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El león o puma americano "ive en los llanos, colinas y montañas rocosas. Es muy fácil de encontrar en Nicaragua pero muy difícil de malar dchido a lo descoufiado que es. Fre– cuentemente se le oye llorar en las noches calnHu, pero si se le hm'ca, generalmente huJe del hombre. Se le atrae fácilmente imilanrlo el quejido de algún animal pequeño en des– gracia, 1al como el de un vcnartito perdido !fU e husca a su madre, o el de un conejo que ha

sido presa de algún coyote.

IJ;'H ¡wíl;f lliodíY:>, ano:; í C'

cQ;r\ í ~,HIº o! GIHHH!C;a5~e, lo

qu'e 0i~ aquel en~,mces er¡¡ el pa¡'aíso de I@s cazad().~es:

Il'aso M©m:1(), traboga, MOIH::a, Ciruelas, Catalinill, Palovercle,

121 C@ries, El Viej@, ~I Pelón, el 'Tempisque, La lopilota, Sta. María, Il.os Ahogados,

Poidllo!l, Stt!. RO!lEl, Oriente, la Cule!:>¡'a, ~I Jobg, (ji'osí, y

mil lugares más. Yardes de

Iluvi<l en "El Arreo" cuando

pat>á!:JilllYlt>S en aquel enton–

tes' el'lwntrábamos las parti–

dá~: de ocho y diez: vei1aclos. Viajes de noche a Potrero

Gi',mae y Herraduras donde

eilc¡mdilábamos de l50 a

160 venadds; y só~o matá–

I:HH'Iltls uno \) dos de grandes cacharas.

Así viví mi juventud y así crecieron mis canas. y hoy ya viejo, es con tristeza que ver) la tragedia de que está viviendo mi Guanacaste. Se

que aquellos que lo visite." en años venideros no cree– rán jamás las cosas que tenía, la fauna que albergaba

y las bellezas que adornaban sus praderas y montañas. El fuego y la caza sin con– trol van arrasando con todo.

Ya que sólo vemos de vez

en cuando a una pobre ve· n¡¡dita cruzando nuestras pra" deras, escapa por milagro

de morir en las carnicerías que se han hecho en los últi·

mos años. Y cuando oigo los lamentos de los hijos de

la pampa que dicen: ... "ta

tUlp¡¡ es de los Cartagos del interior que vienen los fines

de semana a matar los pO°

bras venados"... Pienso en la obligación de decirles la ver·

dad. Porque, es cierto que

I

Ú 5 c¡¡rtagos h¡;,cei'l daño" y

lu hat:en especialmente los 1'l\)Vatosi I:)tros rmi cazan ¡por

s¡:Jm'¡ y !Únicamente tiran de

dí¿¡ ;;; de n©che, buenas pie o

XilS. Pero el daño, el daño

principal, lo han estado hao ciendo mis hermanos,' los rwo¡:Jios guanacastecos. Sí,

¡¡I!:junos malos hijos de esta tierra, que matan y han mata· dlJ los vel1<i'lIl:los por cientos para vender su carne y comer–

ditlr lJUS tIJeras. Ií:sos son los verdaderos culpables ... !!!

I:~"w, qlJl" intr!)dyjemn '-'1 !'illibr€> 22 pari! elff-llotar comer·

cialmente la riqueza de nuestra fauna, sin importarles la matanza de hembras o los cientos ele animales mal heridos que se iban a morir a los conforros por la inefíeiencil't do

esas iUrn¡¡¡L

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