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« Previous Page Table of Contents Next Page »al costado de la pea*ona desmayada en éSpé.
ra de que ~sta recuperara el sentido.
Cuando la Luz volvió en sí escudriñó a todos lados y su asombro subió de tono cuan. do encontró su mirada al diantre felino qUe la había atelUorizado dándole calor en Una de sus costillas con la felpa de su pelo.
. La pobr~ hechicera quiso p~di: él;uxilio al
Apostol San11ago a pesar de su lntuyudad can Písuica, mas sobrecogida por el terror lo úni_ co que pudo hacer fue darle vida a la inten. ción y abánd0I?-~rla al ins~an~e porque el pa.
VOl' no le perlIu!la hacer suphca algur1a a sus
~evoios de o~ros tiempos) así las cosas algo ¡nesperado VIno a sacarla del mal paso en que estabe, la alirnañl3. la quedó viendo le pasé la gan a por la frente, le hizo comp;en_
de!" que no 11:;1n hacel1e ningún mal y después de una espera angusHosa que le hizo aflojal las posaderas sin encuclillarse dio la felina rara un rugidito que al final t01\1Ó claramen_
le el fono de una voz corrienie que precisó ¡¡'ledio enfredientes el nombre de:
--Lu. u cí. i. .. .tá .
Pasó oiro mOlT1ento más en el cual volvió a hacer acopio de angustia la nombrada y
por fin el caribuno animal desenredó la l~n
gua y expresó claraznente:
-Me conocés agora~ sabé.s quién soy yo?
dejá de cuajadiarie, hijitá, que yo no te voy hacer ningún daño, lo oyís, hija~
La afligida Luz era todo oydos, pero el te– rror la tenía rauda; viendo su situación, pro– sigui6 en su habl aduría el félido hablador y
dijo a81:
-LucHá, yo soy la ña Santos, que ando lnisionando para l'eparlir casfigo a iodos mis malquerientes de la vida y te he salido anfes de principiar mis correríyas para avisaríe al. go que te interesa, pues estás amenazada de esfhat la pata y dudo que ±e podás eapiar; oyilo bien, que te podáscapiar.
La aludida fue perdiendo el miedo a me– dida que la ñigra hablaba y sin pensarlo se incorporó de repente, musitando con lentitud:
-Na Santós, gusto m'l.lncho en verla, y
cual cosa es éso que yo no podré capiar~
-.Pues éso es niñá, que cuando Cosme se fue de estas cañadas fue a dar por COntin– gencia con la casa del taragoludo Tigüis, le pidió posada¡ se la dio Tigüls con con±entera, éste se encaJ¡'iñó con él y no lo dej6 ir, lo con– trat6 de cOlUpañero com.O tirador de venados y sajinos y Cosme aceptó a quedarse a vivir para siempre con Tigüis con tal que le ense· ñara su cencia; después de varias propul?stas y contrafiquis se arreglaron los hombres y
tu antiguo querido llegó a ser después de su maistro el más temido zajurín de los benques desde Caño Blanco ha.sta el fin de la Maci3.n · taca, es decir, hasta la mera marisIna de La Cruz.
-Ajá, y agora quiere fregarme? -Algo piar, nirlá, quiere llevaríe. -Llevarme, y cómo va hacer para eso? . -Púes ya lo vas a ver; para un iigrfilcan-
especie de reseña que: indica con anticipación de semanas el lugar que del1h·o de poco tiem– po va a ser visitado o habitado por algún ti–
grecaribe y se adelanta el citado brujo para ayudar al caribuno en la misiqn que lo obliga a salir de los dom.inios de Suquia que por lo general es para llevar a cabo una venganza que después de muerto ha resueHo realizar, ya que en la vida por uno u ofro motivo no pudo hacerlo.
Junto con la aparición del Pájaro Brujo ha principiado a C01-rer en la cañada de La Aduana la noticia alarmante de la can'linada de la famosa zajurina ña Santos Méndez ín– fima de La Luz que fiene ya unos tres meses de haber ido a parar a las entrañas del Musún.
Cuando el soplo de tal suceso llegó a los oídos de la Hernánclez, ésta puso patas para
El Corozo para acom.pañar a Los Méndez, ave– riguar de los últimos momentos de ña Santos, ver si le dejó alguna recomendación y prepa– rarse por si la muerta ya echa tigracariba no iba a coger encano para ella por algún resen– timiento no manifestado a causa del común oficio y arrastrarla por fal motivo sin defensa a la olla mayor que aiíza el Malo.
Cuando La Luz llegó al empajizado de las Méndez encontró a los fijos de la fimada pre parando los ocho días de la difunta para con– tentarla lo mas antes ¡'.losible, pues según le dijeron los descendientes hacía varios días ha– bía pasado cantando el P6.jBro Brujo y la no– che anterior ya una ñigra había estado bIa– mando al pie del Corozo que da nombre a la vivienda.
La esposa de Mateo después de averiguar lo que le interesaba resolvió regresarse al mo– mento, prolUetiéndole a los hijos volver a la celebración de los ocho días.
Cuando La Luz entró a la montaña de Santa Justina la saludó un rugido de felino que la hizo pupusiar) después de exonerar lo– gró reponerse un tanto y a trote limpio se des– guindó por una picadita oculta que lleva sin dar vueltas al Sonzapoie; iría por la lUifad del camino cuando vio avanzar hacia ella en sen– ±ido contrario a su viaje sobre del senderito que iba pepenalldo a una ñigra bien grande que le rneneaba la cola y que en lugar de ira– tal' de agredirla le hacía señas para que no le tuviera miedo.
La diableza se iba en SUdOl es, temblidos
y castañeteos y no pudiendo avanzar mas por el desmedido paniquín que le aquejaba que– dó sembrada de golpe en medio del desecho en esperas de la resolución del intangible fe– lino que sin decir agua va se encaminaba ha– cia donde estaba, de pronto el endriago ru– gió estrepitosamenie, haciendo que a la esta– tua humana le faltara el pedl'3stal de los pies y rodara cuan larga era sobre el sendero e incontinenti COlUenzara a cuHpaiear,' la ñi– gra se le acercó lentamente, se le arrimó al oido, maulló quedalUente un ratito como sa– ludándola y en lugar de hacerle daño sé echó
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