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« Previous Page Table of Contents Next Page »mis simple: Cualquier na~16n puede darse el dudoso lu– jo ,de acosir a los e,tado s Unidos. Nosotros a veces -y
con f,lIcue"c1a- no, resentimos, pero no desertamos a nuestros aliados ni atacamos a nuestros enemigos por ello. Esto n'o puede decirse con algún grado de verdad de la Rusia Soviética. Es la certeza práctica de que los Estados Unidos no Macarán a Cuba, y no el temor de un ataque, lo que anima a Castro a sus excesos ca nlra nosotros. Otra explicación es el hecho, ya notado, de que Jos intelectuales y liberales de América y Europa se habían formado el há~ito de ver a Rusia y las formas socialistas de gobierno como la panacea de sus males económicos. Cl,lando en la década después de la guerra vieron que muy poca ayuda económica les venía de Rusia, cuando las brutalidades y tiranías de la Rusia de Stalin llegó a los intelectuales, cuando vieron que la propaganda de Soviet estaba empeñada en destruir no sólo la imagen de los Estados Un!dos, sino también las profundas raíces tradi– cionales, culiurales y religiosas de todas las naciones, fue– ron gradualmente apartándose de Rusia. Pero las antiguas fallas de 105 Estados Unidos tarifas altas, cuotas de in– migración, aislamiento, cidos de prosperidad y de crisis– que al principio les había inclinado hacía Rusia, servían todavía para vilipendiar a los Estados Unidos.
El cuadro del último triunfo del "modo de vida nor– teamericanó" era simplemente asqueroso. Los brillantes trabajos de Faulkner, Henry Miller y Tennessee Williams que pintaban una nación enferma, enferma, enferma, eran leidos con avidez. La exportaci6n de las películas norte– .,americanas y los programas de televisión, cuyos niveles morales y artísticos eran muy bajos, llegaban a confirmar los viejos prejuicios de la era de Al Capone: QUe los Es–
tados Unidos eran un país lleno de violencia y crimen y del más crudo sexualismo. Los liberales de nuevo mos– traron la "Schadenfreude" ante los continuados escánda– los sobre la cuestión de los Negros. Los mismos millones que los Estados Unidos han dado y siguen dando en ayu– da económ'ica a muchas naciones son vistos como una forma disfrazada de explotación económica o como las migas tiradas con desprecio de la mesa del Rico Epulón. También lo que parece como inconsistencias en el manejo de nuestra politica exterior, creaba un sentido de illquietud y resentimiento entre [as naciones. Unos cuan– tos ejemplos entre muchos: los Israelíes culpaban a los Estados Unidos de favorecer a los Arabes, los Arabes nos culpaban de favorecer a los Israelíes; Francia nos culpaba de no favorecer su política colonia', los Africanos del Nor– te nos culpaban de que lo haciamos; Inglaterra ~maravi
1I0samente ambivalente acerca de la aventura de Suez– nos culpaba, ~) de no apoyar la aventura, y b) por no ha– ber objetado más enérgicamente antes de llevarse a cabo. Mientras que la América Latina demandaba saber por qué, si considerábamos el Canal de Suez, egipcio, no conside– rábamos el Canal de Panamá, panameño. Canadá nos culpaba de invertir demasiado capital en el inexplotado Canadá- y "en poner mucha atención en la América Lati· na", las naciones de la América Latina nos culpaban de invertir muy poco capital y poner muy poca atención en sus problemas. Uno podría viajar alrededor del mundo y
nel encontrar una sóla nación que en la década anterior
; ,
1'10 h,ya atusado 1 los Estados Unidos dEl "lnconsistenda" por ruón de alguna polítk~impopular .en su propio país pero ¡muy popular en el vecino.
~'Odil" Aquí tenemos [a imil.gen del odiado gigante Goliat: tremeJ'idilJ1entE! poderoso, vulgar, materialista, ca–
dicio~o, inconsistente, y cándido; impreciso, bullicioso, fachendoso, hip6c;rita,fanático racista, poco intelectua[, beligerante, insensible, y un fascista incipiente. Babbitt convertido en colosoarro;ando sus meretricios productos a la cara del mundb por el s610 afán de lucro -medias de nylol'l, goma de mas'car, Coca Cola. Su única contribución cultural, el jazz, rock'n roll, el culto al busto grande, las pelíc"las del Oeste, de detectives, y violentas y sexuales tri-di/Uensionales espectaculares bíblicos. Su bolsa dere– cha llena de oro corruptor y su izquierda de proyectiles dirigidos, borracho de poder y de gloria, a horcajadas so– bre el mundo, entrometiéndose en las cuestiones milita– res, políticas y económicas de todos.
!"Et amo"! Con todo, cuál es la imagen que es ama– da, Ito menos en Rusia que en e[ más apartado rincón del mundo? Es la imagen del increlblemente productivo, sin clases, fluido, estable, sincero y franco, hablador, alega– dar, generoso, científico y técnicamente superbo pueblo americano. El mayor alarde de Rusia es: "todo lo bueno que los Estados Unidos hacen, nosotros lo hacemos me· jor podemos hacer todo más rápidamente que los Estados Unidos".
,Podemos hacer más para que en el extranjero se co– nozca lo mejor de nuestra poesia, de nuestra música, de nuestro teatro. Dar a conocer, el hecho de nuestras cin· cuenta universidades que están en niveles culturales
y científicos más altos que la mayoría de las universida· des del mundo. Desearíamos que la industria del cine y la televisión, acostumbrada a la libre empresa, no consi– dere "censura" el prevenir que las malas películas y pro· gramas salgan al exterior. Que el turista norteamericano comprenda sus indiscreciones y 'luelva enriquecido por lo que ha visto y aprendido. Que mayor número de sabios y estudiantes visiten nuestro pais para que la imagen que lleven a sus pueblos sea mejor, más clara y más verda– dera.
,Conviene señalar tres graves errores de nuestro gobierno y nuestro pueblo. El primero consiste en que gastamos mucho tiempo y dinero el' explicar nuestras aparentes inconsistencias. Estas son inevitables en nues· tra posición mundial, pues son dictadas para permanecer en buenos términos con países que no están en buenos términos entre sí El segundo es el que todo problema se resuelve con dinero, o' un juguete o prop~ganda. Lo cierto es que los problemas se resuerven con dedicación y esfuerzo. esa aétitud es más realista y más de acuerdo con la historia. El tercero y último error es, que a la ima· gen del joven gigante que abunda ell las virtudes de dedi– cación, generosidad e imaginación, no deje de agregársele la virtud necesaria pjlra, el liderato universal Es la virtud que \Rusiatiene en abundancia: la de la paciencia.
(NOTA: ,Ciare Boothe Luce fue Embajadora de los Estados
Unidos en Italia de 1953 a 1957, representante al C<ingreso Nacional y famosa dramaturga)
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