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ría y angustiosa revolución en la ciudad capital, los jefes, y oficiales del ejérciio no lo aceptaban por creer que había en– ire ellos militares n}ás dignos de ocupar ese puesto, y el pueblo lo adversaba por– que había muchas y fundadas quejas en su contra.

Comunicó el gobernador al Capitán del Reino el descontento que había con– ira Luna y Victoria y la respuesta fuá, la de darle posesión del cargo. No obstan– fe, Duque de Estrada impuso castigos se– veros a los que consideró rebelados a la jerarquía militar y ordenó capturas y em– bargo de bienes a los militares y gran nú– mero de vecinos de León; y creyendo que con ésto había ya sofocado la revueHa, .ie retiró a Masaya, lugar de su residencia. Más, el pueblo de León continuó levan–

tado junto con los militares, y coléricos y desenfrenados recorrían las calles de la ciudad.

Actitud del Ayuntamiento de León.

El Hon. Ayuntamiento de I,.eón, ce. n sus Alcaldes Ordinarios y sus Regldo.-es se sintió obligado a mantener el órden y asumió el mando miliiar de la ciudad, después de hacer protesta an~é el Escri– bano Público don José de Guzmán. por el abandono que había hecho de la capital el Gobernador en momenios de tanto con– flicto¡ y "declararon que no serían respon– sables de las medidas que dictaran para restablecer la paz, si ellas no merecían la aprobación del superior".

Movilización del Gobernador Duque de Estrada.

El Gobernador Duque de Estrada tu– vo conocimiento de que los amotinados habían presentado escrito en la oficina de León consfituyendo apoderado en Guate– n1ala con las

1 azones que apoyaban su descontento contra el nombramiento de Luna, y se volvió a León con fuerza mili– lar suficiente que sacó de Managua En San Nicolás de Momoton,bo encontró al Cura de Subliava y otros Clérigos en co– misión del Cabildo Ec1esíás.l:ico. en cuyo nombre le prohibieron bajo pena de exco– munión mayor. el avanzar más allá de ese lugar

Indignado el Gobe211ador los increpó haciéndoles ver su ilógica acii±ud. que. en vez de reprobar la desleaHad de los rebel– des haciéndoles devolver las armas que sacaron de la real sala. aparecían contra– rios a la autoridad legítíma; y continuó su marcha sobre León, acampando sus tropas en Sublia va.

En León.

Ya en la casa del A, yun±flIl\iento que era su residencia oficial y proveido el es– crifo presentado. convocó al pueblo a su presencia para ponerse en contacio con ellos} pero ésto, creyefldolo debilidad los amotinados, se fueron· ~ reunir a la plaza del barrio de San Felipe, en perfecto plan de guerra.

Anie ésta ierrible inquietud que tras– cendía a toda la Provincia, tomó cartas el Capitán General del Reino. el que recon– centró a Luna y Vic±oria a Guatemala, y

nombró Juez Comisario· al Sargento Ma– yor don José Antonio Lacayo de Briones, con instrucciones de gran cordura para el restablecimiento de la tranquilidad del país.

las disposiciones del Comisario.

Sus medidas justas y severas fueron bien acogidas; reconoció la razón de no admitirse el nombramiento de Luna y Vic_ toria; y absteniéndose de no imponer cas– tigos, llamó a todos a la reconciliación ge– neral.

Con este procedimiento del Juez La– cayo de Briones, bíén puede decirse, que, cuando el pueblo se junta con el ejércífo en el reclamo vigoroso de sus derechos conculcados, se sobrepone siempre a la vo– luntad de sus opresores. cuando exisfen je– fes que saben cumplir con los sagrados deberes de la justicia.

Apreciación de éstos hechos.

En este caso que nos presenta la his– toria de los hechos que se dejan relata– dos, S\.lrge a la admirativa contemplación del presenie. ires acciones que ya sólo ví– ven en el recuerdo del pasado: un ejérci– to que con decisión y entereza se niega a cumplir lo que considera contrario a la jerarquía de su cuerpo y que vulnera por consiguiente la hidalguía del militar: un pueblo que protesta con la voz de su pro– pia soberanía contra el nombramiento de un hombre mancillado por su público deshonor de funcionario: y un Juez. que, apartándonos de todo interés particular. imparte la JUSticia con decisión y honra– dez

Continúa el exaltamiento.

Con los procedimientos del pacifica dor devolvieron los revolucionarios el ar– mamento que había.n sacado de la sala de armas, pero continua.ban exa1:tados en el reclamo del inmediato retiro del Maes-

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