Page 20 - RC_1963_11_N38

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indusf:r#i.les) pre6ctipádos sólo por sus infereses y los mezqUinos padidos políticos los que mofivaron que Inglaferra, en general, ignorase el amenazador desa– fío que venía del afro lado del Canal de la Mancha. Jack opinaba que el mundo había reaccionado con excesivo apasionamienfo anfe los problemas de Mu– nich para poder ver la cuestión claramenfe. Cham– berlain no cedió en Munich porque femiera al Ejércifo alemán. Fueron las fuerzas que había defrás de Cham– berlain -la general apatía, la preocupación por el provecho y la seguridad, el pacifismo- las que forza– ron a Chamberlain a hacer 10 que hizo. .. "los que critican la Chamberlainl -escribía Jacle- han esfa– do disparando sobre un blanco equivocado. El pacio de Munich en sí mismo no debe ser el objefo de las críticas, sino más bien los facfores subyacenfes, fales corno el esfado de la opinión inglesa y la situación de los armamentos brifánicos, que hicieron la rendición inevitable" .

Uno de los punios más inquiefanfes de la fesis de J ack era aquel en que afirmaba que las naciones de– mocráficas, corno Inglaferra y los Esfados Unidos, no podrían hacer frenfe a las duras exigencias de la gue– rra sin convedirse a su vez en Esfados fofalitarios. Un Gobierno democráfico, sujefo a la volunfad del pue– blo, se mueve despacio. La falta de fuerza de la In– glaferra de enfonces daba peso a su argumenfo. Co– rno confrasfe, lq. rápida fuerza del nazismo, que exi– gió la máxima e inmediafa acción de la indusfria ale– mana, pudo consfruir una ingenfe máquina de guerra en poco fiempo. Era un juicio desapasionado. Además, el joven Jack veía el refo con que se en– frenfaban los Esfados Unidos. Nodemérica debía rear– lnarse fan rápidamenfe corno fuera posible, declara– ba, si fenemos que salvar la democracia americana. América sólo podía salvarse por la fuerza y no debía permitirse a sí misma el caer en la frampa de la apa– tía que casi había esfrangUlado a Inglaferra. A tra– vés de toda la obra de Jack se traslucía el terna del sacrificio ciudadano. El pueblo en la democracia de– be ayudar volunfariamente al Gobierno durante los tiempos de crisis: debe pensar en 10 que puede hacer "por" el Gobierno en vez de pensar en recibir "del" Gobierno. Veinte años después, Jack volvería a in_ ferpretar esfe ±ema en tono mayor, en un intento de reagrupar al pueblo nodeamericano en otra época de crisis.

Al iniciarse la primavera de 1940, al mismo tiem– po que Jack enfregaba su tesis para que fuera califi– cada por los profesores de Harvard, los acontecimien– fas de Europa demosfrabn la exaciifud de muchos de sus argumentos. El moderno Ejército alemán, equi– pado con tanques nuevos y bombarderos en picado, barría una Europa mal preparada, corno una guada– ña modal.

Aparentemente nada podía resistir el avance de la horda nazi. Holanda y Bélgica se derrumbaron a los primeros golpes. Francia, con su Línea Maginof -la prefendida defensa perfecia-, iba a ser la vícii– ma siguiente. Aquel vasto dispositivo francés de ca– samafas de cemento erizadas de cañones de gran cali– bre y ametralladoras y enlazadas por túneles subte– rráneos por los que enteros batallones podían mar– char según las necesidades del momento, cayó corno fácil presa del Ejército alemán mecanizado. Los ca– rros de combafe alemanes rebasaron el flanco del sis– fema defensivo francés y las ametralladoras y caño– nes franceses, preparados para combatir contra un enemigo que afacase de frente, fueron flanqueados, desadicUlados y reducidos a la impotencia. Se de– rrumbó la confianza de los franceses en su soberbio Ejército. Y Francia se rindió a Alemania.

Sólo Inglaterra seguía luchando. El Ejército bri– fánico fue acorralado contra el mar en Dunkerque. Millares de embarcaciones -vaporcitos para excur– sionisfas, transbordadores, barcas de vela y yates de placer- zarparon de Inglaterra para salvar a los sol– dados ingleses de una complefa aniquilación. Mila– grosamente, la operación de salvamento tuvo éxito y el Ejército británico fue conservado para luchar en otra ocasión.

