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« Previous Page Table of Contents Next Page »sede de la Embajada de Costa Rica en su Entrevista de Prensa; y las he copiado de la ,publicación que de esa
~ntrevista hizo el Diario "Novedades". El Presidente Orlich no hace ninguna distinción sobre si su conversación con el Dr. Schick fue "formal" o "informal". El dice ciad ramente que le ,planteo ese asunto, agregando que tiene interés en él. Y no consideró "informal" esta conversación el propio Sr. Orlich, tanto que se atrevió a hacerla pública en su Entrevista de Prensa. Resulta obvio que si el Sr. Orlich hubiese pensado lo mismo que el Dr. Schick, que esta conversación era "informal" y carecía de importancia
y trascendencia, no la hubiera dado a la publicidad.
Después de esta confesión del Sr. Orlich, sobran los pretextos de negativa que está dando el actual Gobierno de Nicaragua acerca de que no existen esas aspiraciones del régimen de Gobierno de Costa Rica. Es caer en el ridículo negar lo que el propio Sr. Orlich afirma.
En esta materia grave, deseo hablar con base en he– chos concretos y determinados; y por eso no quiero mencionar siquiera las conjeturas que corren, ,porque no está en mi mano una prueba suficiente para sostenerlas. Esta importante cuestión tiene dos aspectos que son como el anverso y el reverso de la medalla. La primera fase, o sea la del anverso, son las pretensiones del actual régimen de gobierno de Costa Rica; y este ángulo lo fun– damento sobre hechos concretos y determinados, sin en– trar al terreno de las conjeturas. Basta y sobra con las palabras del Presidente Orlich y el planteamiento oficial que hizo Costa Rica, por medio de su Delegación, en la Reunión Centroamericana de Guatemala. En esta faceta, debe observarse muy claramente el objetivo costarricense: afirma el propio Sr. Orlich que Costa Rica no ganaría nada con mejorar sus propios ríos y sus propias vías de comu– nicación interior si no aprovecha la navegación por el Río San Juan. He aquí el ,planteamiento de la necesidad de Costa Rica para introducirse hasta Nicaragua. El pueblo nicaragüense debe tener la seguridad de lo que estoy afirmando: que existen tales pretensiones de Costa Rica.
Al usar esta palabra "pretensiones" quiero ser claro y muy explícito. Nicaragua no tiene ninguna disputa de límites con Costa Rica, ni siquiera una interpretación du– dosa sobre el Tratado de Límites, ni sobre la línea diviso– ria, que ya está trazada en la materialidad, con sus mojones. El derecho de navegación que tiene Costa Rica sobre una parte del Río del San Juan -en donde tie– ne ribera- es taxativo y limitado, claro y preciso, según las voces de Tratado Jerez-Cañas y del Laudo Arbitral Cle· veland. No hay un solo resquicio posible por donde Costa Rica pudiera fundamentar una "pretensión legal".
Al usar este vocable "pretensiones" de Costa Rica me refiero al sentido corriente que se le da a esta expresión, a una de sus acepciones de lenguaje, como sinónima de aspiración, de deseo, de ansia, anhelo, afán o ambición; sin que este deseo esté fundado en ningún derecho de reclamación. Me imagino que así es como ha hecho este .planteamiento Costa Rica: como una concesión de Nica– ragua en beneficio común.
La otra fase del asunto, el reverso de la medalla, o sea la acogida que haya dado el actual Gobierno de Nica-
ragua a estas pretendidas concesiones que pide Costa Rica, no está, para mí, más que en el campo de la ~gnj!!.
tura. Tengo que ser honrado para confesarlo,
Soy de opinión que el Dr. Schick no le conviene aferrarse a una interpretación de esta materia grave que. riendo "minimizarla", sea en su contenido sustancial o bien jugando con los conceptos o con las palabras, canten. tándose con decir que esas gestiones no están aún forma. Iizadas en una nota oficial de Cancillería o que esfo corresponde decidirlo al Congreso Nacional. El asunto merece toda la importancia y trascendencia que tiene. Se trata de la Soberanía Nacional de nuestro territorio.
Por eso es que también constituye un extremo muy peligroso considerar este asunto como un tema rutinario que cabe dentro de la Integradón Centroamericana. Aca– bo de leer, hace pocos días, un artículo de don Federico Scheneegans publicado en "Novedades" el cual artículo, aparte del error jurídico que contiene, encierra un punto de vista muy peligroso para este asunto trascendental. El señor Scheenegans sostiene en "Novedades" del 3 de los corrientes que:
"la navegación inter-centroamericana en Ríos y Lagos NO NECESITA NEGOCIARSE COMO UNA CONCESION ESPECIAL, sino que 'será reglamentada dentro del cauce ordinario de la Integración Económica de Ceno troamérica. ,. Igual que ahora circulan automóviles y camiones de los cinco estados en las "carreteras" de toda el área centroamericana, podrán remontar el Río San Juan y el Gran Lago embarcaciones de Costa Rica, una vez que se haya cubierto esa etapa de la Integración ... "
"El proceso de Integración Económica MODIFICA JURIDICAMENTE CIERTOS ASPECTOS DE LA SOBE– RANIA DE LOS ESTADOS, en cuanto a las relaciones comerciales intercentroamericanas y al uso de las vías de transportes, , . "
No pasa de ser un ardid sostener que debido a ese espíritu de confraternidad centroamericana es que debe. mas hacer, estas concesiones a Costa Rica. Las Naciones de la América Central ciertamente tienden en la actualidad a una integración económica y también es verdad que siempre hemos tenido por anhelo una unión política has. ta considerarnos partes disgregadas de la Gran Patria Centroamericana. Esa unión política podría ser una Con– federación de Estados, o si sé quiere llegar más lejos, hasta una Federación Centroamericana. Aún en ese caso, debe observarse -por analogía- que en la misma Fede· ración de los Estados Unidos de América existen disputas de fronteras, muy reñidas, entre los mismos Estados de la Unión Americana. Los mismos Estados, dentro de los Estados Unidos de América, defienden cada uno de ellos su territorio nacional y los atributos propios de su sobe· ranía.
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