Page 41 - RC_1963_09_N36

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!I/lundíal, ¡Uf¡ I2si:ildoli Ul1iclos pan,dan deh:¡'mitladm, ,\ lié'

!;lUÍ¡ las iilt~¡'pletadi:H¡lils de 1;1 l)~driil;¡ de M(Hll'g~ y 1i1

Oedarilción Olney enunciada por el Presidente Tegdtu'o r{oosevelt en lIJOS, en el llamado Carolario Iloosevelt.

¡:s~e se proponía dar a los Estados Unidos el derecho de

e¡en:il-¡H'

Ui'i "pode¡' policíaco interi'lC~ci()nal" eil el Memis,

feriti' Ocddental, n(j contra incursiones extrañas sirw dentro de las naciones mismas del H.emisferio. COitW

"caudillo", los I:staclos Unidos estaban resultando muy

turbulentos y claramente na se limitaban a sus rer.potl" sabilidades inrernac;ionales. !.a ¡'eaCdÓi1 genel'al a las actividades de los Esfados Unidos en México, Cuba, Pana–

má, la República Dominicana, Haití y Nicaragua, está muy

Me» expresada en esta copla de un ¡'omancer() rneJcieano ttli'i1puesttl por el tiempo de la expedición elel General Pershirtg eli ccmtra de Pailcho Villa en 1916:

Madre mía de ~uadalupe,

beridice él este tu solclac!tI,

que maÍ'Íana va a la guerra,

la @uerra de la intervenci6n.

'{ un escritor cftlombiano, con el recuerdo ele Pana– má fresco en su mente, escribió. "Wilsol1 y Roosevelt han desgarrado la gloriosa bandera; ellos om:leéln el insolente trapo sobre las aflicciones de la raza Latina de América, que ellos sueñan con exterminar, en la salvaje ferocidad

de sus almas de bál'baros". Un sorprendente retrato de Wóodrow Wilson!

La política elel Buen Vecino, comei1Zada :por Hoovel' y llevada él su culminación por Hull, Wel!es y Franldin D.

Roosevelt, restauraron la imagen de los ~s~ildos Unidos

corno "caudillo" benefactor, muy oportunamente para asegurar la substancial cooperación Latinoamericana en

la Segunda Guerra Mundial. Roosevelt simbolizó el "cau–

dillo" benevolente para los Latinoamericanos, y la base

~sicoló9ica de ese sentimiento puede fácilmente compro– barse comparando la devoción por Roosevelt, que todavía (miste en Latino América con lo que reahnel1te hizo para las relaciones interamericanas. (la mayoría de las eva"

cuaciones norteamericanas del Caribe fijaron llevadas a

cabo durante la ae!rnitlistraci6n de I'loovar, Itoosevelt

JI(¡

hiztl más que 'formalizarlas y publicarlas). En 1960, Al"

~redo Vítolo, entonces Mil1istl,f.l de G@bemad6n de la

ArgerJtil1Cl, le dacl<mS a William Benhm que Ro@sevelt (le

había ganado la cOi'lfiafl~a del pueblo de la Améric<l LaH"

na: "Cuando llegó aquí fue aelamadQ (l)iYW un caudillo

mundial", AUIl enemigos declarados de los Estados Uni· dos, tal ctlmo Guillermo Toriello, el último Ministro de Relaciones Exteriores de Arbenz, son pródigos en sus alabanzas de Roosevelt: "Entre los horrores de la tragedia (la Segunda Guel'l'i1 Mundial), la apostólica figura de Roo– sevelt ha llenado de esperanzas los pueblos del mundo; esperanzas de hermandad universal, de libertad de o,pre– sión, de miseria y de temor; que, particularmente en Ah'lérica no habrán ilaciones de FH'ill'iera y de segunda clase, sino que todas serán iguales..." (Guillermo Torie–

110, fIla Batalla de Guatemala" Cuadernos Americanos,

1955, p. 63).

!.as cualidades de Roosevelt, las que lo hicieron un perfecto "caudillo", no consistían primordialmente en su política interamericana como lal, sino más bien en una combiniícíón, -el1 lo ésfera internacit.mal- de firme

di¡ ig¡':lH;lil, dü:ptaci611 \.Ít!' las ~'():;pUll$'ibilida~J¡;s iillvi·llad\). ¡lales, de los ¡nl-erosos y Iimi~¡¡,~im1G", do lll$ I;si'adQs Uni,

dos y, henevplenr.ia. R$11I colí1b¡niil~ión fH~ pl'emiacl<l

con la fidelidad de lodas las clases sociales de la América !-atina y su apoyo en el empeño de la Guerra.

