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« Previous Page Table of Contents Next Page »en detilles que atañen más a las personas que a los con– ceptos pero debí -creo- dejar sentado como pre– misa que las actitudes políticas de mi vida no han girado meramente sobre un eje emocional de exagerado roma n– tkismo.
El conservatismo entendido como concepto trascen– dente sabe distinguir lo que admite transformación, lo que puede cambiarse, lo que debe modificarse, lo que evoluciona de los principios permanentes y de los ideales fijos respecto a los cuales no se pueden admitir desvíos. Una hábil combinación del sostenimiento del orden sin excesos que conduzcan a una tiranía y la suelta conser– vación de la libertad es elemento primordial de su cri– terio.
El ataque de sus adversarios contra el conservatismo se bifurca en dos puntas de pinza: una contra los hom– bres y otra contra las ideas. En cuanto a aquélla, soy yo el primero en admitir que siendo el hombre un ser desfalleciente que necesita de la Gracia Divina para que le dé fortaleza, muchos de los conservadores nicaragüen– ses han caído en la culpa de actitudes insinceras, de mala fé, utilitaristas y reprochables da las cuales siempre he desaprobado. Es más, es posible que yo -sin haberme dado cuenta- pueda haber cometido los errores que condeno.
En cuanto a la segunda, no hay duda que el des– prestigio de lo política nicaragüense es causado por la aridez de preocupaciones ideológicas. Sinembargo, con· sidero que el conservador debe buscar las causas reales de las perturbaciones sociales en la espiritualidad humana y aplicar remedios a dichos males fundamentados en la dignidad del hombre, siervo de Dios y creado a su seme– janza, aunque tarado con la culpa original e inclinado al quebrantamiento de su Ley.
A veces he encontrado correligionarios que se asus– tan de que les llamen tradicionalistas pues equiparan el respeto a la tradición con el reaccionarismo y el ultramon– tanismo. Pero la tradición es fundamental al pensalnien– to conservador ya que ésta es la entrega que una gene– ración hace a la otra constituyendo la base de la perso– nalidad colectiva de los pueblos. Mas esto no significa encerramiento en lo "pasado" ya que se aceptan cam– bios que armonicen con el carácter y modo de ser de la nación. El conservatismo no es un cuerpo de doctrinas rígidas sino una aetitud, una manera de ser que afirma los valores perdurables y los defiende en el campo de su acción política. Se ha proclamado como ideal revolucio– nario la rebelión contra todas las instituciones, sinem– bargo esa rebelión va en detrimento del hombre mismo pues destruye el soporte fundamental de su progreso.
En esta hora mundial, precisamente, el conservatis– mo acepta todos los cambios que con razón e inteligen· cia se crean necesarios y que se ajusten a las enseñanzas de Cristo, proclamadas una y otra ve% por su Vicario en la tierra.
Tanto Burke en Inglaterra como Adams en los Esta– dos Unidos proclamaron la necesidad de incorporar en todo programa de gobierno lo que debe ser permanente
y trascendental y lo que es susceptible de reformas at influjo de circunstancias transitorias de una sociedad huma– na, conservando bien sentadas sus actitudes en las reali– dades que, como dijo el segundo de los mencionados pensadores del conservatismo, la libertad sólo puede ser lograda y mantenida por los hombres sensatos que tie– nen a la humanidad tal como es y no como debe ser
La universalidad de los principios conservadores se ha manifestado siempre, a través de los tiempos y en to– das las naciones, estando arraigada en las más íntimas y hondas inclinaciones del hombre y de las sociedades, constituyendo en la actualidad la fortaleza granitica que resiste el mortal ataque de la filosofía marxista cuyos abanderados han encontrado siempre frente a ellos a los que llevan dentro de si el sentir conservador, tradicio– nal y a la vez evolutivo.
Así el conservatismo, sostenido en su ideario, ha llegado a sítial prominente en los países occidentales y aún en el Japón. Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, los Estados Unidos y los más grandes paises de Latinoa– mérica han virado en su conformación ideológica hacia los principios conservadores de la creencia en un Ser Su–
premo como fundamento último de la organización del Estado, de la visión de la Patria como la unidad de origen
y destino de un conglomerado humano y de la defensa del órden institucional.
La revolución conservadora es revolución de lo eter– no pues se renueva constantemente hincada en la incon– movilidad de las esencias permanentes, mientras tanto el liberalismo como sistema ha caducado, perdió ya su razón de ser histórica aún cuando sobreviven ciertas tendencias que constituyen su aporte al acervo po/llico de la huma– nidad.
En épocas pasadas la juventud se volvió contra el conservatismo, pero hoy el vigor de esa manera de ser conservadora justifica la vuelta hacia el acervo de valores conocidos del pasado, y este fenómeno colectivo puede observarse con mayor entusiasmo y esperanza en el fu· turo en los paises más cultos y democráticos del mundo. Las publicaciones conservadoras, los pensadores tradicio– nalistas han asumido una nueva posición de respetabili– dad y solidez filosófico-ideológicas.
Creo que la solución de nuestros problemas deberá ser buscada auténticamente en un análisis sano de nues– tra historia para alacar las causas de esas fallas socio·eco· nómicas en forma directa, veraz y dinlÍmica sacando de las esencias permanentes del conservatismo la cura total y definitiva de los grandes males que agobian a la nica· ragüanidad. Ingente tarea, por cierto, para cualquier es· tadista, para cualquier gobierno, para cualquier insti· tución, pero deber ineludible dentro del orden social que enaltece la dignidad del hombre v le brinda la libertad necesaria pora que alcance sú destino tal como señalado por su Creador.
Los hombres desmayan pero la idea permanece eterna. He aqui el por qué de mi modo de ser conser– vador.
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