Page 40 - RC_1963_09_N36

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COi1st~nte caos Y alboloto, con PO!;" o llillgUllil capacidad de defenderse a sí misma, cruzó la era de la máxima co– lonixadón europea con apenas un rasguño y sin otra pérdida territorial a nación europea que no fuera a Gran Bretaña misma.

Como es bien sabido, aun la Doctrina ele Monroe fue enunciada por iniciativa británica, y fue completame!1te inoperante durante el primer medio siglo de su existen–

cia excepto como una aquiescencia a la "Pax Britannica". Va;ias naciones Latinoameric<lnas sugirieron alianzas mi– litares con los Estados Unidos en 1824, y fueron recha– zadas. Algunos años después, el dictador Rosas, de Argentina, pidió la cooperación de los Estados Unidos pa– ¡'a expulsar a los ingleses de las Islas Malvinas y fue

I también rechazado. Había cierta confusión de parte de los Latinoamericanos sobre quién era el verdadero "cau– dillo". Sin embargo, los ingleses comenzaron temprano a reconocer el espedal interés norteamericano en el área del Caribe, especialmente después de su fracaso en esta– bieclH una república de Texas independiente como coji– nete entre los Estados Unidos y México. la Guerra MelCicana, que siguió al Corolario Poi le de la Doctrina de Monrae, en 1845 y las expediciones filibusteras a México, Cuba y Centro América durante la década de 1850-1860, se combinaron para fortalecer la impresión de que los Estados Unidos intentaban ejercer su influencia en el Ca– ribe. Los intereses norteamericanos en Cuba eran francos si no vocingleros. La situación en cuanto al proyectado canal interoceánico fue reglamentada por el Tratado Clay– ton Bulwer de 1850, en el que Gran Bl'etaña ,'econocía iguales derechos a los Es~ados Unidos en el Proyecto. Los ingleses activamente ayudaron a los gobiernos Centro· americanos en I'epeler a los filibusteros norteamericanos, aunque el rompimiento de la Guerra Civil de los Estados puso fin a aquellas actividades.

gL CAMBIO DE CAUDILLOS

Poco tiempo después, el " caudillo" Británico comen– zó a flaquear y su atención comenzó a concentrarse en el Lejano Oriente y Africa en vez de Latino América. Al mismo tiempo, inmedi<ltamente después de la terminación de la Guerra Civil, los Estados Unidos dieron los primeros pasos firmes para reforzar la Doctrina de Momoe, contra Francia en México y contra España en la República Domi– nicana. Aunque la retirada de estos países -ya sea por razón de, a pesar de, o independientemente de la inter– vención norteamericana, no tiene importancia para noso– tros aquí- fue seguida ¡por un período de relativa inattividad mientras los Estados Unidos se reconstruían e industrializaban. Hacia 1881, el nuevo gigante indus· trial se sintió lo suficientemente fuerte para intentar instifucionalizar sus relaciones con la América Latina por medio de la convocación de la Primera Conferencia In– teramerieana. El principal propósito de la Conferencia

~por fin sostenida en 1889-1890- fue el de fortalecer los lazos comerciales, como se demuestra por el viaje de Ires semanas que los Delegados hicieron por los Estados Unidos antes de la apertura oficial de la Conferencia, y el establecimiento por la misma de una Oficina Comercial

qUe actuaría como único organismo de enlace. Es paten-

h~ ul tOtlt& aste ¡;on el Con91 eso de Panamá de 1826, al

qUQ asistió una Delegación Británica oficial, y al qUG I~l>

Estados Unidos fue. on finalmente invitados por el Con–

greso Colombiano sin autorizacón para ello y al cual el Delegado norteamericano nunca llegó.

Una ignorada disputa fronteriza entre Venezuela y la Guayana Inglesa produjo el cambio real de "caudillos" en el J-.iemisferio Occidental. Por este tiempo, Gran Bre. taña se veía envuelta por todas partes y su posición estaba siendo discutida por doquiera. Los Estados Unidos, en cambio, estaban comenzando a ejercitar sus músculos y estaban por embarcarse en un nuevo período de impe– rialismo. El Presidente Cleveland exigió a la Gran Bre– taña que fuera al arbitraje y Salisbury rehusó. El 20 de Julio de 1895, el Secretario de Estado,Olney, dio su fa· mosa y extravagante declaración: "Los Estados Unidos son ahora prácticamente soberanos en este continente, y su fiat es ley para los súbditos a quienes limita su media– ción".

Este no podría haber sido un mejor "pronunciamien–

to" que si hubiera sido emitido ,por Juan Vicente GÓmez. Por el siguiente medio siglo, la única disputa al respecto sería acerca de la cuestión de a " cuáles" súbditos los Estados Unidos deberían propiamente limitar sus "media· ciones". Después de considerables dudas y de posibili– dades de guerra, los ingleses cedieron en 1896 y los Estados Unidos suplantó a la Gran Bretaña como "C·audi.

110" del Hemisferio Occidental. "En el Caribe, la rendi. ción británica de 1896 resultó ser sólo el comienzo de un proceso que en menos- de una década convertiría el hasta ahora mar dominado por los ingleses en la primera línea de defensa de los Estados Unidos". (Arthur P. Whitaker, "Los Estados Unidos y la América Latina -Las Repúblicas del Norte", Cambridge, Harvard, University Press, 1948,

p. 160).

Casi inmediatamente que los Estados Unidos se vol· vieron el "caudillo" del Hemisferio Occidental, comenza· ron a actuar de una manera alarmante y a intervenir en los asuntos de la América Latina en una forma que Gran ,Bretaña nunca usó. La guerra de los Estados Unidos con– tra España condujo a la anexión de Puerto Rico y a la ocupación temporal de Cuba, seguida de una muy condi– cionada independencia. Siguiendo la rendición de los ingleses en el Caribe, hecha evidente con la firma del Tra– tado Hay-Pauncefote de 1901, que derogó los derechos ingleses estipulados en el Tratado Clayton Bulwer, Teo– doro Roosevelt, rehusó ratificar el Tratado Hay.Herrán, y erigió otro estado semi-independiente en el Caribe. Mientras tanto, en 1902, la última boqueada de la inter– vención euro;pea en Latino América (hasta los últimos intentos abortivos de los Nazis en la década de 1930) ocu– rrió con el bloqueo pacífico de Venezuela por Gran Bretaña, Alemania e Italia. Se tomaron las debidas pre– cauciones para asegurar que la acción no fuera desagra– dable a los Estados Unidos. En 1912, el Corolario Lodge proclamó que a las naciones extranjeras no se les permiti– ría establecer bases en el Hemisferio Occidental. De 1913 a 1917, los Estados Unidos comenzaron una serie de intervenciones en México -con las mejores intencio– nes, por supuesto, Wilson era Presidente- ,pero con el único resultado de conseguir la enemistad de los sucesivos regímenes mexicanos.

Durante una década después de la Primera Guerra

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