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VIII

mecapal de la red.: .qUe la frenie arrasfraría. y hablando duro, cllJO:

-.-Me voy, niñó, vem.e salir para que l11a–

ñar~as no digás que me h~ llevado alguna. cosa.

-Cómo vas a creer que no lo diga si fe llevás robado iodo lo que antes fue COStne Calero, agora yo ya no soy Cosme; soy un al. ma en pena.

-Eso no es robar y si lo decís, pues allá vos, hay nos veremos airo díya.

y uniendo la palabra al hecho salió fra– ieandito, froteandito, troieandito como en la mañana en que se fue a sanjuanear su ropa sucia alojo de agua el día en que abandonó a Mateíto can la diferencia que en este ama– necer volvía a su redil la oveja descarriada no porque le interesara volver sino porque en el rancho existía un nuevo atraciivo para su inquiefo corazón y su amapachinado cuerpo nunca saciado tendría afro querer que le da– ría satisfacción a sus ardores y deseos de pUr– ciana jamás satisfecha.

guindé al agua para remojarnl.e y después le dí para acá para empert;lnd1cue'±arme y no fe quise hablar porque fodavíya' era muy de

ma~h ugada. '

--y para dónde fe la llevás fan oscuro? _0

Para mi casa, voy de viaje, aquí no fengo ya qué hacer. Todo acabó enfre los dos.

-o Ajá, cózno es la cosa? y quién fe ha ca· nido para que me dejés bofado como a perro viejo que solo pulgas echa? _0

Naide, pero así como me vine porque quise veninne, así :me vuelvo a :mi querencia agora¡ vos y yo ya no somos nada; yo soy la esposa de Mafeyo y si lne hacés o me querés hacer algo te echo al hombre encima y ±e echo a Juan mi yerno.

-Pues, no te haré nada, pero ±u "juida" lne llenará de murriña de paleta el corazón para iodo el resto de la vida, y ±e vas a al re– pentir de haberme dado tan filudo mal que hará picadillo todo lo que de Cosme dejás.

-Qué puedo hacer yo por vos, :me hace fa1±a mi viejo, mis hijos, mi rancho, mi molen– dero, mis gallinas y hasta mis barcinos cacas– tudos que 111e ostigan por las noches con sus

ladrazones; vos siempre has vivido íngrimo y Re±ornó al viejo hogar precisamenfe a la con iu ingrimidad te quedás; quiero arra.n~ hora en que se cumple el dicho de los hateroo carle a Ma±eyo el puñal de dos filos de mi ladinos, a las meras señales inequívocas, en "juidera" y a los muchachos la ruca de la ca- que se basa para conocer toda persona no jin– calota del mal conLpodamien10 de su uLama. cha y que duerm.e en pieza cerrada sin salir

-Pero, Luz, porque fe vas cuando esloy al paiío de la estancia el instante de estar mas amolado y mas lasiimoso que nunca; esle amaneciendo y que gráficamenfe lo señalan fejado '\fiejo es fuyo, la joloiada, la guerfa, el al indicar sentenciando: cuando el chancho dueño y mi trabajo, iodo, ±odlJ, ±é los he ce- "cuiya" y el indio caga, ya es de díya¡ es de– dido, qué te ha hecho este jincho desgraCia- cir, que llegó cuando ya en el corralillo de la do para que lo echés

El los zoperronches? casa cuiyaban los cerdos y Juanci±o y la Ro-

: -Comis±ó, nada resienl0 de vos; pero yo mana iornaban del solar, cosas que no snce– soy como las vacas mucas que cuando meten den nunca sino hasta que albeandiío comien– la cabeza en medid de los hilos de alambre za amanecer, obscuriío todavía, a menos que de los alambrados se llevan con el pecho el un tigre loco rondeye las cercanías de la ca– cerco entero cuando disponen salirse del co~ sucha y los habiíanfes sean arremetidos de rral para coger los montes de donde no hay una J:remebunda corré que ±e alcanzo y ten· "campis±os" que las saquen; ya ±e dije que gan que salir inesperadamente a buscar el so– rne iba, y me voy agora aclarandifo para 11e- lar para exonerar y los suidos desfloquen su gar séisiandiío a mi posada. miedo én una bacanal de cuiyadera.

-Pues que ±e lo vaya bien, y medio a±o- Cuando Mateo la vio se sorprendió de su razonado y lloroso, el pobre indio pecador que presencia y le preguntó de seguida:

lo medían hoy con el mismo bordón con que -Ydiay, Niñá, qué te lo ha pasado? que él había medido a su compañero, volteó la por lo que veyo ni café le disie El Cosm.e. cara haCÍa el rincón del camastro y no volvió -Pues, hombré que nd quiero ser ya maS

a :masticar palabra en el resfo del albear. tiempo su sirvienta y ayer Jo avisé que ya no

iba a seguir.

La mujer se dedicó a dar la última mano -Bueno, esa es cosa fuya, porque vos no a sus peleros, ordenó iodo los trastos que per- necesitás de fregade y si fe fregás es por tu .tenecían al entristecido amante, regó m.aíz en mero gusio, que aquí, gracias a Dios y al pa– el patio para que cuando se levantaran los trono Sanfiago nada hace faBa.

chompipes no la echaroan. de menos y toman- _o_Y Juan fiene lleno los finacos~ y el do una red ordenó en ella su pequeña carga chancho ya lo mataron y todo está ya listo? y la puso a la vera de la puerta de salida y -Pues no vale nada que te dés tu resbB– se senfó en una banqueta a ésperar la hora ladita para ver si está ya iodo, porque yo por del amanecer. andar bañándome no he idó tódavíya.

Cuando los rosicleres tiñeron de cármenes -P\ies monós ±odos a desayuriarnos con los nubarrones vagabundos la Rodanta se pu- ellos, está ya frito o no el coquim.bo? so de pie, se volvió hacia el fogón donde el

°

En esto sacó la cabeza Guzmán. por el por– gafo runrruneapa, le dio un postrero vista:z;o tillo del tabanco, saludó a la recién llegada, al pobre y desamparado Cosme¡ se coloc6 el se desguindó del alio,' le fue extendida la in-

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