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Provincia del valor de aquel libreto con~

tra quién atentó".

(Código de la Legislación de Nica– ragua) .

la Constitución de 1838.

En la "Constitución Políiica del Esta– do Soberano, líbre e independiente de Nicaragua, refonnada y sancionada por su Asamblea Constituyente en 12 de No– viembre de 1838, siendo Jefe Supremo el Benemérito de la Pafria Ciudadano Lic. D. José Núñez y Ministro Jeneral el Ciu– dadano Lic. D. Pablo Buitrago", se decla– ró enfáficamente,

"Art. 26.-Todo hombre es líbre en

el Estado, y nadie puede venderse ni ser vendido".

Con lo dispuesto por ésta Constitu– ción en absoluto acuerdo con los dere– chos humanos, quedaba definitivamente cerrado para siempre jamás, el negro ca– pítulo del reconocilniento de la esclavi– tud en Nicaragua. Por eso con su sa– piente péñola, casfiza y pura, nos dice el gran tribuno Dr. Carlos Cuadra Pasos en sus "Cabos Sueltos en mi Memoría", al referirse a su dilecta esclava Ana, que no quería. volver de ninguna manera a Cuba, porque espantaba su ánimo muy triste recuerdo de sufrimientos en esa localidad, y "que, su llevada a Cuba fe– nía sus dificultades para la Sra. de Es– píndola porque en Nicaragua era libre".

1709

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Más o menos en el rumbo Sur-Oesie de ésfa Ciudad de León, existe el barrio "El Laborío", rico en construcciones del pasado, que, con sus piedras arcaicas ha– blan constantemente con la gravedad de los años, de aquellos lejanos hechos, con– verfídos en recuerdos. Ellas con el oro viejo de sus casas pafinadas por los si– glos, con pisos encumbrados a los que se llega por aUas graderías tan necesarias para las corrientes impetuosas de aque– llos antíguos meses de invierno; con sus hornacinas todavía con la imágen del Santo protector, en la que ardía la vela de "cebo", que, al par que decía la ca– llada oración del morador en descanso, dába un fénue rayo de luz al osado tran– seunte que coriaba con el fílo de su es– pada la densa obscuridad de aquellas noches desoladas.

Es el barrio evocador del pasado con sus auténticas huellas del ayer; con la Sen– cilla fachada de su Iglesia que nos hace sentir en sus adentros, el eco de los Frai– les misioneros en la conquista espiritual de las almas "naborías"; más, también guarda y astenia en documento de "tra– dición de sus folklóricas leyendas" el "na– cascolito" en la plaza del oriente de la Iglesia, árbol qué aún guarda lozanía, a pesar de su larga concatenación de años. Era al pié de esie "nacascolito" en dónde

la "Cegua" con su silbido espeluznante y agudo; con su flojo vesiído negro, sus largas y blancas irenzas; sus dientes sa– lidos y sus ojos de fuego, mostraba su horripilante figura al irasnochador "achispado", en las silenciosas y apaci– bles noches de plenilunio.

Todo vive en acfifud de presenie, en esie barrio. Dentro de la mágica evoca– ción de recuerdos que provoca con sus calles de pretiles empinados, con sus ca– sas, con su Iglesia¡ con sus leyendas; se siente también la fuerte acción de los hi– jos del barrio; de éstos hombres como los Berrios, y Delgadillos; los Urcuyos y Ba– Hadares y de cuanfos más víven en él, que hacen del Laborio, no un barrio de– tenido y extático en la contemplación de su pasado, síno que, por el contrario, le imprimen vida férfil y activa, en la que fluye la alegría en el progreso del espí– ritu moderno. Son los "laboi'iénses" los que, para gloria de ellos y para honor del mismo León, han sabido armonizar en una plausible resolución, la soberbia belleza de sus nostálgicas estampas con la vitalidad y energía poderosa del nue-– vo fiempo. Ellos, los hijos amantes de esíe bello barrio, los verdaderos hijos del Laborio, predican con su ejemplo, des– graciadamente inigualado por los demás hijos de León, que, el patrioiísmo más

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