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« Previous Page Table of Contents Next Page »nlsmo la ocasleSn adecuada para propagar sus doctrInas y,
aunque el partido ClOQtunista está prohibido en la mayor!a de paises iberoamericanos, precisamente por ello actúa más enérgicamente desde abajo para utilizar esta ocasión favorable, como lo demuestra el caso de Cuba. Ahora, después de haberse instituido no solamente una cabeza de puente de la estrategia soviética sino una "república social", aliada con el bloque soviético, reina el aturdi· miento general, preguntándose qué puede hacerse para detener el amenazador avance del comunismo en Ibero– américa.
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Sin embargo, no debe incluirse Iberoaméríca, sin más, como desgraciadamente se hace con frecuencia, en la categoría de los continentes "subdesarrollados". Cier· tamente existen allí regiones e incluso tribus enleras, como los inteligentes quichés en las comarcas altas y montañosu de Guatemala, que han quedado muy por debajo de sus posibilidades naturales. Sin embargo, puede comprobarse que en muchos de estos países el desarrollo ha sido anormal Junto a un desmesurado crecimiento de la burocracia estatal y el ejército, campa· rabies a una cabeza hidrópica, las estructuras inferiores de base aparecen completamente raquiticas. Por ello ha sido comparado el Brasil con la Rusia del tie"mpo de los 7ares y, cual "coloso con pies de arcilla", se ha dicho que corre el peligro de sufrir un destino parecido.
Los iberoamericanos atribuyen este desequilibrio estructural de sus países a las causas históricas ya meno cionadas, pero sobre toelo a las desfavorables condiciones de intercambio en el mercado mundial (terms of 'rade), que desde ) 952, una vez alcanzado cierlo grado de satu· ración en los paises industriales devastados por la gue– rra, han empeorado para ellos en cuanto produdores de viveres y materias primas. También atribuyen el dese– quilibrio a insuficiencia de la ayuda prestada para su desarrollo. El Ministro de Asuntos Exteriores del Brasil, Ahinhos de Melo franco, hizo hincapié hace poco, en que los Estados industriales de tipo capitalista inclu~o obsta– culizaban deliberadamente el desarrollo de estos países, a pesar de que precisamente el suyo habia obtenido la me– jor parte en los préstamos, ayudas para el desarrollo e inversión de capitales extranjeros desde el final de la gue– rra (casi diez mil millones de dólares). Pero como no los empleoó debidamente. cayó por ello en dificultades fi· nancieras, por lo que debe atribuirse la culpa a si mismo y
no a quien aportó el capital extranjero.
El verdadero defecto, empero, de estas ayuda con– cedidas a Iberoamérica para su desarrollo, principalmente por parte de los Estados Unidos y de los institutos inter· nacionales de crédito dependientes de aquéllos, fue que, o se debieron a motivos politicos, por ejemplo, al temor de que estos países se inclinasen al bloque soviético o cayeran bajo el comunismo, o fueron concedidos desde puntos de vista puramente financieros, en cuanto se pre– ferían, en lo posible, solamente los proyectos considera– dos "rentables" por los peritos norteamericanos, para po– der amortizar el préstamo. A causa del corto plazo de los préstamos concedidos, sólo se tomaban prácticamente en consideración las industrias, y así, aquella industria– lización forzada sin más por los mencionados Estados, quedó más acentuada aún por esa ayuda unilateral, que-
dando con ello mAs agudh:ada aÓn la desigualdad estruc– tural de la economla del pueblo sudamericano, asl como las tensiones sociales provocadas pOr ello. Pero asl se consiguió precisamente lo contrario de lo que se preten. día, pues, en lugar de levantar "barreras de dólares contra el comunismo", se le proporcionó un empuje invo– luntario al provocar este brusco cambio de estructura. Nada menos que el actual Secretario del Tesoro de los Es– tados Unidos, Douglas Dmon, lo ha admitido indirecta–
mente al señalar expresamente en su interesante informe "La ofensiva económica chino.soviética en los estados po– co desarrollados" (Washington, mayo de 1958), que las ayudas y créditos para el progreso por parte del bloqueo soviético preferentemente para los proyectos de la industria pesada, tenían por finalidad, mediante el brusco cambio de la organización económica y social de tipo se– micolonial en aquellos países, introducir una "contracolo– nizilción", esto es, cortar los antiguos lazos de unión de aquellos pueblos dejándolos así dispuestos para la ideo– logía comunista y maduros para la revolución munclial. Ha sucedido casi lo mismo con la "ayuda para el desarrollo" de Iberoamérica por parle de Occidente, en cuanto se ayudó a aquellos gobiernos a realizar sus pla. nes de industrialización, a menudo utópicos, o a mantener por la fuerza de las armas el "statu quo" social en aque– llos países mediante "subvenciones para l~ defensa" en el marco del programa para ayuda militar. Y hasta se juz– gaba el "c1ima de inversión" de un país de Iberoamerica principalmente en la medida en que su Gobierno conse· guía aplastar los conflictos y reivindicaciones de carácter social.
Ha pasado mucho tiempo hasta que Washington se ha dado cuenta de los perjuicios que ha ocasionado con ello, pasando a pensar en soluciones mejores. fue en junio de 1960 cuando por primera vez: el presidente Eisenhower, bajo el influjo del conflicto con Cuba, cada ve:z: más agudizado, destinó un presupuesto de 500 millo– nes de dólares para un fondo especial de ayuda, que de– bia ser utilizado exclusivamente en Iberoamérica para remediar estados sociales anormales, como por ejemplo el problema de la escasez de vivienda. Al mismo moti· va se debe el programa de desarrollo del presidente Kennecly, denominado "Alianza para el progreso", y que, en principio, tiene por fin luchar contra 'as necesidades y tensiones sociales más urgentes robusteciendo la estruc– tura insuficiente da la subdesarrollada Iberoamérica, y cu· yas subvenciones, por tanto, deben ser destinadas prin. cipalmente a la construcción de carreteras y vivienda's, de escuelas y hospitales y para la construcción de poblados y albergues para los campesinos y colonos pobres, obteni– dos mediante una reforma agraria o ganados a los terreo nos virgenes.
De hecho, distintos jefes de Estlldo en Iberollmérica han expuesto ya sus objecciones al plan de Kennedy. Y así el presidente del consejo de ministros de la Guayana inglesa, Cheddie Jaggan, declaró que prefería la ayuda incondicional del ~Ioqlle del Este para su país deseoso ele una total independencia, y el ministro de Asuntos ext!!" riores brasileño Arinhos de Mela franco, opinó también que el Brasil, para poderse desarrollar según sus necesi· dades reales, debía inclinarse al bloque oriental, con el cual está dispuesto a intensificar sus relllciones comercia– les. Sin embargo, no debe concederse demasiada inl-
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