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« Previous Page Table of Contents Next Page »Un posible cataclismo por el choque de que IIablaban los astrónomos cientificos, y lo exagelaban Jos periódicos, sable todo los de los Estados Unidos
Meditaba el porquJ de ese nombre de Escondido, puesto a una coniente de agua dulce enorme, casi tan ancha en pO/fes como el lago de Managua, en la cual lecostaba la embarcación
a uno de las orillas, casi entre sombIG a pesar de la luz del cometa se divisaba la otla orilla Def
lío Escondido, no se puede decil que es padle de las aguas, como el Misisipí, por el contrGlio es hijo de las aguas que brotan caudalosos en bes ríos potentes, permanentemente enriquecidos por afluentes, de la féltil montaña del lico departamento de Chontales
El río Siquia viene de las alturas de la región minela de Lo Libettad, totrentoso y dando saltos potentes Se junto con el Mico que nace en la región feltilísima de Santo Tomás, y por último reciben los dos ya juntos el torrente del río Ramo que arranca de los márgenes del Lago de Nicaragua Todos tres generosamente combinan Jo maravilla de sus corrientes para formar el ancho, profundo, majestuoso río EscondidQ
Talvez le venga el nombre de su lucho con el mar al desembocar después de una tI iun– fante carrero ele muchos kilómeÍlos en una bahía sobre la cual avanza tombién en sentido con–
tral io la potente marea del Atlántico y echa a pe, der las aguas cloros y dulces tornándolas en un ancho charco sucio y salado, de poco profundidad, salvo en el costado de la lengua de tierra del Bluff, en donde abren un canal las aguas del río para alcanzar 01 océano como audaz con– trabandista
Por ese canal entran pOto ir o la ciudad Rama los vapores de regular calado, por ahí en la prosperidad de los fincas cilcu/ó todo el banano ploducido pala convertirse en liqueza y prospe– ridad de lo región Eso sí tenían que dar buenos saJtos castigados por la barra siempI e colérica, como ofendida por el triunfo del río que pel dió el sabor de sus aguas para esconderse
Para nuestra expedición avanzaba ya en las altas horas de la noche hacia ciudad Ramu A todos, i:J juzgar por el silencio que reinaba en el lanchón, nos dominaba seriamente el espec–
tárulo del cometa A mí mentalmente me; prodl:lcía una sensación que puedo calificOl de mística
Me imaginaba que el sublime viajero del cielo me decía Hombres cobardes, que se afligen con
Ulla amenazo de destlUcción de mi parte que no está en mis intenciones de viajero pOI siglos, su–
jeto a la dirección del mismo Dios que labia el destino de cada uno de ustedes Mi paso es un tlánsito en las grandes profundidades del univelSo que sólo Dios conoce, y no sé yo mhmo af de– cilOS adiós por cuantos centenares de años me pe,delé de visto de la tierra, pequeño planeta, in– significante punto en el univel so, .De/ o sin embargo, entregado por el Dios que me cú rienda al dominio y cultivo de los hijos de los hOll1b, es
Abismado eli esas meditaciones no sentí el curso de las ha/as, y ya después de la media noche, no sé o qué punto de la madlUgada, llegamos a ciudad Rama Nos estaban esperando DesembOlcamos siempre en sifencio, y nos dejamos conducir o fa casa de don Sebastián Uriza, de madera como todas los del R,ama, de do~ pisos, y en donde fuimos hospedados Con re/otiva comodidad
Sentí, volviendo o la realidad de las cosas, que estaba incorpolOdo a la ledo disciplina militar. Af mando de un capitán, vafiente, fundadol de esa región, entle los conquistadores que
la lecibieron vi,gen hacía tleinta años Hombre de orden que entendia la disciplina POI un arte severo que sólo pide obediencia y paso firme en el cumplimiento de los ,debeles milito/es Y sin embalgo cada vez me sentía con menos vocación de soldado, pe/o por las lecciones del cometa
Halley muy sometido a mi propio destino
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