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fue el pr.unero en columbrada cuando tras– puso la. tranquera del encierrifo, aún estaba larguifo de ella cuando le grifó con franca contentera,

-Donde andabás, niñá? aquí nos hemos vuelto locos persiguiendo tus güellas y en ninguna parte pudirnos dar con tus pisadas.

La Luz por toda contestación se echó a llorar, a llorar y mas llorar y cuando después de cierío tiempo el aguacero de la lloradera descampó logró contar entre torozón y toro~

zón, entre gimoteo e hipeo la aventura tre– menda que había corrido un poquifo des– pués de la vasta revolufa de los animales caseros.

Enseguida los buscadores le zamparon atropelladamente el cuento a la cuifada del desmedido paniquín que sufrieron cuando el cerdarío invadió la posada y la aulladera de los perros denunció a pulmón pleno que el piablo andaba en los alrededores del lugar. Mifigado un poco el pánico con el apare– cirrliento de la vaqueada y convencidos de que el caribe no regresaría en el resto de la madrugada por la pasada desembuchada por la Luz, el dueño de casa recorrió el cielo con la vista y fijándola en El Arado dijo plena-meníe convencido: _

-Todavíya no son las ires y podernos por lo mesmifo sorniarnos un poquito antes de que los gallos se alboroten con su canta– dera de las cuatro.

Obedeciendo a la voz de Gregario todos se metieron bajo techo y cada quien agarró para su echadero con la buena intención de popiar 10 más que pudieran mientras El Nis fayolero claroniaba el cielo adelanfándose unos cuantos minutos a la aurora.

La Rodanta preñada de un temor media– toque por tal condición no llegaba al tabar– dillo puesto que había de por medio un com– pás de espera se sin±ió con ánimo suficiente para platicar con sus hijos y hacerles ciertas recomendaciones, por 10 que vació así su pensamiento:

-Voy hacer 10 posible por escapar, si no puedo escupirme el pecho no se olviden de hacerme la última noche en cuanto puedan. -Con seguro mama se la haremos lo mas pronto que podamos; pero deje de pensar en esas cosas que fodaviya el demonio ese no se la ha jaspiado.

-Pero me jaspiará si Nuestramo no me ayuda a la hora del arrastrón.

Se habían desvelado mucho los mucha– chos para que el sueño no los copetiara, así es que en plena platicona clavaron pico y se sorniaron sin quererlo dejando a la encapilla– da con las recomendaciones en la boca sin ter– minarlas y ésta al verlos dormidos se dio vuel– ta en el chinchorro a la vera del cual los po– bres mozalbetes habían arrimado una banca de jobo guachapiada a filo de machete so– bre la cual se troncharon, a poco fambién la perseguida siguió el camino da los pelones y

conienzó a roncar como si no esfuviera en vís– peras de piramuquiarse parca el Musún.

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XXIV

A las cinco se puso en pie la encapillada y sin vacilación se fue a los abejonales del So– lar para llevar a término necesidades fisioló– gicas que no podía postergar, cuando regresó Juan y la Romana estaban terminando de recoger las cobijas para meterlas en la red una vez desocupados cambiaron impresione~

con la madre y después de despedirse y ren– dir las gracias a los García, los viajeros se di–

1 igieron al vado para coger el sendero qUe por ertfermedad de la Rodanta habían aban– donado la víspera contra de sus voluntades.

Pu,estos en el callejón caminaron sin ha– blar uno tras del otro sobre el trillo del cami– no que desemboca en la trocha real que COn– duce de Tierrazul a Boaeo y viceversa, enrum– baron hacia El Paraíso pintoresca aldeíta qUe disia unas dos millas del empalme en donde acababail de desembocar y en un mutismo abnoluto preñado de temores comenzaron a iroiiar a galope dE> perro puesto al chifle des– pués de haber perdid9 al amo por haberse quedado en un recodo del sendero hartándo– se de lnartorio que los chepes trataban de ter– minar cuando el pobre murriñóso dio con el hallazgo.

Después de una hora de trotaje los cami– nanies cruzaron una quebrada que los' Con– fundió completamente, pues para llegar al Pa– raíso no se pasa crique de ninguna clase, en– tonces se pararon para reconocer el lugar y con asombro comprobaron que estaban lle– gando a La Aduana, es decir, que en lugar de ir para adelante la habían emprendido pa– ra atrás.

Sin desanimarse, con ojos bien abiertos aunque en trisrecidos, se olien:l;aron complera– mente y pllesios eil el Llano del Limón cogie– ron a pasar de nuevo por donde los García, aÍralTesaron la quel:lladila en donde la Luz el día anterior sufriera el patatús famoso, sin de– tenerse arreciaron la andanza y tornaron otra vez a salir al camino real, siguieron troteanda y cuando después de un tiempo prudencial de caminata se alegraron porque creían que al terminar la vuelta de un recodo que tertían de Erente al final de dicha curva esiarían en El Paraíso se encontraron, después que lo fra– seriaron, con que de nuevo se hallaban otra vez en la orilla del río del Silencio que pasa al pie del a1±iplaniio de la Aduana.

-Mamá., dijo la Romana, rendida de an– dar y mal dormir, quizás por ir pensando en Cosme, sin darse cuenta, atontinada, ha co– gido el camino de La Esperanza y por eso nos

perden~os fan seguido; deje que yo coja la punta para ver si cambea la cosa.

-Pues, dala viaje, aunque yo creyo que iodo esro son mirúficas del ±igrecaribe.

Se puso a la cabeza la naiuchifa fatiga– da y con la intención meriloría de salvar a su madre le volvió a dar a andar con decisión

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