En el resplam.lor cre,puswlar de 1<: era de ROí.'lsevelf

y ¡a exitosa com:lusióil de la Segunda Guerra Mundial, la posición de "caudillo" de los t:s~adás Unidos fue institu– cionalizacla ell el Tratado li¡te¡'iHi1Gi'ica¡¡o de Asistencia Mutua (Tratado de Río de Janeira, i 947) Y la Carta de la

O¡'ganiz"~ci611 de ES'ceclo5 Americanos (1948). Por medio

de estos dos instrumentos la "Pax Americana" fue legiti. mada, en efecto uniteralmente, en la esfera internacional, y pOi' medio de esfuerzos Wri1unes y consultas ei~ la esfe·

rOl de las relaciones interal'l'Iericanas. Estos instrumentos han op.erado Clsombrtlsamerlte bieil para c:onciliar aquellas diferencias pat'a i<'ls wales fueron establedclu!i. ~n nue·

ve ocasiones distintas, de 'j 948 <. 1960, el Tratado de !tíu ha sido formalmente invocado en dispul'as clel1\'ro de la familia Americana. Estas disputas envolvían el'i ocasio– nes diversas a Costa Rica, Nicaragui.1, Honduras, Haití, la República Dominicana, Panamá, Perú, ~cuaclor, Venezue– la y la pre·Castro Cuba. 1:"éld'élmente la mifi'ld de las I'epúblicas independientes de !.atino América, rápida y exitosamente se han al'Yeg!ado por el sistema interameri– cano. Aquellos casos que se han visto envueltos en la Guerra fría, sin embargo, como Guatemala y Cuba, no han sido arreglados por medio de la maquinaria de la OEA pOi' la sencilla razón que esa maquinaria no está estructurada ,para tratar tales cuestiones, ni podría estarlo dada la psicología de las naciones Latinoamericanas, ,una psicologia que eJcige que los r:stados Unidos se hagan ,argo de sus pro¡lias responsabilidades y no traten de

echárselas sobre los hombros de arras. Mante.ler a La· tino América libre de la Guerra ~ría es una de las res" ponsabilidades de los ~sfadt)s Unidos, fal como lo 'ilEm 1m,

lal'inoamerícanos, y en lo que a ellos ct.mtÍeme', 1<1 i'i1ás

impoda1lte.

La Administración ele Truman cumplió sus deberes infemacionales adecyadamen~e, pem no f.ue I@ suficiente benévola para el gusto l.atinoClmel'Ícano. Un verdadero

11

c<1udilio" 110 se olvida de uno, sino que tiene sieruf.)re Iluastrtls intereses en mellte. ~I régimen de ~;senhower

combinó las mc¡la!,) cualidades de ser Rej'Jublit:'Hl@ (desde l'((l!;lsevelt I!JS latíl'lQam0l'Íclilngs hiln cQl1el:tat!o el i'al,tidü f)em6cl'ata t';cm !as ¡)¡'¡)pia¡; r.al'aderísfieas caudillistas), te·

fiel' al frente una difiuenei<l débil y COntinuar ignfH'lmdo a la t\mérica LaHna. Unido al intento de Dulles de atraer a la América lafiilé1 hacia la Guen'a ~¡'ía y su aparente intervención en detener una revolución social en Guate· mala, las relaciones USA-l.atino América alcanzaron un nuevo !laja nivel. El viaje de Nixon simbolizó las difi– cultades. Para los latinos, NÍJcon era un líder malévolo y flojo, la peor combinación posible. Aunque recibida al principio con entusiasmo, la Administración I(ennedy pronto llegó a desengañar a latino IJ.mérica. Una débil dirigencia parece continuai' y deteriorarse en la Guerra fría. htorsión y soborno parecen se¡' las únicéls políticas aplicables a Latino América. El chasco de Bahía de Co– chinos, quizás el acto más dañino en que los Estados Unidos se han visto envueltos en la América Latina, dio la impresión de senilidad y vacilación en la política - norte– americana, los reveses norteamericanos en otras partes

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