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llGden c1agifietuse, ya como conservadoies, Y\f. c~mo re·
Pccionarios, Y debe reconocerse fácilmente que hombles aue adopten esta ac.titud conscientmenie s~n diHciles de qncontrar. El quietismo es en un sentido simplemente el
e d d . .
exceso de conserva'¡smo mezcla o e temor, Ignorancul, inercia Y egoísmo; este marbete puede más propiamente i!plicarse al curso general de acción, o más bien inacci6n, que resulta de una actitud conserVadOl'3 extrema. Da cualquier manera que sea, que le llamemos quietismo, o ultraconservatismo, o inacción, tenemos ocasionalmente que dirigir nuestra. ~irada hacia UI1 pun'? de nuestro. :s~
pedro circular equidistante del conservatlsmo y reaCClon,
hacia un punto de vista de la vida que ansí3 en vano por un ploceso social que permanezca extático.
La "ReactJón" suspira por el pi1sado y siente que UIl
legreso a él, en pequeño o en grande, vale la pena de probarse. El verdadero reaccionario, un hombre que no debe confundirse con el conservador que gusta de soñar reiJccionariamente, rehusa a aceptar el presente. Sabe, o cree que sabe, de cierto tiempo en el pasado -la déca· da de 1920, los años antes de la Primera Guerra Mundial, l. década de 1890, o aun antes- cuando los hombres es· tsban mejor que en el presente. Más que esto, está de– seoso de borrar algunas leyes, promulgar otras, aun enmendar la constituci6n de la nación, en resumen, actuar Jlradicalmente", así que pueda regresar el proceso social al tiempo en que sus conciudadanos perdieron el camino.
La "Reacci6n revolucionaria", colno el radicalismo revolucionario, está deseosa y aun ansiosa de usar la vio– lencia en su asalto contra el arden establecido. Por su.. puesto, liberales y conservadores, defensores del cambio
y cstabili~ad en una sociedad pacífica, encuentran muy poco que escoger entre dos ismos que vagan más allá del palio de la conducta y propósitos civilizados. Debo .fir· mar de nuevo mi convicción de que el espectro polftico va de izquierda a derecha alrededor del borde de un círculo. La doble vía entre el Comunismo y el Fascismo es bastante más corta de lo que algunas personas parecen creer, pues cada una de estas ideologías revolucionaria:i fusionan el radicalismo y la reacción en una mascarada de libertad y de justiciil. En este país, también el camino es corto de Un extremo del radicalistno al extremo de la reacción.
Hay pocos hombres que no puedan ser colocados,
aUn en contra de sus propios deseos, en una de es'as c.i– legal ¡as, que, repitamos, fijan marbetes a los hombres de nlala gana y por un propósito estrecho. Aunque los anar~
quistas, los ermitaños y los tradicionalistas puros son algo asi como un problema para los clasificadores, la mayoríiJ del primer grupo son ~robablemente radicales, la mayo. ría de los segundos profundamente frustrados radicilles"o quietistas extraordinarios, y la mayoría del tercer grupo, reaccionarios tan reaccionarios que han perdido con1aeto COn la realidad. Aunque los meros oportunistas y lo. pero did.mente indiferentes son también casos dificiles de cla. sificar; en el recuento final, ellos, ~mbién, encuentran alguna categorla más conveniente que la otra u otras. El número de Individuos en cada uno ele estos grupos
puede variar Inalcaáamento ,te una sociedad ti otr.1 a tia
una época a otr3 dentro de una sociedad determinada. Ni'lturalmente, la salud do una naci6n puede medirse aproxitnadamente en la proporchín de liherales y canser.. vtldores en relación con los individuos de otros iSlnos En una sana, segura, bien ordenada sociedad las categorías liberal y conservadora pueden incluir hQsta el noventa por ciento de 105 individuos. En una sociedad enferma, inestable, una o más do las otras categorías serán sin duda mayores y los conservadores hallarán imposible practicar
sus ,principios. En un país densamente poblado de quie– tistas y reaccionarios el conservador puede encontrarse (t1minnndo al medio del camino o aun un poco hacia la i:!quierda -una situación en la que se le hace difícil a la vez ser conservador y que se le reconozca como tal.
Permítaseme aclarar de nuevo quo estas categorías vienen al caso solamente en el tipo de sociodad que hemos conocido en Occidente Algunos crlticos de la posición conseovadora y de aquellos que buscan identificarla y des– cribirla, han ideado, para terminar toda discusión sobre el taIna, declnrar que si el conservatismo es la defensa de una sociedad activa, entonces Stalin fue un auténtico con~
servador. Esto, me parece, es una muestra de s~fistería
a la cual no 'es necesario dar una respuesta seria. Los is~
1\'\05 que estamos discutiendo, y sobretodo los ismos emparentados de los conservadores y liberales, vienen a tOlnar vida en los conflictos civilh:ados -políticos y culo turales- de una sociedad abierta, popular, ordenada y constitucional.
Esto nos lleva al esfuerzo fin.l de definición. Las palabras Derecha e Izquierda, con todo y el abuso que se les ha echado encima, permanecen como instrumentos úti..
les aunque complicados del análisis y discusión política. Por Derecha queremos significar generalmente aquellos partidos y movimientos que son escépticos del gobierno po.pular, que se oponen a los brillantes planes de los re– ."ormadores y benefactores y que reciben decidido apoyo de los individuos que tienen considerables intereses en el orden establecido. Por Izquierda queremos significar generalmente aquellos partidos y movimientos que exigen más amplia participación popular en el gobien10, que traba;an activamente po.r las reforma!i, y que reciben de– cidido apoyo de los desheredados, desplazados y 105 insa– tisfechos. Por r~gla general -de l. que hay históricas excepciones- la Derecha es conservndora o reaccionaria, la Izquierda es liberal o radical.
Hemos llegado a la última de nuestras tareas preli– minares: la de identificar la más famosa escuela del pensamiento político conservador.
Cronológicamente, este conservatismo es una filoso– fía de la vida y la política que ha existido apenas desde la Revolución Francesa. Existieron valientes conservado– res antes de Edmund Burke, ma¿ no fue sino hasta que cst"e gran hbvnbre y sus colegas se encararon atrevida– mente al radicalismo extravagante de aquel aconteci. miento, que el conservatismQ tomó vida como una claramente deflnida escuela de pensamiento político. Las "Reflexiones sobre la Revolución en Francia" (1790) de Burke es correctamente considerada la "rimera y más
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