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de la colonización de América. Esta inmigración forzada de negros en Iberoamérica llegó a superur incluso la de los blancos. Aquéllos se multiplicaron tan rápidamente, a pesar de la brutal explotutíón de que eran objeto, que en 1800 sólo en Brasil habia un millón y medio de negros,

600 000 indios y únicamente 400,000 blancos

Parete una especie de ironia de la Historia, que fue. ran precisamente los descendientes de los conquistadores españoles quienes tomaran el nomble que plÍmitivamente sólo los esclavos negros daban a sus hijos nacidos en América: pues el votablo negro "criollo" significa algo asi tomo "auténticamente nacido en el pais" los crio– llos, bastante blancos, se consideraban, pues, como los "ameritanos auténticos", por haber nacido allá, hecho del cual nacía su pretensión a ciertos privilegios sociales que disputaban no s610 a las gentes de distinto color de otros paises, sino ante todo a 105 españoles, (8 los que conside– raban unos "peninsulares" emigrados, insultándolos a me nudo con el nombre de "aodos", con que significaban su origen extranjero, Sin embargo, llama la atención el hecho de que ese pah iotismo local amel'icano se originase después de la decadencia de IR nlonalCluia universal bajo

105 últimos Habsburgos, siendo, por tanto, una consecuen– cia de la transformación de España Eln Estado nacional y acentuándosEl hasta declaral se en oposición abierta bajo el régimen lIbsolutista ele los Borbones, como reacción contra $U poJ(tica centralizadora con la C'ual pretendían incluso reglamentar toda actividad en sus dominios de América. Y de ahí nació el movimiento de independen– cia. Nada menos que el libe. tador de la p~J'te septeno trional de América del Sur, Sim6n Bolívar, ha descrito así esa ambigua posición de los criollos en la vida social da las colonias: IINosofl'os no somos ni europeos ni indios, sino una raza intermedia entre los nativos y los españo. les. Americanos por nuestro nacimiento y europeos por nuestros derethos, disputamos por una pal te a los nati· vos sus derechos y, por otra, nos defendemos contra 105

intrusos a quienes debemos nuestro nacimiento Por esto nuestra posición es tan an6mala y problemática" los criollos sentian más el orgullo. ele clase que el de raza, pues debían su origen a la pasajera unión de sus padres españoles con las mujeres indias de las clases su– periores, ya que la mayoria de conquistadores había.l lle– gado a América sin mujeres, y los funcionarios de la corona que les siguieron, tampoco podian llevar consigo a sus familias ni casarse con mujeres nativas. A pesar de ello casó Herán Cortés a sus capitanes con las hijas de los jefes de tribus aliadas, y los hermanos Pizarro, después de la tonquista del Perú, se casaron incluso con princes"s incas, para legitimar así su poder y sus rapiñas ante 105

indios. Se calcula que en los dos primeros siglQ!\ después de la conquista, llegaron a América unos 200.000 espa– ñoles, la mayor parte de 105 cuales eran soldados, fun· cionarios solteros y sacerdotes. A pesar ~e aquellas dis posiciones, su descendencia se había decuplicado ya en

1750 y, como la herencia de 105 conquistadores resultaba demasiado exigua para su numerosa descendencia, para garantizar una seguridad, se procuraba aumentr los in– gresos explotando a los indios sin considerati6n alguna.

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Al final de la época colonial, VIVlóln aún cinco mi– llones de indios en Ibei'oamérica, un número aproximado

de mestizos y la mitad de negros¡ respecto a todos ellos estaban 105 blancos tiel tamente en minoría, aunque, debido al monopolio de la instrucci6n y

11 sus posesiones, eran los dueños de la situación Y poco había de cam. biar ésta después de emanciparse de España, antes bien empeoró la situatión de los indios y, más aún, la de los negros libres ya que entonces ni siquiera gozaron del de. lecho de protección legal, vigente durante el régimen colonial En realidad, la poblaci6n de color, excepto en HaiH y en México, apenas habia participado en el movi. miento de independencia, porque no comprendía sus mo· tivos, En última instancia, resultaba indiferente al indio que reinara en España un Borbón o un 80naparte¡ más bien debía decidirse por el partido de su dueiío. Por ello fue el movimiento de independencia, en lo esencial, un asunto de los criollos cultos, que se inspiraron en 111

ideología de la revolución francesa y en el ejemplo de Norteamérica. pero olvidaron que el movimiento ele inde. pendencia de los trece estados de Nueva Inglaterra se habia realizado bajo condiciones totalmente distintas, pues de cinco millones y medio de habitantes, había cinco millones de blancos, más abiertos al espíritu liberal de la época que la gran masa de población iberoamericana, Los caudillos de los Cl'io/los habían, desde lue~o, pro· clamado los principios de Jibeltacl, il;lualdad y fraternidad pl'opios de la i1ush'ación, pero cuando al fin consiguieron la liberaci6n de sus países, 110 sin la ayuda de los negros libelitos y de las milicias de indios, no quisieron oir hablar mucho de igualdad y fraternidad tratándose de éstos, pues, tanto (M las' juntas provisionales como en las aséÍTibleal constitucionales encalgadas de la organización nacional dE los nuevos estados, asislian en el mejor de los taso~ al gunos mestizos promovidos a ofidáles del ejértito dE

líbol ación; pero, por l'e9la genaral, solamente los Illiem bros de la clase blanca acomodada como representativo de los intelectuales Aunque 6S0S presuntos represen tantes del pueblo, con sus encontradas opiniones y diver sidad de i»tel'eses. frecuentemente disputaban con dureza

sin embargo, estaban todos de acuerdo en la inculfa po blación de color no tenía la suficiente madurez para l. libertad a la que no estaba acostumbrada, por lo que de bia ser tutelada por ellos

Tal punto de vista, predominante hasta hoy en m\ c!los de estos países, quedaba corroborado por la anal quía que a la sazón reinaba en la mayoría de aquello países ahora independientes, aunque de ello tenía meno la culpa el pueblo que la rivalidild entre sus caudillo! rues quedó demostrado que el imperio colonial españl en América, a pesar de su centralismo, habra constituid

una uni6n muy laxa de territorios regionales aufónome que se disgregó cuando los criollos dejaron de reconoe( la soberanía unitiva del rey de España, sin que fueran t, paces de restaurar la ¡'"tigua unidad, pues cada caudilJ local, una vez arrojados los españoles, se sentía due~

absoluto de su comarca y no reconocía la autoridad de ,; juntas de gobierno de las antiguas demilrcaciones adrr nistrativas españolas. y así la confederaci6n de Améri, Central que, como Capitanía General de Guatemala jun con México, había formado el Virreinato de Nueva (sp ña se separó de México, para disgregarse en cinco pequ ñas repúbliclls, a saber: Guatemala, El SalV!ldQr, Honcl ras, Nicaragua y Costa Rica Chile se separ6 de Pel Bolivia, Paraguay y Uruguay, de la AI'g'entina, con la q'

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