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« Previous Page Table of Contents Next Page »'d iras los velados pa~es .diplomáticos, ,se dio cuen– dI o ue la vida de penodlsfa no se habla hecho pa– ta ~i Vio que un ~epo~~z;o está definitivamente !'lP~r~
ra d
e 'de la verdadera aCClOn del mundo. Un penodls– la o ribe y comenta las cosas que hacen otros. "Es ia eS~pel demasiado pasivo", confió a sus amigos ha– un Pdo de los inconvenientes de su nueva carrera. blfnba recuperando su fuerza y se sentía impulsado a Es a erse en campos' más activos, donde pudiera crear mO V oticias para que otros las escribieran.
las nEstos eran los,' pensamientos que anidaban en la nte de Kennedy cuando regresó de Europa en 1945 me:iimitió de su puesto como reportero de la Interna–
y. nal News Service.
tio Dice la leyenda que John F. Kennedy decidió de– d'cars e a la polí±ica una noche, de:;pués de una larga lnversación con su padre. Se afIrmaba que Joe se– cC?or había dicho a Jack que como su hermano Joe
h~bía dado su vida por la patria durante la guerra, le orrespondía a Jack sostener la tradición familiar de cnireg arse al servicio público en el campo político. Toda la familia apoyaría a Jack, dijo su padre. Y la hisforia sigue diciendo que Jack atendió al llama– mienfo Y decidió en el acto dedicarse a la política. Pero la verdad es algo distinta. Ciertamente, ha existido una tradición política en la familia Kennedy. Es seguro que Joe quería ver esta tradición continua– da y además entendía que la misión debía ser desem– pefiada por Jack una vez que Joe había muerto. Pe_ ro esta versión es demasiado simple, porque tiene en cuenfa todas las cosas excepto la más importante: la noiable personalidad de Jacle Kennedy.
Su decisión sorprendió a los políticos profesiona– les de Boston. Eran hombres endurecidos y acostum– brados desde haCÍa mucho tiempo a seguir sus pro– pios métodos. Los acontecimientos pasados habían mosirado la corrupción que se oculiaba en muchas de sus prácticas. Algunos' de estos políticos, al contem– plar a primera vista al pequeño David que se atrevía a desafiarlos, lo ton'1aron a broma y decidieron que la amenaza de Jack no tenía por qué preocuparlos. No sólo era muy joven, pensaban, sino que estaba claramente extenuado por las enfermedades sufridas durante la guerra y su piel tenía ese extraño matiz amarillento que producen las tabletas de Atabrine, el Jlledicamento contra la malaria que se le administra. bao Jack era exactamente el Rolo opuesto de lo que se supone que debe ser un político de Boston. No lle– vaba sombrero hongo, no se pasaba el tiempo metido en los bares y no tenía el aspecio del tipo que llena la lisia de cargos de la localidad con sus amigos y
parientes, los cuales, en verdad, no lo necesitaball. En suma, los políticos de Boston pensaron que Jack era algo así como un pez fuera del agua.
Pero Jack ienía sus propios planes. La primera lucha de su carrera política había de ser su propia lucha. Nadie iba a ganarla para él.
Los políticos de Boston no conocían la fuerza de carácter que poseía el joven Kennedy, y es~a ignoran– cia los condujo a cometer un grave error de cálculo. El undécimo distrito electoral, por el que se presenta– ba Jack, resuliaría un hueso demasi~do duro de roer para un recién llegado, pensaban losfpolíticos a la vie– )a usanza. Ciertamente incluía la Universidad de Har– vard, donde había estudiado Jack, pero esta circuns– ia,nc;:ia no le daría demasiados votos. Además, el un– declmo distrito era uno de los más du,ros y ásperos de
B.~ston. Sus barrios bajos eran de lo peor de la na– Clan, con uno de los más alfos índices de criminali–
da~. "Ningún pipiolo de la Universidad nos va a qUltar esas zonas", concluyeron los políticos.
. Pero el distrito tenía un par de, sectores que po– dlan ayudar a Jack. Incluía el Este (:le Bastan, donde i
U ~adre había nacido, así como el áxtremo Norte de a cludad, donde estaba el hogar de su madre. Las
~os zonas podian ser trabajadas eficazmente en busca Re vofantes que recordaran la vieja fanlilia de los
enne~y y su honrada cepa política, tan distinta de las .~eclentes Administraciones despresfigiadas por los escandalas.
Como Jack había comenzado la campaña antes que los demás candidatos, éstos dedicaron escasa
JOh11 F. Kennedy (a la d~recha) y sus hermanos, Robert (Bob, a la izquierda) y Edward (Too), conferenciando.
atención a los esfuerzos de Jack. Pero cuando des– cubrieron que no podían neutralizar con burlas la creciente popularidad de Jack, empezaron a arrojarle barro. Un candidato llamó a Jack "pobre señorito millonario". Ofro pretendió comprar su retirada ofre– ciéndole nombrarle secrefario suyo en Wáshington si abandonaba la campaña. Pero Jack se negó a ser comprado. No le daban miedo las pedradas que le estaban lanzando sus contrarios. Y cuando éstos di– fundieron el rumor de que el padre de Kennedy esta– ba intentando comprar votos, Jack volvió a la bre– cha con redoblado ardor y entró en contacto con más votantes que nunca.
Al cabo de pocos meses, Kennedy se había con– vertido en un experlo en lides electorales. Su esme– rado análisis de los deseos del votante individual, más sus propias convicciones, le ayudaron a confec– cionar un prudente programa político. Jack era el único veterano de la guerra que tomaba parte en la competición y abordó las pequeñas cuestiones de la vida cotidiana que significaban mucho para los elec– tores: viviendas, prestaciones para los veteranos, em– pleos.
Cuando llegó el día de la elección primaria, Jack derrotó abrumadoramente a sus nueve contrincantes. Hasia sus más ardientes partidarios quedaron sor– prendidos por la cantidad de votos que reunió. Pero Jack lo tomó con filosofía.
-"La oportunidad significa casi todo en polí±ica
~dijo luego a los periodistas-o Fui elegido porque era el único veterano entre los candidatos, y si mi hermano Joe no hubiera muerto, él habría sido el miembro del Congreso".
Tal disminución de sus propios méritos no -era lnerecida. Sin embargo, ésta era la forma que tenía Jack de ver las cosas. Para él, todo podía mejorarse. Jack estaba en el camino del éxito, pero siempre tuvo la impresión de que no se debía sólo a sus esfuerzos. -"Me dediqué a la polí±ica únicamente porque Joe murió- explicaría luego a unos periodistas que le entrevistaban-, si algo me ocurriera a mí mañana, Bobby continuaría ...• y si Bobby muriera, Teddy ocu– paría su lugar".
El senador Kennedy y su dama
Cuando Jack Kennedy fue por primera vez a Wáshingion como miembro del Congreso, corrieron falsas historias acerca de cómo el juvenil legislador fue confundido con un paje del Senado. Aunque ta– les historias no eran ciertas, era evidente que Jack no se parecía en nada a un diputado.
Tenía veintinueve años y era muchos años más joven que la mayoría de sus compañeros del Congre– so. Su pelambre de color castaño, cayendo incontro– lable sobre su frente sin arrugas, daba a muchos la
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