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« Previous Page Table of Contents Next Page »Hago y clamó a Sania ~:ttal máS para desgra– dÍa suya le
había echado de tal manera cola de mico el Diablo, que después de rogar por
~na hora, el pobre rescoldo d;e fe <;lue en él aú,n sobrevivía y que se ha~:)la aVIvado por una ráfaga de temor que hIzo brota;- ~n su ego una mediana flama de arrepen±lrrllenlo, la apagó de golpe una ven~ol?ra vasta de in– diferencia que se arremolIno en su rnente cuando el desdichado pensó que eslando tan lejos el tata Cura Cerna para pedirle perdón, no había por 10 mesmo posibilidad de salvar– se hallándose en semejante soledad custodia– do salvajamente por los endriagos de Suquia a donde no habría padre que compareciese .para ayudarlo aunque él quisiera.
Al enfriarse espü"itualmen±e Calero ya no volvió a pensar en sus devotos y de n,anera impasible, con indiferencia de jincho enfer– mo, dejó correr los días y esperó tranquila– mente que pasaran sus horas finales de vida según el vaticinio musuneño; se dedicó a cum– plir las recomendaciones que le hiciel-a Ti– güis antes de escaparse para el Musún y cuando el plazo llegó a su término dishnula– damente, por' franco, tabardillo, pasó el día en BU rancho, escabuyendo el bulto, no salió ni al patio, las necesarias las hizo tras de un bajareque que servía en el palanque de co– cina y por fin dándole un sueño pesado im.– posible de dominm lo después de obscurecer por completo se sornió tranquilamente, como si le hubieran metido un narcótico fulminanfe.
A poco de esfar roncando el zajurín Cos– me, se aventó de su tapesco yendo a dar a la vera de la yacija de la viuda de su amigazo, rl'lcién muerto; al ruidaje del avenión la viu– da se despertó y le llamó a fado pulmón al hijo, a esa hora zajurín en cier:¡1es, quien se lanzó al despertarse de su envarillado pre– guntf:mdo aZOlado:
. . . -Qué lo pasa, mama, que esiá tem· blando.
':--:No es a yo, a quien lo pasa, sino al cOlnpnñero Cosmito, que de un auendón sem– .bró en el piso el pellejo según creyo por lq 'oyido.
Prendió el aludido un candil y al hacerse la luz vieron a Cosme con los ojos ex±ravia– dos, llena la boca de un espumarajo espeso y
vidriosa e indefinida la mirada luchando por desl?rel1derse al parecer de una terciopelo que lo picaba y repicaba continuadamente como una gallina pedaceando tortilla para engu– llirla.
. La toboba desmedida que lo atacaba le metió el primer puyazo todavía sorniado, el alfilerazo doloroso y ardoroso lo volvió a sus sentidos desper!ándolo de sopapo y cuando quiso aventar lejos al ofidio cogiéndolo por la mita.;! el reptil le perforó cruelmente las manos imposibilifándolo para la acción.
Creyendo capear hizo un esfuerzo sobre humano y fue a dar a tierra de un riatazo; cuando aterrizó supuso que la víbora que 10
siízaba €iTa una enviada de Suq\.lia para po-
ne1'1e punio final a sU resuelló¡ pero.~~Bfa aU~
para el no era mas que una SUpOSlClOh¡ tna no era así la co~a. ,s
Ya iba a coger un raja de canela qUe 1
quedó a mano y que la claridad del candilej~
le señaló y la qual agarró sin meditar, para a±orlil1arle la cabeza al ofidio cuando cayó
en la cuenta dEl que siendo su día la sierpe venía a pedirle cuenias a nom.bre de Suquia y por ianío siendo él unzajurín no podía ma–
tar a un mens~jero de tal laya, a menos qUe
estuviera dispuesto a luchar con el Gigante es decir con su jefe y señor y a recibir un cas:
ligo que no tené;lría fin en el biro barrio según creía el hechicero y lo sostienen los que SOn íntimos de Plsl.\ica, por tal lógica paró eléc_ tricamen±e la mano vengadora, se conformó cobarden,ente, dejó operar al 1 eptiJ; y 1 esig_ nado esperó paciente a que el fatal ofidio desempeñara el cometido que le habían en– comendado, aunque involuntariamente 10 ha–
bía él apercollado del Inedia cuerpo: y ante la realidad de los patatuces finales can todo y
su resolución de dejarse picar, lo apretaba mas de lo que debía y lo garnachaba deses– peradan,ente a pesar de sus temores.
A medida que la ponzoña iba recorrien– do su cuerpo y sus efectos se desparramaban los espaslnos mortales viajaban: en la verie: bral del antiguo amante ya en esos momen– fas mas allá de los linderos de una franca agonía, que lo iba acogotando sin misericor– dia, lo hacía culipaHar sin descanso y lo pre– paraba definitivamente para el saIto final del lránsito comarcano al otro bmdo, todo lo cual lo obligó a entornar los ojos hacia la lucecilla candiluna, por cuya claridad columbró al hi– jo de su difunto amigo y le dijo ya casi sin sentido real, como una despedida y quizás como un tesiamento definí±ivo:
-·Esioy caminando, no te olvidés de mis recomendaciones y hasta otro díya, que ya me está jalando tu papa de n,is viejas patas que sin corcoviar me chiniaron cuando en mis vaguencias anduve por todos lados.
Cosme culipatió un momento; echó una bocarada de sangre negra y dobló de un gol– pe la cabeza que descansp en plena tierra, horriblemente demudada.
Poco días tenía Cosme de muerto, cuando la tigracaribe de ña Santos encontró a la Luz
en los montes de Santa Jus±ina colindantes con los del Corozo; Tigüis le había dado la
comisión para que le avisara a la hechicera de la Aduana del deceso del querido birlado, pues quería que la malandrina sufriera en vida por 10 que su amigote Cosme padeció por
ella cuando ambos se embarracaron.
La bola de la presencia intangible de ña Santos voló rápido por todas las canadas Y
comarcas llenando de miedo a todos aquElllOs con quienes la difunia tuvo que ver en vida particularmente a los ,Paces que jamás se loS tragó, cuando mas farde se averiguó que Cos"
me desandaba los pasos que lo llevaron al Musún naide sintió mi~do por eslo ni porque
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