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INDIO NABORIA
Pedro Jir6n, Alcalde Mateo L6pez Felipe Jir6n
Marcos García, soltero Mateo Ximénez, soltero Matías Martín Lázaro Jir6n Bartolomé Martín Pedro Díaz Mateo Gondlez Simón Martín Andrés López Francisco Sánchez Pablo Carrillo Andrés Alemán Nicolás Vázquez Beatriz de Aguilar, vilJda
SU MUJER
Francisca VázqlJez Felipa Francisca
(A) Polonia Magdalena Gómez María Catalina María Juana María Pascuala Juana Hernández María de Morales Juana
PUEBLO DE PROCEDENCIA
Managua
11
11
"
"
Gicogalpa (Managua)
11 11
" "
Calpancinte "
Tebpaneca Diriá
"
Jalteva
11
Cebalo (¿ . •... ?)
raje a poblar, el lugar que hasta entonces era conocido como "el desierto de Nagarote".
En el camino real que iba de la ciudad de León a la de Granada, sin duda el camino más importante de la provincia, ocurría que desde aquella ciudad al pueblo de Nagarote había diez leguas de despoblado. En esta par– te, por no tener los caminantes albergue ni manera algu– na de repararse, se padecían grandes desavíos y pérdidas en las recuas, lo mismo durante el invierno con los agua· ceros como en el verano con el gran solazo, y todo en grave perjuicio del comercio que se movía entre ambas ciudades. La fatiga que producía el paso del despoblado de Nagarote era causa de que los viajeros e indios que les acompañaban enfermaran y se tuviesen no pocas muertes, como la que un tiempo atrás, entre otras, le ha– bla sobrevenido al Provincial de San Francisco Fray Juan Tercero.
Por otra parte, todas las veces, no poco frecuentes, que se hacía esta jomada de diez leguas de despoblado, cuando los señores obispos, gobernadores, corregidores y otras personas graves la habían de pasar, los indios cir· cunvecinos, principalmente los de los pueblos de Subtia– va, Quezalguaque y Nagarote, padecían continuo trabajo. F.n tales ocasiones iban éstos a dicho monte a hacer rano r.hos y enramadas, cargando provisiones, sillas, piedras de moler, cántaros y cuanto era menester en el avío de aquellos viajeros. A los pobres indios que resentían este trabajo, forzados, se les hacía ir a servir y asistir en aquel despoblado, caminando, cargados tantas leguas de sus pueblos.
En el remedio de tantos inconvenientes y desconsue· lo que para todo género de gentes se tenía en aquel deso·
~ lcl? trayecto, y para alivio de lo que padecían aquellos IndiOs, muchos vecinos de la ciudad de León, comercian· tes ,religiosos y viajeros de toda condición y suerte hicie– ron manifiesto al Gobernador Arbieto lo mucho que convenía hacer una población de indios en el comedio de aquel mal camino. Y con lo que también se represent6
ante el mismo por los pueblos de Slibtiava, Nagarote y Quezalguaque para aligerar el sufrimiento de los indios sus vecinos que se ocupaban en aquellas jornadas, el Go– bernador estimó Justo y oportuno cuanto se informaba y pedía, e inmediatamente provey6 el que se pusiese en eje– cución lo solicitado.
El en persona, acompañado de sujetos de toda ca– pacidad y cristiandad, salió a reconocer el terreno, parte y lugar donde se podía hacer más cómodamente aquella po– blación. Reconociose como el más indicado un cierto pa– raje, cerca de un rlo y ojo de agua, que distaba "un tiro de mosquete" del camino real y que podía ser cómodo tránsito en la mitad de lo que habla que andar del pueblo de Subtiava al de Nagarote.
y en su conformidad, vuelto que fue a la ciudad de León, mandó despachar comisarios en busca de 105 indios naborías que huidos vagaban por diferentes partes, en las haciendas, barrancas y sitios ocultos de la provincia; con órdenes escritas y de palabra para prenderlos y traer– los a su presencia, sacándoles de donde estuviesen, des– truyéndoles y quemándoles los ranchos y chozas. Y para que "con mayor viveza" se hIciese este servicio que tanto importaba al bien general, se vio al propio Gobernador salir personalmente por diferentes partes en seguimiento de esta diligencia.
Traídos que fueron a la ciudad de León algunos de los indios vagabundos y malcontentos que se buscaron, principalmente de los que en buena cantidad merodeaban por el pueblo de Managua y sus contornos, el Gobernador Arbieto trat6 de convenirlos para la nueva población, es· timulándoles al orden de sus vidas, incluso con incitacio. nes que les hizo para que se casaran.
y estando así todo dispuesto, sali6 Don Andrés de Arbieto de la ciudad de león con mucha gente de trabajo y otras personas y amigos que le acompañaron, llevando consigo a los dichos naborías, y por delante cantidad de maíz, carne, queso y todo génel'ó de bastimentos, así co– mo también regalos, yuntas de bueyes, hachas, machetes,
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