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« Previous Page Table of Contents Next Page »,- . . ( . :i en la escena nacional en uri rnomenlo en
Yi"nn ec ~c'itabo. publicidad. Al fin, ,Jack se decidió a (fUe n~c r~'8 ". -si podía obi:ener la designación.
prese~~t Ja~k se hlG a Chicago sab~endo que en] ~H10 1-:'
'conlel1d~en±es por la can,dlda.i:unl a la Vlce–
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neia ClerJan,en±e no ien]a una pron..8sa de– p're;Sl ede C;;ue Stevenson fuera a elegirle corno con..– fm;d a de campaña electoral. Pero, según las inror–
pan~r°'les de la prensa, nadie lenía tal promesa,
rnacIE~ ciedo que SlevensoD. había ±raiado con cordia- , d a Fíennedy. Por otra parle, el Gobernador era hdaliberal declara,do y algunos dem.ócral.as liberales un b~n iodavía dlsgustados por la negailva de Fíen– esta a declararse decididamente en conira del sena–
d~~lJoseph lv1cCarlhy· en los p:ámeros años cincuenta. Sin embargo, el reverso Cl~ la medaJla era que oiras t "udes adop;l.adas por l'tennedy en el Congreso se ac l' , '.' 'd ' l'b 1 Al fueron haciendo c;a .a. ,vez nLas
1 era es. " ..}ora, en Chicag o , la gra? cues±1c;n pa~a"Jack era: aS~even~,?n
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El favor mlO o conrra rm? Es±a era la cuesiloll
~~cial pOI'que, en el pasado, el candidato elegido ge–
~era.lmente tepía la úHima p~labra en la designación de su COnLpanero de carr"pana.
En este ienso ambiente, unas doce horas antes de que empezasen las votaciones, Jack recibió una lla– mada telefónica del gobernador S±evenson. ¿Querría Kennedy pronunciar el disc;urso en favo~ de la. de,– signación de S±evenson? SI, na±uralmenle, conresio Kennedy.
Era un golpe desconcerlan±e. Su significado, imaginaba Jack, era bastante claro: el hombre que pronunciaba el discurso de designación recibía mera– mente un hueso para consolar su amor propio. Lue– go el candidato podía pasarle por alfo al elegir su
ho~bre para la vicepresidencia.
Luego, Jack se reunió con una delegación de Nueva !ngla±elTa y confesó sincerarnen.i:e sus pocas esperanzas de ser designado para el segundo lugar de la candidatura demócraia. Los delegados se api– ñaron a su alrededor.
-éEsto quiere decir que se reiira usted de la elección? -preguntaban con cara de preocupación. -No -replicó Jack, explicando que, si bien en– tendía que la situación no era esperanzadora, no iba a admitir su delTota.
Aunque Jacle no lo sabía, la situación estaba a punto de aclararse defini±ivamen±e. Al dí.a siguiente, Stevenson obluvo el nombramiento e hizo una dramá– tica declaración. Rompiendo iodo precedente, deci– dió que la designación para la vice-presidencia se haría mediante una votación general entre los dele– gados. Todas las personas cuyos nombres sonaban para ocupar el puesto eran igualmente aceptables pa– ra él. Que ganara el mejor. Los delegados queda– ron sorprendidos por el súbito cambio de decoración. La designación iba a dilucidarse a codazos, y el pre– mio sería conquistado a la rebatiña.
Cuando al día siguiente cornenzaron las votacio_ nes, Jack se encontró comprometido en una baialla contra el senador Estes 1{efauver, de Tennessee. Sen– tado tranquilamente delante del televisor instalado en su cuarlo del hotel, Jacle contempló la lucha que tenía lugar en el abarrotado local donde se celebraba la Convención. Mienfras las cámaras de ielevisión recogían los apresu1'ados susurros de las conferencias
cel~bradas enire los jefes políticos, él valoraba con raI;l1dez la fuerza de su situación, pero se reservaba cUldadosamen±e sus pensamien±os para él solo. Sus ayudantes y colaboradores estaban excitados, pero él
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e mostraba tranquilo y desapasionado. Dijo que
1 a a tomar un baño para descansar.
