Page 35 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

LA ACADEMIA ESPAÑOLA atendiendo a los conoci· mientos lingürsticos méritos literarios y démás circunstan· cias recomendables del señor don Enrique Guzmán, se ha servido nombrar en junta del 19 del mes actual individuo suyo en la clase de Correspondiente Extranjero

y para que lo pueda hacer constar se le expide este diploma firmado por el Excmo Sr. Presidente accidental, refrendado por el Ilmo. Sr. Secretario y autorizado con el sello mayor de la Academia.

Dado en Madrid a veinte de noviembre de mil ocho· cientos noventa y uno.-EI Presidente Accidental, Aure– Iiano F. Guerra. - El Secretario, Manuel Tamayo y Baus.

Real Academia Española

A propuesta del Excmo. Sr. D. Manuel Cañeta, del Excmo. Sr. D. Gaspar Núñez de Arce y del que suscribe la Real Academia Española nombró a V S en junta celebrada an(lche, mediante votación secreta, individuo de esta Corporación en la clase de Correspondiente Extranjero dando asr testimonio de apreciar justamente los conoci· mientos de V. S. en Iingürstica y letras humanas.

Tengo a honra y dicha comunicarle a V. S. para su satisfacción, remitiéndole al propio tiempo el diploma del expresado cargo.

Dios guarde a V. S. muchos años.

Madrid, 20 de noviembre de 1891.

El Secretario MANUEL TAMAYO y BAUS

Don Enrique, Satírico

Por un lado, cuando don Enrique eleva su producción a las dimensiones, y a la profundidad de pensamiento del ensayo, es un completo triunfador en la alta esfera lite· raria; pero cuando en las mismas páginas suelta la sátira, es hiriente, puntiagudo y filoso, y despierta la cólera con sus burlas, al extremo de haber sufrido por ellas graves percances.

En una polémica con su primo don Carlos Selva, pe· riodista de altos kilates también, ambos se injurian, y don Enrique una tarde azota a su contrincante, porque él era fuerte y vigoroso. Carlos Selva piensa en la venganza y busca la ocasión de matar a don Enrique.

Un día en el barrio La Sirena de esta ciudad de Gra· nada se daba una comida de gala por la colonia española, para celebrar el cumpleaños de Alfonso XIII. Don Enri. que acompañado de su amigo don Faustino Arellano iban vestidos de gala al banquete. Pero en la acera del Par· que le salió Carlos Selva armado de un revólver y le disparó los cinco tiros. Lo hirió de gravedad y lo dejó renco para el resto de su vida.

.Bastantes años más tarde, ya en la segunda época pol(hca de don Enrique, viviendo exilado en San José de

Costa Rica, publicaba junto con otro escritor notáble, Pe– dro Ortiz, un periódico llamado El Dra. En una de tan· tas escribió una burla fuerte contra uno de los personajes de gran valía en Costa Rica; y muy ofendidos los costarri· censes, un grupo condenó a muerte a [os dos periodistas.

Una tarde don Enrique y Pedro Ortiz fueron a una carpintería para encargar una mesa que les haría falta en su sala de redacción. Por un mal informe fueron a u"a carpinterra que se ocupaba exclusivamente de cosas fúne– bres, ataúdes etc. Los dos escritores riéndose de su pro– pia equivocación exclamaron: Nada hacemos aqur, dicho· samente no necesitamos ataúd.

No habían andado doscientas varas cuando le salió al paso el asesino. Les disparó con certeza y a don En– rique le atravesó un pulmón y a Pedro Ortiz el vientre. Mucho tiempo estuvo don Enrique entre la vida y la muerte, per::! era sujeto vigoroso y salió triunfante. En cambio Pedro Ortiz murió al día siguiente, y ocupó I~ fá· brica de ataúdes que habra visitado y dado lugar a la broma trágica.

A pesar de semejantes leccion~s don Enrique no abandonó nunca su doble estilo, del vuelo alto en sus en· sayos literarios, y de la sátira mordaz que se le escapaba por [a punta de lá pluma al correr con gra" facilidad sobre el papel. .

Pero en todos estos ejercicios la calidad excelente de su carácler como escritor y como ameno conversador, la informaron [a decencia y la independéncia, que. nUnca declinaron en su ánimo. Fue decente aún pará transitilr por el error. Cuando yerra al expr.esar una idea fue siempre por haberse precipitado libremente en lo falso, sin hacer concesiones a influencias exteriores, o a estimu· los vergonzosos de la venalidad. Una veJ poseído de una idea la vierte con ánimo libre suenE\ como sonare a unos y a otros; y lo que pudiera parecer como contradic– ción entre lo que dijo temprano, y lo que dijo al atarde– cer de su vida, no es más que el resultado de su soqllrana independencia que no admitia cortapisas para su pluma.

Don Enrique en la Sociedad

Don Enrique Guzmán tenía el ser y la eleganciá de un aristócrata de noble y desenvuelta presencia, de finos modales, circunspectos y muy ameno conversador. Es– meradamente limpio, vestía con mucha corrección, aún en los años de su ancianidad. Cuando él \legaba a un club, o cualquier otro lugar de públiCa reunión, inmediatamen– te se formaba tertulia en su alrededor.

Era muy aficionado al juego de naipes; en el Club Social de Granada todas las noches se le veía jugando; sabra perder. No perdra la cabeza en [os riesgos de una partida, ganara o perdiera, y amenizaba la mesa con su ingenio y donosura.

Fue siempre enamorado. En su juventud tuvo éxito de tenorio. Fueron famósas en las crónicas políticas y sociales sus amores con una alta dama de León. Mujer de distinguida familia y de suma belleza. Se 'le entregó

-29-

Page 35 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »