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la firma, hecha con la sangre de cada in– dividuo, sangre obtenida por una peque– ña incisión en el pulgar. Algunos de los firmantes no leyeron" el documento y no iuvieron conocix:nientó de su contenido.

Parece que el Sargel;ito Lariós y otro de los conspiradores que era Cabo, habían sido recomendados por el Teniente Tro– g10r para una reducción en rango, y am~

bos lo sabíl;ln. Larios fue, indudable– menio, el principal promotor y existe una fuerte probab~lidad que hubiese actuado movido iambién por airas motivos per– sonales y políticos. El había sido Con– sentador ántes de entrar a la Guardia y su padre, Fernando Larios, uno de los principales elemenios del Conservatismo, había sido depodado un poco antes por el Gobierno Liberal. Su antipatía por los norteamericanos no había sido revelada anfes, mas se hizo aparente por sus ac– ciones en la firma del paC:l:o de sangre y durante el motín que lo siguió. Testigos presenciales relataron que mostraba ale– gría al ver el cadáver de Trogler y que no permitió a los civiles de la población que querían velarlo. Varias carias en– coníradas en posesión de Larios abierta– mente declaraban su xenofobia.

Hubo cierto descontento entre los alistados del comando por razón de un baile dado por el Teniente Trogler a la población civil de Telpaneca la noche del cincQ de octubre. Ninguno de los Guar– dias fue invitado, y sé dice que el Teniente Trogler había exprésado que los Guardias eran de una clase socia-.l más baja qué sus invitados y qtie por ésa razón ningún Guardia sería partícipe de la fiesta. Al– gunos se quejaron de haber sido envia– dos por el Tenienie Trogler a llevar unas sillas de otras casas al lugar del baile, y se sentían molestos de haber sido emplea– dos corno sirvientes. Hubo un movimien– fa concertado para disuadir a los invita– dos civiles a asistir a la fiesta, dando a entender que algo grave podría ocurrir. Fue planeado por los amofinados si– mular un ataque rebelde y matar al Te– nienfe Trogler al volver éste al cuartel después de la fiesta Para hacerlo apa– recer verdadero en caSo de una investi– gación, se apostaron hombres en varios puntos del poblado con órdenes de dispa– rar al aire cuando oyeran disparos. Esa misma tarde un agente civil del Sargenfo Larios informó al Teniente Trogler -de acuerdo con las instrucciones de aquél– que se llevaría a cabo un afaque rebelde

e~a misma noche. No parece que el Te– n.lente Trogler haya tornado extraordina– nas precauciones para la seguridad del pueblo

Por razón del hecho de q\le el Te-

niente Trogler regresaba del baile cerca de la una y media de la madrugada en compañía de un prominente ciudadano local, el Teniente T-rogler no fUe ultimado entonoes. Sin embargo, poco después de ' haber llegado a sus habitaciones comen– zó el ataq~e simulado, se emplazaron las armas y se dispararon sobre las puertas de las habitaciones de los oficiales, por una de las cuales salió el Teniente Tro– gler, logró salir salvo y correr hacia la ca– lle, cruzarla y dirigirse hacia el cuaríel. De allí cambió de dirección y se dirigió a la plaza de la Iglesia donde habían unas trincheras defensivas, sin duda con la intención de dirigir la defensa, fue allí donde fue tirado y muerto.

Durante el resto de la noche se oye– ron disparos esporádicos, mas se ha esta– blecido definitivamente que no hubo ata– que rebelde a Telpaneca esa noche y que él ataque simulado no era más que una cortina de humo planeada y llevada a cabo por los amotinados con el 'Único pro– pósifo de matar al Teniente Trogler. Habiendo llevado a cabo su propósito, no hubo ningún in±Emto de saquear o de co– meter otras violencias, y ninguno del cuaríel se desertó.

No se tuvieron, por esa época, prue– bas de la complicidad del Sargento Pri– mero Larios, mas habían fueríes so¡:¡pe– chas sobre él, y pronto fue transferido a Ocotal, cuartel prin,cipal del Area. Fue repuesto por él "Sargento Adrián Salinas, mas sU influencia se hizo sentir poco tiempo después en un segundo motín en Telpaneca. Larios fue más tarde juzga– do en un Consejo de Guerra y hallado culpable, cuando la investigación del se– gundo motín de Telpaneca arrojó inucha luz sobre los hechos del primero.

TElLPANECA - 2

Después de la mueríe del Tenien±e Trogler, el Teniente Segundo G.N., Charles

J. Levonski, fue asignado corno Coman– dante en Telpaneca. El era un oficial ca– paz, enérgicó'y agradable, y la moral del comando p'areci6 mejorar. Durante dos semanaS el observó que nada indicaba que los hombres bajo su mando no per– manecerían leales.

Corrieron rumores procedentes de Ocotal" entre los hombres del comando en el sentido de que el Sargento Larios ha– bía" sido ejecutado en castigo por su par– .f:e en el motín del seis de octubre Esto no era cierto, mas era tenido corno tal por muchos. Un diario de Managua, La Pren– sa, por esíe tiempo publicó un artículo so– bre el íema de la aplicacióiLde la pena de mueríe a los miembros de la Guardia Na-

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