los derechos' de todos los demás y res– petar la ley del lugar.
PAZ UN DERECHO HUMANO
Todo esto no deja de tener que ver con la paz mun– dial. "Cuando la conducta de un hombre", dicen las
Escrituras, "complace al Señor, hace que hasta sus enellli. gos estén en paz con El". V, en resumidas cuentas, ¿no
es la paz esencialmente un asunto de los derechos hUllla. nos, el derecho de vivir nuestra vida sin temor a la de. vastación, el derecho de respirar el aire como la naturaleza nos lo brinda, el derecho de las generaciones venideras a una existencia libre de enfermedades?
Al mismo tiempo que procedemos a salvaguardar nuestros intereses nacionales, procuremos también pro. teger 105 intereses de la Humanidad. Y la eliminaci6n de la guerra y de los armamentos actúa sin duda, en favor de ambos objetivos. Ningún tratado. por muy ventajoso que resulte para todos, por muy cuidadosamente que sea escrito, puede brindar una seguridad absoluta contra los riesgos del engaño y del incumplimiento. Pero puede -si es suficientemente efectivo en su realización y sufi. cientemente favorable
<11 los intereses de sus firmantes– ofrecer mucha mayor seguridad y reducir mucho más los riesgos de guerra que una carrera de armamentos sin con. trol, irrestricta e imprevisible.
Los Estados Unidos, como sabe el mundo, nunca ini. ciarán una guerra. Nosotros no queremos una guerra. Tampoco la esperamos. Esta generación de no-rteameri. canos ya ha ,tenido suficiente cantidad -y más que sufi. ciente- de guerras, odios y opresión. Estaremos prepa. raclos para la guerra si otros la deseari. Estaremos alertas pa'ra tratar de impedirla. Pero haremos también nuestra par,te en construir un mundo de paz, donde el débil pue– da sentirse seguro y el poderoso sea justo. No nos sen. timos desalentados. ante esta tarea ni nos falta fe en su éxito final. Con plena confianza y sin temor, trabajamos Con ahinco no en una estrategia de aniquilación, sino en una es!rategia de paz.
4 de noviembre de 1963
PROCLAMA DEL DIA DE ACCION DE GRACIAS
Hace más de tres siglos, nuestros antepasados en Virginia y Massachuset,ts, lejor del hogar, en una solitaria inmensidad, establecieron un día para dar Gracias. En el día señalado, ellos expresaron gratitud reverente por disfrutar de seguridad, por la salud de sus hijos, por la abundancia de sus cosechas, por el afecto que los vincu– laba y por la fe que les permitía estar unidos a Dios. Así también cuando las colonias alcanzaron su inde– pendencia, nuestro primer Presidente, en el primer año de su gobierno, proclamó el día 26 de noviembre de 1789
como "Día Nacional de Acción de Gracias y de oraciones, para ser observado mediante el reconoimiento, por nues– tros corazones agradecidos, de los muchos favores redbidos del Altísimo", y exhortó al pueblo de la nueva República a que 'rezara "para pedir a Dios que perdone nuestras cul– pas. .. para que nos conceda el conocimiento y prác-tica de la religión y la virtud verdadera ... y en general para que conceda a toda la Humanidad un grado tal de pros– peridad temporal como crea Dios que es mejor".
y así, también, en medio de la trágica Guerra Civil norteamericana, el Presidente Lincoln proclamó el último jueves de noviembre de 1863 como un día para expresar de nuevo núestra gratitud ,por los "campos llenos de fruto"
de los Estados Unidos, por nuestra "fuerza y vigor nacio· nales", y por todas las bondades recibidas.
Mucho tiempo ha pasado desde que los primeros co· lonos llegaron a las costas rocosas y los sombríos bosques de un continente desconocido; mucho tiempo hace que el Presidente Linoln vio a la Nación norteamericana sumida en los horrores de una guerra fratricida; y en todos estos años nuestra población, nuestra abundancia y nuestra fuerza han aumentado rápidamente.
Somos hoy una Nación de casi 200 millones de seres, que se extiende de costa a costa, y hasta dentro del Pael· fico, y al norte, hasta el Artico, una Nación que goza de los frutos de una agricultura y una industria que no dejan de aumentar, y que alcanza niveles de vida desconocidos hasta ahora en la historia. Humildemente, damos las gracias por todo 9stO.
Con todo, conforme ha crecido nuestra fuerza, de igual manera ha aumentado nuestro -riesgo. Hoy, damoS las gracias a la mayoría de nuestros antepasados, por la rectitud de propósito, la c(lnstancia de decisión y fuerza d'
voluntad, por la valentía y la humildad que poseían y que debemos tratar cada día de emular. Al expresa-r nuestra gratitud, no debemos olvidar nunca que la forma más alt.
-86-
This is a SEO version of RC_1963_11_N38. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »