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« Previous Page Table of Contents Next Page »erac:ia en América Latina. La acÍitud enérgica adop– tada frente al intento de restablecer la dicÍadura mi– litar en la República Dominicana, unida al repudio al úl±itno golpe de Estado contra un gobierno legítimo de América, y la ejecución de la Alianza para el Pro– greso, constüuyen argumenlos para borrar de la mente de los latinoamericanos la especie que los comunistas se han esforzado en propagar; la de que esta gran na– ción prefiere los gobiernos fuertes que mantengan el
stalas quo, a los gobiernos democráticos que lleven adelante la revolución americana de nuesiro tiempo.
Sentido democrático de la Alianza para el Progreso
Descl,e que pronunció su histórico mensaje inau– gural, el presidente Kennedy no dejó duda de su de– cisión de apoyar este cambio revolucionario en Amé– rica Latina, cuando dijo:
"Si una sociedad libre no puede ayudar a la mayoría de sus miembros que es pobre, no puede salvar a la minoría que es rica. .. A nuestras hermanas Repúblicas del Sur de nuestras fronte– ras les hacemos una promesa especial -convertir nuestras buenas palabras en buenas realidades– realizar una nueva alianza para el progreso desti– nada a asistir a los hombres y a los gobiernos libres en sus esfuerzos por liberarse de las cade– nas de la pobreza "
Esta promesa que el Presidente hiciera a Latino– américa en su mensaje inaugural, comenzó a conver– tirse en realidad el 13 de marzo de 1961, cuando el presidente Kennedy propuso fonnalmente a los pue– blos de América la celebración de una "Alianza para el Progreso". Es de notar que desde ese primer plan– teamiento, el p:t:'esidente Kennedy ligó la libertad po– lítica con el esfuerzo para el desarrollo económico y el progreso socíal.
La libertad política debe acompañar al pro· greso material -dijo-o "Nuestra Alianza para el Progreso es una alianza de gobiernos libres, y debe perseguir el objetivo de suprimir la tiranía de un Hemisferio donde no hay legítimo lugar para ella".
y era lógico que así procediera. Porque si la Alianza para el Progreso habría de ser la respuesta ele América al reto comunista, necesariamente tiene que oponer a la falacía marxisia de que sólo la dic– tadura de izqui~rda puede garantizar progreso econó– mico y avance social, la verdad occidental ele que no puede haber verdadero desarrollo económico con jus– licia social, si no es dentro del 11."1arco de las institu– ciones democráticas. Así lo reconocieron los repre– sentantes ele las Repúblicas Americanas reunidos en Punta del Este, cuando en su Declaración a los Pueblos de América, dijeron:
Esta Alianza se funda en el principio de que al amparo de la libertad y mediante las institu– ciones de la elemocracia represerJ1ativa es como mejor se satisfacen, entre otros anhelos, los de trabajo, techo y tierra, escuela y salud ... En consecuencia, los países signatarios, en uso de su soberanía se comprometen durante los próximos años a:
Perfeccionar y fortalecer las instituciones de– utocráticas en aplicación del principio de aUtode_ tenninación de los pueblos.
Es fácil deducir de lo expuesl0 que un régimen surgido de un golpe militar contra un gobierno demo– crático, se coloca contra el principio fundamental de
la Alianza para el Progreso, y viola concretamente la obligación de los Estados miembros de perfeccionar y fortalecer las instituciones democráticas. Luego, apli– canelo el principio sentado en la Resolución VI de la OC±ava Reunión de Consulta antes citado, según el cual quien no cumple con las obligaciónes concer±a_ das en un compromiso, no tiene derecho a demandar sus beneficios, hay que concluir que los gobiernos
de laCIo surgidos de un golpe an±idemocrático, no ±ie– nen derecho a recibir los beneficios que esa Alianza pr'evé para quienes de verdad se empeñan en perfec– cionar sus instituciones democráticas.
y el gobierno de los Es±ados Unidos, que por ra– zón de su gran desarrollo económico se comprometió a brindar a los países latinoamericanos su cooperación para el progreso, tiene derecho a negar esa coopera– ción econóluica al gobierno de lacio que en vez de per– feccionar, debilita o destruye las instituciones de la de– mocracia representativa. Aunque la razón jurídica de esia exclusión es bien obvia, existen grupos in±eresa– dos en demostrar lo contrario. Por ello creí conve– nien±e, para desalentar a quienes estuvieran tramando nuevos golpes de Es±ado contra regímenes democráti– cos, que la Reunión de Consulta que habíamos solici– tado el 30 de julio, llegara a aprobar una resolución declarando expresamente que quienes ilegítimamente usurpan el Poder en perjuicio de un gobierno producto de la voluntad popular y respetuoso de ella, colocan automáticamente a su país fuera de la Alianza para el Progreso.
Desgraciadamen±e, como la moción de convocato– ria a la Reunión de Cancilleres no contó más que con el voto afirmativo de 7 países (Colombia, Costa Rica, Honduras, Bolivia, Ecuador, República Dominicana y Venezuela) el terna quedó fuera de discusión por el momento.
* * *
Quiero concluir este ensayo transcribiendo los úl– timos párrafos del discurso que ,pronuncié ante el Con– sejo de la O.E.A., el 30 de julio de 1962, en el que abo– gué sin éxito, por la Convocatoria de la Reunión de Consulta para estudiar el problema de los golpes de Estado:
"La prepotencia que en los últimos tiempos han tornado ciertas oligarquías militares en América Lati– na, me ha traído a la memoria un hermoso discurso pronunciado en la Universidad de Columbia por el docÍor Eduardo Santos, notable periodista y gran ex– presidente de la República colombiana:
".¿Contra quién nos estamos armando los la– tinoamericanos? -preguntaba el doC±or Santos-o ¿Por qué se están arruinando nuestros países COIU–
prando armas que nunca usarán?
' ' 'En esta época de la bomba atómica, con las nuevas armas cuyo cosl0 es fabuloso, con sis±e– mas técnicos que cuestan miles de millones, ¿qué están haciendo nuestros pobres países, arruinán– dose con los armamentos que en caso de conflicÍo internacional no significan absolutamente nada? "'Estarnos formando ejércitos -se respondía el docÍor Sanfos- que no pesan nada en la balan– za internacional, pero que son monstruos destruc– tores de la vida interna de cada nación. Cada un.o elle nuesfa'os países está siendo ocupado por
su propio ejérci!lo'.
"Quiera Dios que la Reunión de Consulta que es– tarnos solicitando, encuenire soluciones para impedir que esa ocupación de los países latinoamericanos por sus propios ejércitos, contra la que alzaba su voz ga– llarda el ex-presidente Santos, no llegue a convertirse en una absoluta y triste realidad".
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