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CJéstr~ta sUlria~ en dulce tonó,' coh i'I'IdravlJ!osa drMónt~ las ejecutaba a primerd vistb;' De pronto

~e vio roc!eada y aplaudida de ungrupb de profesores del piano.

Cuando regresó de su triste viaje, contrajo compromiso serio de matrimoniq, q:m mi h,erma–

no Demetrio Creo que desde antes se amaban Se casaron Demetrio, y Mercedes en el año de .1885. Fue doña Mercedes Zavofa de Cuadra recibida entre palmos., como un tesoro de m~es­

tro apel/ido.

Mi madre, doña Virginia pasos de Cuadra, tuvo siempre relaciones como de, rradre con

sus nueras. Las q!,lería, y el/as la amaban y respetaban, y c;:omo lo revela en el t~~to mismo dfi) fa carta Merced/tas envolvía en especial y dufce ternura esas relaciones ~n lo,s 'tiempos prós-. peros de la familia Cuadra ella fIJe una rosa perfumada y bella en. el jardín qIJe, c!J(tivapp doñ,Q Virginia

Vinieron 105 días tristes, la ruina de la fortuna familiar, la persecución, el dolqr, y Mer– ceditas sin perder su sonrisa, sin menguar su temperamento esencialmente artísticq y delicado, ba– jó la cqbeza resignada y siguió siendo flor del mismo jardín entristecido y mustio.

Cuando escribió Id carta comentada vivía en una casita sin ladrillos, verdadera choza, desde donde abnegadamente cuidaba de los hermanos Demetrio y fulogio Cuadta; 'que gemían

en la Penitenciaría sin doblegarse mdhcornadps dichosamente por una misma cac;/eha Y no se crea que ese vocablo, di~hosdmente, lo· ha soltado mi pluma sin valoiarlo antes En' el man¿uer~

no con la misma cadena se vierón dramas terribles en la PenitenCiaría, uno de ellos el de mi primo Procopio Pasos que fue mancornado con un tuberculoso, y salió de la Penitenciaría 'para morir al año de tisis galopante.

Puestas 'estas reminiscencias, éómo capítulo de' mis Cabos Sueltos nó puedo menos que caer a mis recuerdos personales sobre la fúnebre fecha La mañana dfi)1 día del fusilamiento vino a mi casa Chepita Vega de CUQdra, esposa de mi primo Manuel Antonio Cuqdra para supli– carme. la acompañara a Masaya porque le habían avisado la muerte de su señor padre don Ab e -. lardo Vega. Manuel Antonio y ella residían en Ma/acatoya, pueblecito en el caminQ haciaCh~m­

tafes, en donde tenían instalados un negocio provechoso, y al cuidado del cual tuvo que quedar- se

Manuel Antonio. ,:

Inmediatamente adquirí un carruaje para que nos llevara a Masaya, ddonde llegarnos !,In poco después del medio día Asistí al entierro de don Abelardo, ya se sentíá sobre Masaya

un ambiente pesado por el rumor de! fusilamiénto Estando en el Cementerio la familia Vega, que supo que el Jete Político había resuelto ponerme preso por precauéión, me mandÓ al ce– menterio una buena bestia para que me viniera a Granada Efectivamente del cementerio, ves– tido de luto, salí a mato caballo para Granada adonde llegué en hora avanzada de la noche.

Granada, estaba tranquila porque todos sus hombres de figurqción política estaban presos, emigrados o huyendo entre escondites misteriosos.

Me acosté cansado y me dormí profundamente A la media noche golpeó 'mi pu~rta mi

madre ordenándome que me levantara, porque mi cuñada Clotilde Pasos;esposa de mi h¿rmano Miguel estaba de parto y había que hacer ciertas comisiones Pocas hords despuési'con tOda ffi·

lieidad nació el primogénito de ese joven matrimonio ' ' ,

\ ~ 1 . : Miguel dispuso que se hf! pusiela ql niñq el nqmbre de Fi/iberto en rec,uerdodel mártir Pero tónto. Clotilde, la esposa, corno mi, madre se qpusieron .

Mi madre argumentó que ese niño ya traía su nombre a través de una trac;/ición familiar a llamarse Miguel, en todas las generaciones repetido en la familid Cuadra Había nacido 'Mi– guel sexto, y con la' morca del nombre, destinado a morir j0ven y tr6gicamente.