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tanto mal le ha hecho al partido, creando la divisi6n y apartando a los verdaderos valores' del partido, por su inexperiencia polltica.

Que se revivan los días de la Juventud Conservadora que dio auténticos líderes que han ve· nido luchando por el bienestar del pueblo nicaragüense enarbolando la bandera de la Justicia Social Cristiana, doctrina incorporada a los es!atutos de ituest~ partido i a la declaraci6n de Principios

3 - El Partido Conservador de Nicaragua debe fomentar y mantener sus relaciones cordiales con los Estados Unidos de Norteam~rica, sin comprometer la dignidad del Partido, que debe conservar los sanos ,principios de Autononlia e independencia que son las normas de todo Partido bien orga– nizado, respetuoso de la libertad y de la Justicia y de los Derechos Humanos.

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:1Vl¿a#--(~·EMI~IO

ALVAREZ MONTALVAN

. Ex-l'~e81dente Nadonal de .Juventud Consel'Varlora.

EK-Vice Presidente Nacional del Partido

Conservador.

A LA PRIMERA PREGUNTA: Como todo juicio a posteriori, resulta más fácil emitirlo ahora.

La verdad es que cometimos un "error de cálculo" al abstenernos de ir a ras elecciones. Sin embar. go, quisiera dejar aclarado que de esta equivocación, no es exclusivamente responsable determinada persona, ni tampoco que una decisión a última hora pudiera haber enderezado las cosas. A mi jui– cio, el error arranca de causas mucho más profundas, porque se deben a una serie de falsos supues· tos que aún mantienen, como valederos la opinión pública de Nicaragua y que nutrieron ese "clima abstencionista" que vivió la inmensa mayoría de la opinión pública opositora del país.

Esos planteamientos falsos son los siguientes:

1. Se sigue considerando a la política como un fenómeno maglco. El esquema mental que rige esta actitud es el siguiente: la dictadura exisle por la malignidad o perversidad de una persona, de una familia. la manera de extirparla, es localizando a un "iluminado", que a la caben de gran– des multitudes, pueda, al conjuro de su magia, desplomar las murallas de Jericó de la dinastía reinan· te. Se rechaza en este mecanismo: lo racional, lo discutible, lo razonable, como instrumentos estorbosos y complicados. Lo único que cuenta es entregarse ciegamente al líder, otorgándole todos los poderes y todas las lealtades. Se supone que esta enorme acumulación de fuerzas emocionales, produdr& ,por "combustión espontánea", la chispa que habrá de calcinar al régimen imperante. Sin embargo, como esta popularidad del caudIllo, se alimenta de la intransigencia, de lo impoluto, de lo extremista, etc., eso mismo repercute en la libertad operacional del caudillo, que se ve así atado y

encerrado por la misma fuerza primitiva que provoca. Cuando llega la hora fatal del "regateo" no puedl;l realizarlo, porque teme perder la confianza de su pueblo Toda la suerte de un Partido polí– fico queda así vinculado irremisiblemente a la personalidad y al prestigio de un hombre y sigue fa·

talmente la suerte de éste.

Los caudillos tienen además otro problema: suelen rodearse de incondicionales e incapaces, pero muy activos y dedicados. A la hora de la escogencia de Una planilla de hombres representati. vos del Partido, se ven obligados a seleccionarlos entre los que les han sido fieles y eficaces, pero que en el momento de la prueba y ante 105 halagos del poder, son los primeros en rendirse y claudicar.

Sin embargo, con todas estas limitaciones y contradicciones, la figura de los caudillos o Iíde· res, sigue siendo una realidad sociológica en nuestro ambiente, por la fuerza aglutinante que produce en su derredor. Y en un país como el nuestro, dónde el robustecimiento de los Partidos políticos es una convenienCia, y en dónde por otra parle, los conglomerados políticos no conocen otra lealtad que la adhesión incondicional hacia la persona del líder, o a un clan familiar, es indiscutible que tales caudillos siguen siendo un ingrediente necesario. El camino está, no en ietnorarlos, ni destruirlos sistemáticamente, sino en procurar que maduren, que se encauzen, que sean útiles para la institución política indpiente que dirigen y para que contribuyan a la estabilidad y progreso del país. Desde luego, el Gobierno debe darles esa oportunidad, produciendo las reformas legales en materia elecloral que les quite el pretexto de la iritra,nsigencia y la demagogia. Porque si estamos empeñados én pro. ducir un c~mbio de mentalidad y de estructuras en este pals sub.desarrollado, "'los caudillos resultan figuras útiles como agentes de cambio social. Esto involucra también de parte de aquellos, un des. plazamiento de sus objetivos, tales como el deseo a la gloria, la ambición para tomar en cuenta tamo

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