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aunque varias patrullas les perseguían con la intención de capturarlos.

Los otros alistados del cuartel de San Isídro estuvieron sobre aleda el resto de la noche, en las trincheras, anticipándose al regreso del Teniente González, quien,

tem.ían ellos, volviese para ejercer ven– ganza sobre ellos. Mas esto no sucedió

Los cinco alistados que acompañaban a González se entregaron con sus armas -incluyendo las dos armas· automáti– cas- en el Cuariel General en Managua. González se escapó.

CAP I TUL O VI

LAS ELECCIONES DE 1932

Previamente a las elecciones de 1928, los candidatos de lo!:; partidos contendien– tes, General Jo¡¡;é María Mancada y don Adolfo Benard, convinieron por medio de un intercambio de carias, que el que re– sul±f,l.ra electo solicitaría la supervigilal'l.– cia por los Estados Unidos de las eleccio– nes de 1932.

. Poco después de su inauguración en 1929, el Presidente Moneada dirigió una comunicación oficial al Gobierno de los Estados Unidos declarando que el Gobier– no cl,e Nicaragua había llegado a un acuerdo con la Carie Suprema de Jusficia por el cual este alto Tribunal nombraría a un, ciudadano de los Estados Unidos -previamente designado por el Presiden– te de ese país- Presidente del Consejo Nacional de Elecciones, y solicitaba la de~

signación del ciudadano que fungiera en tal capacidad. El Presidente de los Esfa– dos Unidos designó al Capitán Mfred W. Johnsou' (U.S. Navyl, quien fue nombrado por lp. Code Suprema de Justicia en 20 de MaY9 de 1930 y quien supervigiló las elecciones de Congresales en 1930.

El Presidente Mancada hizo una soli– citud similar el 18 de junio de 1931 para obtener la cooperación de los Estados Uni– dos en las elecciones presidenciales de

1932 y el Contra-Almirante Clark H. Wood~

ward IU.S. Navy) fue similarmente nom– brado Presidente del Consejo Nacional de Elecciones para ese período electoral.

~l ,período eledoral de 1932 fue de espec;j.al significación para la Guardia Na– cionall pues en las elecciones de 1928 era una nacie1)ie organización que sólo po~

día dar una débil asisíencia a la Brigada de Marinos de los Estados Unidos para la protección de los votantes y del perso– nal de la Misión Elecforal. En 1930 la Guardia Nacional había crecido en tama– ño . y fuerza al punto que podía dar asis– tencia znaterial en la preservación del or– den y las leyes duraníe el períoc;lo electo– ral, aun cuando hubiesen Marinos asigna-

dos en las poblaciones grandes del país proveyendo la debida pro.l:ección y ac– tuando de manera que el personal dedi– cado a oficios electorales estuviesen debi– damente salvaguardados.

En 1932 los Marinos habían sido reli– radas de toci,as las secciones del país don– de hubiese la posibilidad de algún con– tacto con las fuerzas armadas en franca rebeldía contra el Gobierno constituído y

fUe la declarada polí±ica del Gobierno Americano que aun con el objeto de ase– gurar una honesta e imparcial elección ningún Marino debería ser enviado a lu– gares <:londe estuviera expuesto a un ata– que rebelde.

A su regreso de Nicaragua desplJ.és de las elecciones de 1930, el Teniente Co– ronel Charles F. B. Price, (USMC), prepa– ró para el Deparfaxnento de Estado un plan del personal necesario para la su– pervigilancia de las elecciones de 1932. Esfe plan que después fue conodido por el Plan A se basaba en la hipó:l:esis de que el grado de supervigilancia que ten– drían las elecciones de 1932 sería tan com– pleto' como el que tuvieron las elecciones de 1930 y 1928. Esto significaba un·per– sonal de 1115 individuos para supervigi– lar 432 mesas electorales y 1800 Marinos, además de los de la Segunda Brigada y

el escuadrón en Servicio Especial, enton– ces en NiCaragua o en aguas Centroa!l1e– ricanas, para ser usados como tropa de seguridad.

Mientras tanio, una seria oposición a mantener los Marinos de los Estados Uni– dos en Nicaragua Se había desarrollado en los Estados Unidos, tanto en el pueblo cozno en el Congreso, y no había presu– puesto para el Departamento de Marina con el que afroniar los gastos incidentes a la organización y transporte del perso– nal necesario a Nicaragua.

Estos puntos fueron discutidos en una conferencia entre representantes de los Departaznentos de Estado y de la Marina,

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