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sopló una manga de huracán que arrancó de cuajo y zumbó al aIre .tremebunda y furiosa la mal vestida y pa±anga hojachigüe que tan– ta veces cobijó al finado la cual haciendo un estruendo horroroso cayó en el interior de la cocinita del rancho la cual quedó completa– mente destripada, en tal momento sin que na– die sinfiera nada el temido figrecaribe se echó a tufo a la Rodanta, la sacó del grupo y par– fió con ella dándole a toda andadura sobre la cerrazón intrincada que cobija vis±iénqola de verde y amarillo la falda de la trepada que va a morir suavemente en plena oriJla del llano de La Aduana.

Cuando los rodeadores medio se repusie– ron se revisaron de la mollera a los pies, lue– go se requisaron a pesar de la espesura de la obscurana, la requisa dio por resuliado que la Rodan±a se la habían llevado a echar pul– gas a otra pade, repitieron la operación y ob– tuvieron el mismo resuBado, hicieron todavía un úliimo recuento preñado de aflicción dán– doles el mismo resuHado y a pesar de que se convencieron de que en el tremolín la única víC±ima había sido ella, nadie, ni su marido ni sus hijos que eran lo más interesados y per– didosos, intentaron, pero ni por broma dedi– carse a sabanearla en aquel momento bajo ±an tremenda y espantosa oscuranidad; fados deudos y acompañantes, creyeron que la bús– queda resul±aba demás, dado a todo lo suce– dido anteriormente, y fatalmente se confor– maron con pensar que la Luz a tal hora ca– balgaba pupusiada sobre el lomo del bruto caribeño y que de un momento a otro sobre los tupidos clinales del encierro de San Rafael la zumbaría sobre el papasal del pasto para deglu±irla a sus anchas en cancelación de la deuda que el juzgó débita caribe cuando lo obligó la condenada a salir de tuna, en busca del olvido, hacia los lejanos y entobobados bananales de La Cruz de Río Grande.

XXVI

Una hora después de la caza caribuna aún es.±aban parados y en rodeo los presen– ciadores del arrastrón demoníaco, de tal ma– nera los persogó el pavor que no hallando el ánimo suficiente para separarse resolvieron sentarse en el n1.ero suelo para estar siempre el uno junto al otro y en tal pegazón estuvie– ron hasta que se presentó la aurora y comen– zaron los curros y los gallos a saludar las cla– ras con cacareos y cuillidos.

Cuarido amaneció por iniciativa de Faus– tino Amador se fueron en pandilla a contar lo sucedido a los vivientes de las cañadas veci– nas con la intención de ponerse de acuerdo para celebrarle los ocho días a Cosme en la casa de Gayo García lo más pronto posible. La no±icia causó un efeC±o decisivo y de tal manera llenó de terror a los que habían gozado de contrabando del cuerpo de la Ro– danta cuando ésta vivía con Calero que antes del medio día los gozadores habían alis:l:ado los cerdos y las reses necesarias para llevar

a .I:érrnlno el rezo que una vez efectuado, 5nt–

pediría, r,agún la creencia naiucha, que v'ol– viera a dañiniar el feroz y relemido endriayo.

La inquIetud de los familiares de la Luz

y aún de los que no eran parientes de ella hizo que iodos se olvidaran por entero de que el día escogido para hacer el rezo correspon– día exactamente al de la celebración de San Juan Bautista, cuando cayeron a la cuenta re– solvieron principiar los rosarios un poco des~

pu~s del baño imprescindible ordenado por la Inveterada costumbre de chapucionarse en la madrugada de la famosa fiesta montañera.

. !"

las seis de la farde de la víspera del heston la c;:as~ de Gayo fue invadida por una numerc;sa IndIada que de comarcas diferentes prc;cedIan a 11 e~ar el requisito necesario para ?Vltar que contInuaran funcionando los arras– .rrones ~t;TI1.al1.0s de la condición y calibre del q:u e ,P!,"lVO a la galanota Luz del resuello pre– Cladlslmo

Deme±rio y Pedro Sándigo que eran de los :más comprometidos viajaron hasta La Puerl:a para acaparar la Cususa que tuvieran las sacas de ñor Tomás García, las Pérez y las Alonso, lograron reunir quince pescuezonas c: on las, cuales se aparecieron en la posada de Garela para lenerIas listas y principiar con ellas a la hora de salir para el vado a darse el chapuzón.

. No pudiendo donnir el genterío y con el ob]elo de bloquear el canalillo de la casa pa– :.a evitar :una visila inesperada del musune– no, resolVIeron rezar un rosario que sería un verdadero ipegüe del rezo que comenzarían tan luego ama~eciera y un poqui.l:o después d.:l regreso maSlVO de la samanguantiada de n.lual.

Todo se fue desarrollando de acuerdo con lo dispuesto, con verdadero recogimiento 1'e– zar: on los misferios del Rosario bloqueador, se– gUldalnen±e }os destazadores degollaron las reses, la duena de casa con1.enzÓ a freír y asar la carne necesa! ia para la merienda más ade– lan±ilo, despu?s de que caniaron Íos gallos de las dos, salIeron a ±ro±eci±o de n1.U1'riña pa– ra la quebrada, en cuanto regresaron comen– zaron a mel endar, claroniandHo se apareció ñor Sa±1:.rnino Viv?s q.uien era el encargado de ensenar los rnIsienos de los Rosarios de los oeho~ días, a las siefe. se .I,?rincipiÓ el pd– lTler terCIO del rezo y proslgulo un compás de espera que fUe roto por unos rugidos de tigre que procedían al parecer de la cima de La Aduana.

Por los :maullidos que infestaron de fa. b?rdillo los espír~±us de los rezadores proce– dIeron a prosegUIr el 1 ezo para defener al ±i– grecaribe, cuando terminaron, dispusieron no queriendo ninguno salir para su casa por fe– mor al f~lido u1±ra±umbino, volver a repetir los Rosanos, los cuales acordaron principiar del medio día para abajo. .

Nadie pensó por la calidad de la chicha– da en correr San Juan, es decir, en jalade el pescuezo a un patuleco, a pesar de que Juan

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