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« Previous Page Table of Contents Next Page »blo para Jefe del Estado; y el 21 de Fe– brero de 1835, la Asamblea legislativa de– clara electos Jefe y Vive-Jefe respectiva– mente, a los señores Coronel don José Ze– peda y Dr. don José Núñez.
Este año de 1835, "año del polvo y de,}a obscurana" , 'pr~sagió para Zepeda BU desgracia; fue agüero funesto que marcó con tribulación y llanto el 20 de Enero, la terrible' erupción del Cosigüina, cual si Pedrarias entre el retumbo y las cenizas del volcáp, extendiera su sombra de muerte, sobre el gobierno que nacía en la persona de Zepeda.
Zepeda como primer Jefe del Estado.
, El Coronel don José Zepeda, tomó po– sesión del alto cargo, el 23 de Abril del mismo año de 1835, e inmediatamente llamó a ocupar el cargo de Ministro Ge– neral al Señor don J. N. Gonzáles que lo había sido del anterior Jefe Dr. don José Núñez; pero, por renuncia del nombrado, llamó a su sobrino o hermano según al– gUnos el Licd. don Hermenegildo Zepeda, jurisconsulto de nota y de cultura indiscu– tible, que perteneCía también al partido liberal.
La administración del Coronel Zepe– da, fue una de las mejores de aquel tiem–
pO, y con la colaboración de su Ministro y el apoyo del Poder legislativo, llevó a la práctica medidas muy importantes, ca– lificadas de progreso nacional, las que puéden resumirse, así:
Con el ce16 qué tenía por la buena administración de Justicia, reglamentó el procedimiento criminal; dotó a la legisla– ción de un bue" Código Penal, "poniendo con él, en planta el Código de Lívingston que hacía simpáticas a los pueblos las ins– tituciones democráticas", estableció por primera vez en Nicaragua, el juicio por Jurados, en materia 'criminal, y le dio or– ganización a la Corte Suprema: Con inte– rés por el estricto cumplimiento de las le– yes de hacienda pública, les hizo refor– mas sustanciales y restableció el tribunal decuentl"s: Tratando de mejorar y pro– teger la Agricultura, declaró privilegiadas las demandas de ese ramo, Prestando es– merada atención a la Instrucción Pública, restableció las Universidades de León y de Granada; reglamentó la enseñanza en to– dos sus ramos; abrió diversas escuelas, y en 'un exaltado interés por la ilustración en general, la extendió al Clero, haciendo promulgar una ley, en la que disponía, qU<¡l para ser ordenado in sacr~s, no sólo se jolecesitaba como hasta entonces, tener estudios de gramática latina y teología dogmática, sino que se debia tener, el tí– tulo de Bachiller en Filosofía y en Dere-
cho canónico: Fue el fundador ,del pri. mer periódico oficial que hubo ,en 'J9ic!;lra– gua, llamado "Telégrafo nicaragüense": Se distinguió por su acierto y honradez en el mánejo de los fondos públicos, y fer– vi<¡lnte unionista como afiliado sincero de Morazán, tuvo particular cuidado' en que no, faltase Nicaragua con su coi}tingente pina el sostenimiento del Gobierno Fe– deral.
"El Jefe Zepeda, nos dice don Fran– cisco Ortega Arancibia, con esta atinada administración y con el respeto que in– fu"día su espada, mantenía en paz a los pueblos que veían protegidos su honor, su libertad, su vida y su propiedad. Gobier– nd tan honrado y progresista era llamado a perdurar, sirviendo de baluarte y de sos– tén robusto a la Federación. El General Morazán, decia, "que Zepeda en el poder de Nicaragua era el brazo derecho del Gobierno de la República". Se compren– de que los enemigos de la federación ten– diesen por suprimir a Zepeda, y que la "ube que cargada de electricidad se agi– taba en el éter sombrío del foco guatemal– te:!=o estableciese una corriente' del fluido
e~~ctrico-político sobre el punto culminan– te del Gobierno: Zepeda, y que sobre él, estálló el rayo para remover el obstáculo que se opOI\ía al aniquilar¡\iento d~"'la fe– deración, y a la supresión del' General
Morazán·'. ,
Comandante Géneral de las armas del Estado fue nombrado por el Coronel Ze– peda, el de igual titulo don Román Balla– ¡:lares, t~o del gobernante y de buena acep– tación en la ciudad.
No obstante el buen gobierno de Ze_ peda, había en la República según Gá– mez, un clamor general de reforma cons– ti.tucional, como caballo de batalla para todo descontento, y deseando Zepeda con– cluir con esa arma poderosa del enemigo, cO,misionó a los señores don José León Sandoval y don Narciso Espinoza gue ha– bían llegado a León, a hablar con el a ese respecto, como representantes de la Mu– nicipalidad de Granada, para que fueran donde Morazán a convencerlo en su nom– bre de que debía hacerse cuanto antes esa reforma. Desgraciadamente el caudillo de la Unión aplazó para más tardé' la so– licitud.
Así la vida del gobernante Zepeda; con brillo y acierto como Jefe supremo del Estado, y con sencilla placidez en su vida privada. Se dice, qUe h!j.cía 'paseos a Poneloya en alegres cabalgatas y en sus costas risueñas y alegres, improvisaba ver– sos, y bailaba y cantaba al compás de las guitarras.
Cuentan las tradiciones de familias, que, en la radiante luna del mes de Fe-
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