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un poco inferior a los ángeles, Jo has coronado de gloria y honor y lo has colocado sobre las obras de tus manos. Has ¡puesto todo bajo sus pies".

¡Cómo contr~sta en cambio con este orden maravi– lloso del universo el desorden que reina no sólo entre los individuos sino también entre los pueblos! Parete que sus relaciones no pueden regirse sino por la fuerza. Sin embargo el Creador ha impreso el orden aun en

lo más ínlimo de la naturaleza del hombre: orden que la

conciencia descubre y manda perentoriamente seguir. "Los hombres muestran escrita en sus coralones la obra

de (a ley y de e1l0 da festimonio su propia conciencia".

¿Cómo podría, por lo dem;s, ser de otro mado? Toda~

las obras de Dios son un reflejo de su sabiduría infinita y

un rofleio tanto más lumlinoso cuanto más altas están en la escala de las perfecciones.

Un error en el que se incurre con bastante frecuencia

esta en el hecho de que muchos piensan que ías retado– nes entre los hombres y sus res,pectivas Comunidades polítkas se pueden regular con las mismas leyes que rigen las fuerzas y los seres irracionales que constlituyen el uni·

verso siendo así que las leyes que regulan las relaciones humanas son de otro género y hay que buscarlas donde Dios las ha dejado escritas, esto es, en la naturaleza del hombre

Son, en efecto, estas leyes las que indican daramen- ~

te cómo los individuos deben regular sus relaciones en la convivencia humana:, las relaciones de los ciudadanos con

la aulo,,:dad pública dentro de cada Comunidad política;

Ins relaciones entre esas mismas Comunidades políticas; finalmente las relaciones entre los ciudadanos y Comuni·

dades politka. de una parte y aquella Comunidad mundi.1

de otras, que las exigencias del bien común universal re– damBn urgentemente que por fin se COfJstUuya.

n

EL ORDEN ENTRE LOS SERl<]S HUMANOS

TODO S~R HUMANO ES PERSONA, SUJETO DE DERECHOS Y DE DEBERES

En toda humana convivencia bien organh:ada y fe–

cunda bay que colocar como fundamento el principio de

que todo ser humano es "personall, es decir una natura–

leza dotada de inteligencia y de voluntad libre y que por

tanto de esa miSf118 naturaleza directamente nacen al miSa

mo ~iempo derechos y deberes que, al ser universales e

inviolables, son también absolutamente inalienables.

y si consideramos la dignidad de la persona huma· na a la luz de las verdades reveladas, es forzoso que la esfimemos todavía mucho más, dado que el hombre ha

sido redimido con la Sangre de Jesucristo, la gracia sobre–

natural le ha hecho hijo y amIgo de Dios y le ha consli· t\lEdo heredero de l. gloria eterna.

LOS DERECHOl-l

EL DER~CHO A LA ~XISTENCIA

y A UN NIVEL DE VIDA DIGNO

Todo ser humano tiene el derecho a la existencia, a la integridad física, a los medios indispensables y sufi· cientes para un nivel de vida digno, especialmente el1

cuanto se refiere a la alimentación, al vestido, a la habi– taci6n, al descanso, a la atención médica, ti los servicios

sociales necesarios. De aquí el derecho a la segurl¡dad

en caso de enfermedad". de invalidez

l

de viudez

l

de vejez,

de ,paro, y de cualquier otra eventUalidad de pérdida de

medios de subsistencia por circunstancias aienas a su vo–

luntad.

DERECHOS REfERENTES A LOS VALORES MORALES Y CULTURALES

Todo ser humano tiene el derecho natural al debido respeto de su ,persona, a la buena reputación, a la ~Jbertad

para buscar la verdad y, dentro de los límites del orden

mural y del bien común, pena manifestar y defender sus ideas, para cultivar cualquier arte y finalmente para tener

una objetiva información de los sucesos públicos. también nace de la naturaleza humana el derecho a

participar de los bienes de la cultura y por tanto el dere· cho a una !lnstrucción fundamental y a una formación

técnico.profesional ele acuerelo Don el grado de desarrollo de la propia Comunidad política. Y ,para esto se debe facilitar el acceso a los grados más altos de la instrucción

según 105 méritos personales, de tal manera que los hom– bres, en cuanto es posible, puedan ocupar puestos y res–

ponsabilidades en la vida social conforme a sus aptitudes

y • la. capavidade. adquirida.

EL DERECHO DI! HONRAR A DIOS seGUN EL DICTAMEN DE LA RECTA CONCIENCiA

Entre los derechos del hombre hay que reconocer

también el que tiene de honrar a Dios según el dictamen de su reda conciencia y profesar la religión privada y pú" blicamente Porque, como afirma muy bien Lactancia, "para esto nacemos, para ofrecer a Dios que nos crea 10$

iustos y debidos servic::ios, para buscafle a El sólo

l

¡para

seguirle. Esfe es el vínculo de piedad que a El nos une

y l'tOS liga y del cual deriva el nombre nlismo de reljgión ll

y nuestro Predecesor de inmortal memoria, León XIJJ afir"

ma: "Esta verdadera y digna libertad de los hijos de Dios, que manfiene alta la dignidad de la persona humana, es

mayor que cualquier violencia e injusticia y la Iglesia la deseó y amó siempre. Esta libertad la reivindicaron in.. trépidamente los apóstoles, la defendieron con sus escri–

tos los Apologistas y la consagró un número ingente de

Mártires con su propia sangre".

EL DERECHO A LA ELECCION bEL PROPIO ESTADO

Los seres humanos fienen el derecho a la libertad en la elección del propio estado y, por consiguiente, a crear

Un. familia con paridad de derechos y de deberes entre

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