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lidad de que "conservatismo" es una de las palabras más

confusas que existe 'ln el glosario oratorio y ,polltico de

hoy. MI!Y bien pudiera haber sido "conservatismo" lo

que el Magis~rado Holmes tenía en mente cuando escri·

bi6, con su felicidad característica: "Una palabra no es un cristal, transparente e inmutable; es la piel de un _ pen..

samiento vivo y puede variar grandemente de color y

r.ontenjdo de acuerdo con las circunstancias y el tiempo en que se usa". Uno no necesita gastar más de una hora

con la literatura del resurgimiento para comprender de que pocas palabras son tan variables en color y contenido.

El fracaso de los Americanos en ponerse de acuerdo en el significado de "conservatismo" ha distorsionado la opi ..

nión y entumido la discusión de algunos de los más pre·

sionantes temas de n,,!estro tiempo. No extrañe, por lo tanto, que varios teorizantes políticos de importancia ha– yan ¡propuesto que "r.'Onservatismo", lo mismo que su compañero en confusión: uliberalismo u , se vendan como hierro vie¡o.

~as palabras, sin embargo, no pueden fácilmente ven–

derse como hierro viejo; y aun cuando estos sabios lIe..

garan a ponerse de acuerdo o inventaran un substituto

aceptable -algo sumamente improbable-- el resto de

nosotros, sin duda, seguirían usando una palabra que, después de todo, es un instrumento muy útil si es debi.. damente manejado. He vivido demasiado con "conser.. vafismo" y he oído a muchos hombres pensantes discutir sobre su significado, para que yo emprenda este estudio sin declarar mis propias definiciones, rogando al lector se

pOlilla de acuerdo (On ellas dura"t.. el término de estas pá9ill'S.

Antes de declararlas, deberíamos tomar nota - y así ponerlos a un lado- de los usos populares de ltconserva. tismo lt que ha veni~o a ser en Ja América de hoy, -como

fue en la Inglaterra de Macaulay- "la nueva ,palabra en

;eriElonza". Palabras como "cauteloso", "prudente U y "anO' ticuado" han pasado de moda en nuestra conversación diaria. Todo y tQdos son "conservadores" en estos dfas:

El dub de fútbol que se mantiene con la bola en el cam·

po, el inversionista que prefiere las acciones de la Gene· ral Motors a las de empresas aventureras, el piloto que sólo entra al canal con viento favorable, el joven que usa

el cu,lIo de la camisa abotonado en vez de camisas sport,

el ciudadano que envía dinero efectivo y no un cheque a la "Asociación N¿!cional para el mejoramiento de los hom..

bres de <.olor" (N.A.A.C.P.), el editor que jamás publica una novela sin balancearla con la publicación de dos li– b.os de texto, el colector de obras de arte que prefiere a Wyeth antes que a Kuniyoshi o aun a Klee antes que a Pollock. Mientras que nadie puede objetar estos usos Pllpul.res, que sin duda alguna dan ..,tisfacción a los que

los usan, no deben permitirse que obscurezcan las verda..

der~mente importantes designaciones de "conservatismo u

en el léxico de la política y de la cultura. Existen, creo,

cuatro ,tales designaciones con que los estudiantes del conservatismo americano deben estar completamente fa ..

miliarizad!,s.

La iprih1era denot~ cierto temperamento o situación psiQ9,ógica. "Conservatismo temperamentaV' es simple–

mente una disposición natural del hombre que se opone

a todo cambio substancial en su manera de vida, de tra..

bajo, de ocio. los psicólogos eslán de acuerdo, gene.al. .mente, en ~ue todos los seres humanos exhiben rassos conservadores en ciertos grados y en algún momenlo de su vid. y que en la mayorla de los hombres esos rassos

aparecen dominantes. Los más importantes rasgos del '

temperamento conservador, todos ellos por lo general in~

tintivos, parece que son: el hábito, la inercia, el temor y

la emulación.

El hábito es la <!ispoisición de hacer las mismas co–

sas de la misma manera, "especialmente si uno ha aprenw

dido a hacerlas con habilidad por una f.onstante repeli_

ción. El hábito, entre los seres humanos, es por lo ge.

neral, aunque no completamente, un Iproducto de la culO' tura, una señal de que el individuo ha logrado un a¡uste COn su ambiente. William James lo consideraba como "la enorme rueda volante de la soC'iedad, su más precioso

asente conservador. Sólo él es el que puede mantener. nos a todos dentro de los Ifmites del orden".

Los seres humanos -como la materia- prefieren mantener "el estado de reposo o de uniforme moc.\ón recw tilinea mientras no sean influenciados por una fuerza externa".

La inercia no exige esfuerzo, mientras que la reno. vación, como dijo Thorsfein Véblen en su Teoría de la

Clase Ociosa, "requiere un grado de esfuerzo mental -más o menos laborioso y prolol1gado- para encontrar

y manfener su donaire baio circunstancias alteradas". Veblen, carac,erísticamente, pasó a explicar el "c,'Onservaw fismo del pobre" en esfos términos, a~irmando que "el

progreso se dificulta 'por la desnutrición y la excesiva fa.

tiga física". Existe muy poca raz6n para diferir con esta

observación aflictiva, mas podemos encontrar inerc,ja en

la repugnancia de hombres de todas las clases y siluacio–

nes -y aun más aparentemente en las mujeres- en esw forzarse un

IPOCO más para enfrentarse a los Pi oblemas del cambio. Un importante eremento en el intenso con· servatismo de la vejez es la progresiva reducción de enerO'

gía y el aumento de la inercia. El "conservatislno de ig· norancia" el t6sigo de los reformadores sociales de todós

los tiempos, puede explicarse también en términos de

inercia.

El temor es a la vez un elemento instintivo y cultural en la psicología del conservatismo; como tal, toma la for

ma de ansiedad, culpa, o vergüenza. Temor de lo des· conocido e inesperado, temor de lo informal e irregular,

temor de la desaprobar.ión del grupo y de sus propias debilidades, estos y miles otros temores persuaden al

hombre a ser conservador. El más importante temor de todos, que forma el temperamento conservador, es el te· mor al cambio, que disloca, lincomoda, y lo peor de todo, arrebata.

La emulación es Jn ptoducto tanto del temor al ena–

jena!1'iento del grupo como del deseo de aprobación. Aparece en las sociedades desaorolladas <.omo el deseo de la respetabilidad, lleva a los hombres a consentir con el st.atus quo y a conformarse a los niveles del grupo.

/JSostener lo vieiol'l, escribió A. B. Wolfe, /.I'coriformarse con lo establecido, refrenarse de criticar las e,osas como son, no tener sino pensamientos convencionales, tales son

las aV'lnidas que nos llevan dla a día a la respetabilidad", y así, debe añadirse, a la paz y seguriclad.

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