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« Previous Page Table of Contents Next Page »el de dar vida y mayor adividad a la gue– rra que se hacía a la Junta de León.
Esta Junta del Viejo hija también del odio partidista. llamó sin escrúpulo algu– no a un extranjero, al Coronel don Juan Sallils, a ponerse al .frente del :::>jército que levantó. Salas, trmdor a los Intereses de su patria'el Perú, habia llegado a la nues– tra, huyendo del filo de la fulgente espada del Liberiador Simón Bolivar.
Salas invitó a Sacasa a unir sus fuer– zas contra Leóh, y ya juntos formaron un ejército de 1.:300 hombres que se puso_en movimiento sobre León. El Ilmo. Senor Obispo Garcia Jerez, "previendo la terri– ble guerra de que iba a ser teatro la ciu– dad de León, salió para el Viejo con ins– trucciones de los jefes, a buscar arreglo con la Junta del Viejo, pero no alcanzan– do su objeto, no regresó a la plaza a dar cuenta de su cometido".
El asedio a León.
El 1:3 de Septiembre de 1824, juntas las ,dos fuerzas atacantes, a cuyo frente se "pusieron Salas, como primer jefe, y Sa–
casa COInO segundo u, empezaron el feroz
asaHo a la ciudad, en combates reñidos y sanguinarios, posesionándose de los sitios del extremo Norie, de la ciudad, hasta lle– gar, en dantesca lucha, de cuerpo a cuer– po,' de palma a palmo, a la plaza del ba– rrio de San Juan, que tornaron por cuar– tel general.
Demos a la Historia de Gámez, el re– lato de éstos hechos, vergüenza y oprobio de los partidos nicaragüenses.
"En los 14 dias que duró el asedio de la plaza de León, hubo encuentros casi
diarios, sosteniéndose combates encarni–
zados en las calles, en el interior de las casas y aun en el recinto de las Iglesias.
"Durante aquel sitio se cometieron
horrorosos excesos. En el campamento de San Juan, los de Salas azotaban cruel– mente a algunos prisioneros, a otros les coriaban las orejas y en sus odios llega-. ron hasta demoler muchas casas desde sus cimientos, después de haberlas entregado al pillaje.
"Algunos barrios quedaron reduc~dos
a cenizas, pereciendo entre ellos muliltud de inocentes victimas, y ni los templos se libraron de ser teatros de sangrientas es–
cenas, sin consideración al sexo, ni a la
edad de las personas sacrificadas.
"Los de la plaza reducidos a sus ho– gares nb"tenian ocasión de desplegar tan– to lujo de barbarie".
La intervención pacificadora del Gobierno de El Salvador.
"Lo que acontecía en Nicaragua alar– mó a Centro-América. De todas paries se dieron avisos al Gobierno Nacional, y aÚn los mismos que se despedazaban en León ocurrieron al Cuerpo Legislativo imploran– do su auxilio.
"El Gobierno de El Salvador levantó 500 hombres y los mandó a Nicaragua pa– ra procurar la pacificación. El Ejecutivo Nacional desaprobó este paso y obligó al Gobierno de El Salvador a hacer regresar la expedición".
Con el estimulo de El Salvador, el Eje– cutivo Nacional envió a Nicaragua al Co– ronel guatemaHeco don Manuel Arzú, en carácter de pacificador. Llegado a Nica– ragua y en pláticas con Salas y Sacasa, consiguió que las fuerzas granadinas co– mandadas por el Coronel Raimundo Tifer, se retirasen de la plaza de León, que se retirarian también las fuerzas del campa– mento de San Juan, y que, la Provinci,a se gobernada por una Junta General, compuesta de dos miembros por cada una de las Juntas, de León, de Granada, de Managua y de El Viejo.
Las Juntas de Granada y de León, cumplieron lo pactado, en cambio, la de El Viejo embarazó la salida de Salas, que exigia Arzú, en viriud de órdeneS del Go– bierno Nacional. A tal extremo llegó la actitud de Salas, que, el dia 24 de Octubre
arrestó a Arzú, "y aún le amenazó con
fusilarle" , y "al mismo tiempo, queriendo aprovechar la ausencia de los granadinos, dio un fuerie ataque a la plaza, pero no alcanzó el éxito que deseaba". - Con este motivo, "Arzú abandonó el cargo de me– diador y asumió el de jefe de las armas" de León.
Don Jerénirno Pérez, nos dice: "Una
vez que la plaza estuvo mejor defendida, la guerra siguió con más furor. En ella se distinguió por su mucha bizarria el ofi– cial José Zepada, sobrino de Román Ba– lladares, el cual viéndose reducido al úHi– mo edificio que faHaba a los sitiadores pa– ra asaHar la plaza, y viendo las tropas acobardadas por los desastres, echó llave a una pueria por donde podian retirarse, y arrojó la llave para colocar a los suyos entre la muerie y la defensa. Asi con– tuvo la marcha progresiva de los invaso– res, y este hecho de valor heroico le sinrió de pedestal a su futura elevación".
Con el valor sin igual y valiente arro– jo de los leoneses y la oporiuna llegada en auxilio de ellas, del Coronel Tifer, que previendo la faHa de cumplimiento de Sa– las, se habia quedado en espera, muy cer-
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