. La suede de Inglaterra era dudosa. El peligro era tan grande que a veces parecía corno si ella :lam-

bién fuviese que Sucumbir. Sólo el indomable espí_ ritu británico, estimUlado y enaltecido por Winsfon Churchill, mantenía a Inglaferra viva en su momento de crisis.

y así, mientras Jack Kennedy se graduaba en Harvard con toda la pompa y espectacularidad tradi_ cionales en los fines de curso de aquella Universidad Europa esfaba en llamas. La tesis de Jack, que des~

cribía el trasfondo político de la conflagración, fUe bien recibida. Se graduó "cum laude" en Ciencias Polí:l:icas y su tesis fue declarada "magna cum laude" "Dos cosas he sabido siempre acerca de ti -le tele~

grafiaba el embajador Kennedy muy orgUlloso-o la primera, que eres lisfo; la segunda, que eres un chico estupendo. Con carino. Papá".

A primeros de aquel año, animado por la buena recepción que había tenido su tesis, Jack intenfó que alguna editorial se la publicara. El embajador Ken. nedy esfuvo de acuerdo en que tal publicación sería aconsejable, y a parfir de entonces se cruzó una vo– luminosa corresJ?ondencia enire padre e hijo acerca de algunos puntos.

El padre creía que, en ciedos aspecios, Jack ha– bía ido dernasiado lejos al librar de responsabilidad a los políticos ingleses por la debilidad de su nación en tiempos del pacfo de Munich. Con una buena do– sis de sinceridad, el embajador decía que, aunque Jack podía censurar al pueblo británico en general por no preocuparse, no podía absolver a los políticos de "toda" la responsabilidad. Después de todo, afir– maba el embajador, un político debe hacer algo más que limitarse a escuchar los pensamientos del pueblo. "El polífico, se supone que ha de cuidar del bienesfar nacional -escribía a Jack- y ha de intentar educar al pueblo". .. Jack aceptó muchos de los consejos de su padre cuando redació de nuevo la tesis para publicarla en forma de libro.

Si algunas de las líneas maestras de pensamienfo fueron apodadas por el embajador, la mayoría de ellas eran de la cosecha del joven Jack, quien irnpla– cablemente aplicaba sUs enseñanzas a su país. "De– cir que la democracia se ha despedado por los acon· tecimientos de las últimas semanas no es suficienfe -escribe Jack-. Cualquier persona se despedaría si su casa estuviera ardiendo. Lo que necesifamos es una guardia armada que despiede al primer dis– paro o, mejor, que no permita que haya disparo al– guno".

"Debernos aprovechar la lección de Inglaterra y hacer que nuestra democracia funcione. Necesil:amos que funcione bien ahora. Cualquier sistema de go– bierno funciona cuando todo va bien. Pero es el sis– tema que funciona en los momentos de apuro el que sobrevive" .

Las palabras eran imperiosas y su significado im– plicaba una mesurada invitación a la prisa. El tema era de actualidad y Jack disponía de observaciones de primera mano para apoyarlo. El mensaje era claro para fados los que lo leyeron. Los Estados Unidos iban hacia la guerra. Probablemenfe no se podría evitar la ±ragedia. Pero las causas de la guerra, la blandura y la laxitud del Gobierno brifánico, debían ser cOIl;1prendidas y había que precaverse contra ellas en el fUfuro.

Jacl< fifuló su libro "Por qué dormía Inglaferra". Fue un éxito inmediato y se situó de la noche a la ma– ñana en la lisfa de libros más vendidos. Era una ver– dadera hazaña para el primer libro de un aUfor de veinfitrés años. El embajador Kennedy envió ejem– plares a la reina de Inglaterra, al primer minisfro Churchill y al antiguo maesfro de Economía de su hi– jo, profesor Laski. En una cada, el embajador decía a su hijo: "Verás con sorpresa que un libro que cau– !:la verdadero impacio entre la genfe impodanfe te si– fuará en magnífica posición en los años por venir ... "No hay duda que te has hecho mucho bien a ti

mismo".

Si Jac1e Kennedy es!aba haciéndose :mucho bien a sí :mis:mo, como escribía su padre, no podía decirse afro fanto de ésfe en relación con su propia carrera; El embajador Kennedy, expuesfo enfonces al brufal bombardeo de Londres por los alernanes, reforzó S\l

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