En la segunda voiación, J ack empezó a recoger votos. Nueva York decidió votar por 1{ennedy. Te– xas se inclinó también hacia él. Jack necesitaba exactamente 68 votos más para ganar; la elección :sáaba al alcance de la mano y sus ayudanies, exci– _a os, comenzaron a dar voces. Jacle salió de la ba– ?er k para co:n±,emplar el ,espectáculo, y cuando !{en–
~~c lY l~ aporto otros ±reln±a votos, Ted Sorensen se e anta para estrechar su mano.
h h-Mi enhorabuena, Jack -dijo-l esto es cosa ec a,
·--No, ±odavia no -l'eplicó Jacle y se volvió hacia
la pan!alla del televisor. áQué había visto que se escapó a. los derrlás'?
, Y~ fuera por premonición o por conocÍl'nien±o de corno Iban a reaCC10nar otros Estados a su candida– iura, Jack había observado un cambio. Mornenlos después la Convención se declaraba en favor de 1'\e– fauver, y Jacle con±enLplaba en silencio cómo aun1G2'l– iaban los votos para su contrincanle. Ya nada podía
op0I1;~rse.a I'\efauver. J!3;ck lo sabía, pero su cara no refleJO nInguna decepclon. La Convención era un confuso torbellino. Cuando Kefauver recibió los úl:li– mas votos que necesi±aba para vencer, Jade se volvió
él, sus colaboradores:
-Vámonos -dijo tranquilal"nen±e,
Vesiido con la misma cuidadosa deliberació2'l de que había hecho gala en las úliinLas horas, Jacle se dispuso a acudir al salón dé la Convención. Había sufrido la primera derrota de su carrera política. Pe– ro no lo demostraba. Enlró sonrien±e en la Conven" ción y, como si en vez cj.e perder hubiera ganado,se abrió paso hasta la tribuna y se mos1ró apuesio y er– guido ante la n-,uliiiud. Dio gracias a iodos los que habían trabajado tan denodadanLente en su favor y luego pidió que se procediera a una votación final pa– ra que la designación de Ke.fauver fuera unánime. La intervención de Jack convirtió la derroia en una vicioria personal. Su pulcro y gracioso discurso dejó la fuede impresión de que era un joven del que se hablaría en el futuro.
Sorprendentemente, la derrota se transformó en suerle. Con 1.0 el padre de Jack había predicho, Ste– venson y 1"\efauver :fueron balTidos por la popularidad del presidente Eisenhower en la elección de novielu– bre de 1956. Jack había escapado a la derrota en unas elecciones generales. Si se hubiera presentado con S±evenson, una gran parle de la delToia de éste habría recaído sopre sus hombros, reduciendo sus fu– ±uras posibilidades de alcanzar la máxima magistra– tura. Peor aún, como Jack era católico, su derrota. se habría interpretado como un sínioma de que la naciól1; no estaba todavía madura para elegir a un católico para un puesio 1an elevado. Corno diría des– pués su herm.ano menor Bobby, 'refiriendo el episo– dio, Jack "se salvó de la vicepresidencia".
"Ningún católico, por eminente que sea, puede hoy ser elegido presidente de nuestra nación". Así decía uno de los principales ieólogos católi– cos norleamericanos sólo catorce años antes de que el senador Joh1'1 Fl:ennedy se propusiera llegar a ser presidente de los Estados Unidos. En 1960, muchos nortealuericanos pensaban todavía así: un caiólico no podría ser nunca elegido para ocupar la Casa Blanca. Sólo una vez, treinta, y dos años anies, un cató– lico aspiró a la presidencia, .. , y fue decisivamente delTotado. Este fue Al Smith, de Nueva York. Sin embargo, algunos políticos que habían sondeado cau– ianLente los sentimientos del público en 1960, emi– tieron la teoría de que en la actualidad había menos intolerancia en Norieamérica. Esto, na±ura1men±e, era difícil de dem.ostrar, porque parecía evidente que en ciertos sectores del país existía una abrun..adora. co– rriente de opinión pública violentamente opuesta a la elección de un presidente católico.
Había muchos problemas que afrontar. Uno, evidentemente, era la religión. 011'0 era la edad: si ganada sería el hombre más joven elegido para la presidencia en toda la historia. Un tercer problema era su calidad de senador: sólo otro honLbre, Warren Harding, había pasado a la Casa Blanca direC±amen±e desde el Senado. Por la misma naturaleza de BU
cargo, un senador se ve obligado a adoptar decisio– nes impopulares, y las decisiones impopulares signi– fican pérdida de vofos. Resumiendo iodo esto va– rios años antes de iniciar la campaña final, Jacle decía a un periodista:
"Nadie va a regalaIll1e la designación. Si ya fuese protes±an.:l:e, gobernador de un Bs:l:ado impoda.n:l:e
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